martes, 23 de octubre de 2007

La arena del reloj II

Magritte parece un Dalí tranquilo, y Dalí un Magritte que se hubiera vuelto loco.
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El que ruinas y naturaleza, tal y como explica Simmel, sean una sola cosa, puede comprobarse en la serie de grabados de Piranesi titulada "Antigüedades romanas". Simmel dice que las ruinas acaban por "emerger" de la naturaleza, siendo extensiones de ésta. En los grabados de Piranesi, son la expresión barroca de una naturaleza englobante. Ruinas y naturaleza configuran una frondosidad unitaria, naturaleza y cultura constituyen un solo continuum. Así lo confirman las figuras humanas que aparecen en los grabados, dispersas tranquilamente entre los restos de columnas y atrios, rodeadas de vegetación pululante: son los testigos de la indistinción de la historia, de la confusión arte-naturaleza, situación en la que la naturaleza integra en su flujo, como elementos propios, los vestigios de las modificaciones artificiales que se han hecho sobre ella.
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Cada vez que he escuchado el nombre de la ópera "El barbero de Sevilla", siempre me ha parecido Sevilla una ciudad extranjera.
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Cuando el joven Borges de "Inquisiciones" insiste impetuosamente en la nadería del yo, en la urgencia de anularlo, parece tan ingenuo y pedante como si del mismo y vehemente modo defendiera lo contrario. Ahora bien, se supone que el escritor clásico es el que ha prescindido de las complicaciones laberínticas del yo para adoptar las eficacia de una regla, las precisiones de una disciplina. Y Borges parece cumplir con este requisito.
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Escribe Goethe: "Escuché mil veces la queja de que un objeto conocido por la narración ya no satisface al verlo en realidad". De un modo semejante, Jung decía que los platillos volantes eran un arquetipo colectivo realizado y que como tal no le interesaban, que sólo le interesaban en estado de arquetipo. Es como si prefiriéramos la música grabada a la interpretación de esas misma música en un concierto.
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"Medusa" y "estructura" parecen antónimos, del mismo modo que pueden serlo "gelatina" y "geometría".

lunes, 15 de octubre de 2007

Reescribir a los clásicos

La editorial argentina Adriana Hidalgo Editora ha publicado recientemente el volumen de poesías de Leónidas Lamborghini, "El jugador, el juego". En principio lo que hace Lamborghini parece sencillo y algo simple (eso se nos antoja, claro, después de que la técnica haya sido inventada) : coger textos de poetas clásicos y hacer surgir nuevos textos manipulando el material original. Para sorpresa nuestra, el resultado no sólo es interesante sino que posibilita los destellos fascinantes. Y digo "para nuestra sorpresa" porque a veces nos entusiasma más la envoltura experimental, la novedad de la aventura escritural en sí que el mundo obtenido de esa manera.
Podríamos decir que Lamborghini lleva a cabo una suerte de desconstrucción creativa del texto:
su experimento no se limita a producir permutaciones mecánicas sino que crea sentidos nuevos - sentidos semejantes nuevos - desde el seno de las potencialidades del texto elegido.
Lamborghini no opera, pues, del mismo modo que el Pierre Ménard borgiano. El interés de éste radicaba en descubrir qué dificultades contextuales, qué complejidades morales y mentales implicaba el escribir de nuevo el Qujote en el siglo XX.
Lamborghini no quiere escribir de nuevo los poemas de los clásicos, no parte de ellos para hacer un texto distinto o referencialmente distante. Todo lo contrario : se sumerge en el poema en cuestión explotando las posibilidades semánticas que ofrecen los términos cuantitativamente concretos que lo constituyen. Logra de esta manera un efecto arcaizante y alucinado, como si descubriera las latencias erráticas del poema original. Al reescribirlos, Lamborghini escribe los borradores de los poemas clásicos que ha escogido.
Los versos de Garcilaso, Góngora, Quevedo o San Juan de La Cruz, atomizados y multiplicados, giran en un juego de resonancias y ecos cuyo proceso potencia el carácter de pentagrama de la escritura poética, sin aniquilar totalmente el sentido.
Los "textos" virtuales que un texto real posee para una mirada inquieta, ¿no pasan de ser eso, puras entelequias, las vertientes, precisamente, desechadas por el texto original, submundos inoperantes del mundo del texto originario? Éstas son las cuestiones, no exclusivamente retóricas, que suscita la lectura de los poemas de "El jugador, el juego". El propio Lamborghini nos responde: "El juego del Modelo (el texto original) es el juego de las resonancias creadas por la reescritura del Modelo".
Es decir, el juego no consiste en copiar sino en elaborar poemas a partir de las posibilidades creativas suscitadas por la lectura del poema modelo: los poemas como dimanaciones de la Fuente que recuerdan fragmentariamente su fuente.

