jueves, 26 de septiembre de 2013

NOTAS DE DIARIO



 


En algún punto de los escritos que se recogen en el libro Ensayos de incertidumbre, Juan Benet habla del entusiasmo que la práctica de la escritura le produce en contraste con el tipo de compensación que la ciencia le ha ofrecido. Comparando ambas sensaciones, la escritura viene a ser una actividad que dimensiona, siempre satisfactoriamente, al sujeto, mientras que el tipo de conocimiento que la ciencia despliega, lo hace a costa de trastocar áridamente el espacio circundante. Las palabras de Benet me han hecho recordar un programa televisivo, La ciencia forense. En este programa se muestra cómo consiguen dar con el criminal a través del más minucioso y laberíntico análisis forense de las pruebas y muestras orgánicas y no orgánicas, halladas en el lugar del delito. El programa es excelente, produce un efecto hipnótico en el espectador, se queda uno clavado al sillón, visionando la integridad de los rastreos y el proceso analítico de las pruebas.  Pero, la loa editorial, al final del programa, a la ciencia forense, como si ésta fuera una suerte de musa benefactora venida de los cielos, esa extraña figura que consiste en el agradecimiento a una forma de conocimiento perteneciente a nuestro propio bagaje, es lo que choca y resulta extraño.
Qué duda cabe que los más diversos expertos y profesionales que intervienen en el esclarecimiento de un crimen a través de estos procedimientos de vanguardia forense son personas como cualquiera de nosotros,  y que lo que hacen, lo llevan a cabo, evidentemente, por una finalidad buena; pero en el transcurso del programa, hay momentos en los que es precisamente lo humano lo que desaparece en este despliegue técnico del que los anglosajones se sienten tan orgullosos. Me parece de una obscenidad increíble que se nos muestren, aunque sea por breves instantes, primeros planos del cadáver de la persona de la que, pocos instantes antes, se nos han pasado fotografías cuando estaba con vida. El contraste que uno percibe es tremendo: la reducción, en unos segundos, de la vida humana a un objeto, a una cosa... 

Casi diría que el propio análisis, el procedimiento científico pierde su objetividad, o, precisamente por ello, se vuelve algo horrible. Conforme vas viendo cómo se procede con todo lujo de detalles, a la multifragmentación del cuerpo humano, uno tiene la sensación que la víctima casi lo vuelve a ser de nuevo al verse reducida a un conjunto de células, de pelos, de secreciones, de manchas. En el visionamiento del proceso forense se hace ineludible una desaparición total de la persona, un doble aniquilamiento de quien ha sido asesinado, y que ahora lo es de nuevo, de algún modo, en otro estamento: el científico. A esa aridez, a ése trastorno que trae consigo la ciencia, se referiría , quizá, Benet.

 

 
Nada es más poético que las transiciones y las mezclas heterogéneas. Novalis.
Esto aplicado a la música, a la pintura, etcétera.



Cuando las hembras animales rechazan al macho que pretende la cópula, con un respingo o un zarpazo… Visto en algún documental. Qué vergüenza. Hasta los animales se desentienden de la realización del plan divino.



Pensamientos sobre la bondad y lo entrañable en las personas que todavía me niego a transcribir a un poema por creer que ello, la expresión literaria, adulteraría su apreciación originaria, cuando resulta que es todo lo contrario. La escritura más trabajada, más acendrada sería la que más se aproximase, quizás, a la pureza de tales sentimientos.




Dios es bello
Mahoma (?)



Imposibilidad de leer un libro entero en una pantalla. Amigos me remiten trabajos y poemarios  en formato pdf, pero lo que recibo en realidad es un paquete informativo, una síntesis, una reducción informática del contenido del libro, objeto que es el que se me escamotea y que es lo que yo deseo, antes que la espectralidad del texto puro.

 

Para mí sigue siendo increíble la obstinación con que seguimos ignorando determinadas partes del planeta y las artes que en tales lugares se desarrollan. Por ejemplo, se conoce más la música africana que la de algunos países de Europa. En España nos conformamos con tener una imagen peyorativa de Rumanía, e ignoramos a sus grandes escritores y su fantástica música.  



