martes, 29 de julio de 2014

 
 
 
 
HAY
Guillaume Apollinaire
 


Lo dijo Octavio Paz en una ocasión y efectivamente, a mí siempre me lo ha parecido: Apollinaire es un poeta misterioso, y no por lo que hiciera o dejara de hacer sino por el fascinador enclave temporal en el que se nos aparece; por ser lúcido y jovial testigo del mundo que devenía, poco antes de que este estallara completamente y la estética, la política y la sociedad cambiaran de modo definitivo la faz de Europa.

¿A qué época pertenece, realmente, Apollinaire? podríamos preguntarnos. Vaticinó la modernidad, puso nombre a uno de los movimientos estéticos más notables del siglo XX (surrealismo) sin conocer lo que, en realidad, iba a suponer; se movió siempre con gente de vanguardia, y al mismo tiempo nos parece un barón de la belle époque, un personaje que posa para postales con su nueva novia. Estos aspectos aparecen también reflejados en su poesía: una elegía ribeteada de humor y giros sorprendentes. En Apollinaire la audacia en la imagen se da con una inocencia reveladora: nos muestra la autenticidad del poeta y los nuevos tramos que se iban despejando en el protagonismo de la imaginación literaria. Obras como Alcoholes o El poeta asesinado, son ejemplos de estos cursos postsimbolistas del lenguaje.

Sus poemas son como estampas fugaces, fotografías de un mundo que acaba de nacer y que ya ha dejado de existir. ¿Qué espacio le corresponde a Apollinaire? El tiempo es precisamente lo que lo afantasma por un lado y lo precisa, notoriamente, por otro.

Este volumen titulado con la libertad habitual de Apollinaire, HAY, recoge poemas no publicados hasta ahora, según afirman los prologuistas, aunque yo juraría que alguno de ellos sí aparecieron en la edición de Obras completas del autor que sacó en su momento Ríonuevo.

     

 

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