jueves, 4 de octubre de 2007

Duchamp en Murcia

En el Centro Cultural Las Claras de Murcia se inauguró el pasado 26 de septiembre una exposición sobre el Cubismo y las tendencias pictóricas que se derivaron de aquel movimiento.
En la exposición podemos encontrarnos con obras de Matta, Braque, Picasso, Lam o Pettoruti.
En la sala de abajo, para mi sorpresa, me topé de frente con una muestra de Duchamp. Era la primera vez que tenía delante de mí obras del mítico artista, pero la sorpresa no se correspondió con el grado de fascinación que se supone semejante personaje de la vanguardia me tenía que comunicar. Confieso que no me encontraba demasiado lúcido aquella tarde, pero tampoco especialmente torpe. También es cierto que Duchamp no tenía por qué deslumbrarme a mí, específicamente, y que, con toda probabilidad, la cantidad de literatura que este autor ha generado, también ha provocado, inevitablemente, cierto efecto de saturación mistificante que, ocasionalmente, puede inducirnos al hastío. En la exposición se encontraba una réplica del famoso maletín en el que guardaba una colección de lo más representativo de su obra. El maletín estaba colocado en una vitrina, y yo me aproximé cautelosamente, casi simulando ante mí mismo,- no obstante, ahí estaban las cámaras de seguridad grabándolo todo-, porque tenía ante mis ojos una de las obras cruciales del siglo XX y el torpe rumor de mis pasos estaba osando alterar la quietud gélida y mistérica de su entorno. Examiné con detenimiento el contenido del mítico maletín. Vi unos dibujos esquemáticos sobre un fondo sucio color chocolate. Los conocía ya de haberlos visto innumerables veces en grabados, libros y enciclopedias. Lo que más me fascinó fue, precisamente, ese aspecto sucio de las figuras, es decir, cómo el tizne del tiempo había ensombrecido el aspecto de unas formas que se suponen pertenecían a la vanguardia artística, a una modernidad de las significaciones con cuyo desciframiento todavía luchamos hoy. (La modernidad es también un asunto viejo, tiene memoria ya, pensé). Ese aspecto pobre, la pura inercia objetual de "aquello" que había ahí, se me impuso a lo que significaba. Con Picasso no me ocurrió lo mismo. En cualquier pieza del autor malageño, incluso en el más insignificante dibujo, siempre alienta un ambiente remoto, mítico. Eso mismo es lo que sentí en las pocas obras que recoge esta muestra de Las Claras. Duchamp me dejó con algo de incertidumbre. Llegué a pensar, saliendo de la exposición, que los que dicen que la mayoría del arte contemporáneo es una tomadura de pelo, tenían razón. También pensé que la genialidad de Duchamp no reside en sus obras sino en sus gestos. Gestos determinantes para el arte moderno. Duchamp no es un camelo, por supuesto, pero sus hagiógrafos casi nos obligan a relativizarlo.

La poëme cerrada.

La Librería de Poetas inició su andadura el pasado 1 de septiembre en Valencia, con diversas iniciativas vinculadas a la lectura de poesías, así como otras propuestas poéticas. Un negocio, verdaderamente, poético. O una economía de la poesía, dado que por allí han pasado poetas, actitudes y obras poéticas, se vendieran o no. Eso sí, que no ha perdurado y Ricardo, su responsable, ha cerrado.

martes, 2 de octubre de 2007

la arena del reloj

Lo barroco incordia por su capacidad de germinación infinita. Lo clásico se hace estático por mor de la claridad.

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Son las instituciones las que generan cierto tipo de individuos específicos, y no al revés. Por ejemplo, la Iglesia ha producido esos curiosos personajes que son los curas y las monjas, o bien, la televisión sus frikis y estrellas particulares.
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Resulta sorprendente comprobar hasta qué punto podría llevarse a cabo una llectura astrológica de la obra de Miguel Hernández. El poeta es de signo escorpio, y la muerte y el el sexo, aspectos relacionados con este signo, aparecen por todas partes en sus poesías.
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En la red se habla con entusiasmo a cerca del fin de la lectura lineal que ha supuesto el devenir del hipertexto, de cómo ahora la lectura no tiene por qué seguir obligatoriamente un sólo curso para su acercamiento a los textos. Pero esto ya existía en el formato tradicional del libro. Por ejemplo, una colección de aforismos o de leyendas, una antología de poemas o de sentencias. El orden de lectura de este tipo de libros es multidireccional y reversible. Se puede empezar enmedio, al final, etc..
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El manejo de la palabra no se estanca en la mera extensión de la página, sea ésta digital o impresa. Supone la creación de más realidad, la inauguración de otros territorios. Nada más verdadero que la ficción.
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(En el reino de lo tautológico) Imaginar algo imaginario: soñar un apócrifo.

La arena del reloj.

CRECIENDO ENTRE IMPRESIONISTAS DIARIOS DE Julie Manet

Hay momentos en la historia de la cultura, episodios estilísticos o simplemente períodos en el ámbito de un siglo, que se revisten de un e...