Mientras sigamos considerando el mundo como un espectáculo, necesariamente, ha de seguir resultándonos metafísicamente ininteligible; y eso porque la relación misma que se establece entonces entre él y nosotros es intrínsecamente absurda. 


La actitud espectacular corresponde a una forma de concupiscencia... 

Del nominalismo puro se pasa al idealismo puro.


No tratar a Dios como una estructura

Gabriel Marcel
Diario Metafísico
 
 

 
La secuencia óptima de los elementos dilucidados convertiría la espiral infinita en una escueta línea recta de proposiciones simples.
 
El corolario de la sustancia no sería tanto la confirmación de su juego de equivalencias en propósitos de realidad como su admisión paradigmática en la cátedra de las metáforas más utilizables pero menos frangibles.  
 
Un perfil de sombra ataja la tentación de absoluto de la imagen
 
El texto cede su último sentido al crítico que lo cerca. Viene el lector distraído y surge una nueva interpretación, una nueva discusión, un nuevo desarrollo, que inaugura la ficción.
 
Ludovic Serra
 

jueves, 12 de septiembre de 2013

TEOREMA WITTGENSTENIANO DEL PÉNDULO QUIETO


 
 
 


1.Lo estático es el estado inercial de las partículas no acontecidas.


2. El ángulo que el péndulo quieto corta es el espacio comprensible, frente al resto (espacio no elocuente).


3. Las sumas ciegas de espacio, son, literalmente, nada ante el filo luminoso del péndulo que blinda posibles accidentes de convergencias inútiles de espacio.


4. La posición suspendida del péndulo vuelve a confirmar una lógica de las distribuciones espaciales que los herméticos bautizaron
como localizaciones gemelas: “lo que es arriba es como lo que es abajo”.
 
 

 
 



5. El dibujo que el péndulo traza confirma que las energías aéreas proyectan sobre la superficie gravitatoria sus pistas de desplazamiento e interconexiones ingrávidas.


6. El péndulo supone una maniobra sutil, cenital , fugaz y delicada de cálculo y descripción.


7. El péndulo quieto indica el origen técnico de un cálculo. Es la orfebrería concisa de la horas y los cursos gravitatorios.

 
 
 
 
 
 


8. Del péndulo quieto al péndulo penduleando hay la diferencia fenomenológica del tanteo teórico a la ejecución; del aparataje tecnológico a la descripción de la aventura de sus competencias; de la indicación a la estadística de indicaciones; de la belleza al uso de la belleza; de la contemplación a la discriminación cuantitativa.


9. El péndulo quieto o es una pose, o un abandono superficial o un culto a la escultura soñada
de los artífices.


10. El péndulo en movimiento traza los cursos magnéticos, indica el arabesco que articulan, invisiblemente, las energías, observa las conexiones sutiles, vislumbra el horizonte de las horas en devenir.


11. Bajo el péndulo, sobre la superficie en la que se proyecta, reposa el dibujo invisible y bidimensional de un
anillo de Moebius. 
 
 
 
 


12. El anillo de Moebius señala la posición estática del péndulo como el sumun de sus operaciones posibles, la saturación de todos sus movimientos prospectores.



13. El péndulo quieto es una figura tranquilamente hiperbólica de la hecatombe, o bien, de la cesación simple, o el símbolo eventual de las eras que se suceden en la delineación de una finalidad motora de los cuerpos y la tierra en el espacio.


14. Indicador de sucesos inmóviles, de flujos rasantes, auscultador de los latidos telúricos, de las flexuosidades regresivas, rastreador de ejes y paralelas, vislumbrador de senos gravitacionales, amanuense veraz de los pululantes y precisos conflictos magnéticos.
 
 
15. El péndulo quieto es un momento de la historia tecnológica, un gesto de la aventura cognoscitiva.      


 
 

martes, 3 de septiembre de 2013

ACQUA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 

CRECIENDO ENTRE IMPRESIONISTAS DIARIOS DE Julie Manet

Hay momentos en la historia de la cultura, episodios estilísticos o simplemente períodos en el ámbito de un siglo, que se revisten de un e...