jueves, 29 de agosto de 2013

VAMPIRA Y LOS ESPÍRITUS DE MARTE




En esta serie finita, torturantemente finita, de fotogramas, vemos a Vampira  asistiendo a la siniestra velada que se va a celebrar en el interior de una sofisticada sala. Lo que comprobamos enseguida es que nos encontramos en el ámbito de lo fantástico, pero si nos fijamos en la indumentaria de ambas damas, detectaremos que cada una pertenece a distintos momentos de lo fantástico. Efectivamente, la mujer que acciona el dispositivo que abre la puerta, lleva un traje, aparentemente, espacial, aunque el peinado la ubique en la moda de mediados de los cincuenta del siglo XX. Pertenece, presuntamente, al futuro. El superestilizado personaje plantado en el umbral de la puerta, es, como ya hemos dicho, Vampira, que, aunque creada también en la década a la que pertenece el peinado de la astronauta, toma prestada su iconografía de  una interpretación decadente del vampiro romántico.
El responsable de que ciencia-ficción y terror clásico se den tan absurda cita es, cómo no, el hórrido Ed Wood, quien en su film Plan 9 from outer space  logra dar la vuelta de tuerca al bodrio de referencia en las películas de serie B. 
Para Umberto Eco el mal gusto de lo kitsch se define por la "prefabricación e imposición del efecto". El mundo de las películas de serie B es incapaz de ir más allá de la recreación más o menos digna, de los efectos y los ambientes. Por ello es que este tipo de mercado resulte tan encantador como tranquilizador: ya sabemos a qué atenernos al buscar cualquiera de sus productos.
Si lo kitsch es la locura del efecto, también lo es del pastiche: intriga policial, invasiones extraterrestres, asesinos, zombis, vampiros y monstruos se amontonan sin ton ni son en las ¿películas? de Ed Wood, como en el cobertizo de un trapero. Ahora bien, en lo kitsch hay todavía cierta pretensión que sucumbe, inevitablemente, en el esteticismo y la impostura. No sé hasta qué punto Ed Wood creía estar haciendo algo medianamente artístico.  Quizá para él no era prioritario sino lo que el público demandaba, más o menos en secreto, es decir, en la reducción de todo impacto "estético" al cúmulo de los efectos. Por ello es que este tipo de cine resulte una de las expresiones más esperpénticamente genuinas de la cultura de masas.
Observando la imagen de arriba y analizando su redundancia - la ciencia ficción y lo terrorífico mezclados exóticamente, en una misma narración-, me he acordado de otra curiosa "mixtura".
En su tesis doctoral, Psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos, Carl Gustav Jung, estudia los pormenores de una serie de sesiones espiritistas a las que asistió. La médium a la que interroga e investiga, S. W. y que resulta ser su prima, en una de sus comunicaciones con el más allá, informa a los presentes sobre la vida de los espíritus.
Los espíritus viven en el planeta Marte. Allí nadie marcha por tierra, sino en máquinas volantes que se deslizan por los famosos canales marcianos. Hay espíritus en otros astros. No existen guerras ni conflictos. Los espíritus pueden viajar a la Tierra, pero deben mantenerse a 25 metros de la superficie. De lo contrario son absorbidos por nuestro planeta, adquieren un cuerpo terrestre y no vuelven a su planeta hasta que mueren de muerte natural.
Resulta curioso este tratamiento tan material, tan común, de los espíritus. ¿Será porque son espíritus y no almas, y por lo tanto ser espíritu queda demasiado cerca de los flujos y de las energías? ¿Se escoge como morada de los espíritus el espacio galáctico por su prestigio literario, por su carácter metafórico, o la médium nos está hablando, directamente, de un Marte espiritual? ¿Cómo es que los espíritus mueren y transmigran a un nuevo espíritu?
En definitiva, si hay westerns del espacio, si podemos mezclar vaqueros y naves espaciales, eximida toda lucubración teológica, no veo impedimento en que las jerarquías y hábitats de los espíritus dependan de la imaginación de la época. De este modo se exhibe, en toda su fascinación, el imaginario colectivo a través de la historia y de sus posibles y pintorescos entrecruzamientos.   
 
 
     
 

lunes, 26 de agosto de 2013

AFORISMOS DE VOLTAIRE

 
 
 
El aforismo que, quizás, sea la forma de pensamiento de la modernidad, - véase Pascal, Schopenhauer, Nietzsche - se ha convertido, también en una práctica literaria. Ambas cosas convergen, ya que el aforismo es un arte que requiere agudeza reflexiva y una escritura eficaz que sepa expresarla.  Precisión y rapidez provocan ese deslumbramiento tan adictivo para el lector.  Resulta curioso que pensamiento y literatura marchen de la mano en el ejercicio aforístico: también Voltaire, el gran filósofo de las Luces, fue un notable escritor. Podríamos decir, incluso, que para Voltaire la filosofía venía a reducirse a la obra humanística de la práctica literaria. Una práctica que sería la forma soberana de expresión para quien los tratados de Metafísica o de Teología se le antojaban incómodos volúmenes cuyo discurso yacía, acartonándose, en la solemnidad de sus cátedras.
 
María Teresa Gallego (a quien conocí en una visita que hizo a Orihuela, acompañada del también traductor Joaquín Garrigós) y Amaya García, llevan a cabo una criba en la suntuosa correspondencia del autor con duques y duquesas, príncipes y periodistas,  a la búsqueda del cohete- como diría Carlos Edmundo de Ory-, del aforismo escondido entre los pliegues continuos de una escritura ágil y  absolutamente sincera. El resultado es un notable puñado de pensamientos que tienen el doble atractivo de su límpida factura y sorpresiva actualidad.  
 
 
La observación sorpresiva:
Lo científico nunca es escandaloso.
 
Llamamiento contra el olvido:
Las injusticias atroces son siempre heridas recientes.
 
El más sabio epicureísmo:
Coloco los placeres en el rango de las bellas artes mayores.
Todo cuanto no es placentero es lamentable
 
No sólo Schopenhauer se sabía nuestro refranero. En una carta a Étienne-Nöel Damilaville, Voltaire también nos cita:
¿Conocéis este refrán español que reza. " De las cosas más seguras, la más segura es dudar?
 
Tendencia política de la naturaleza:
La naturaleza es cruelmente liberal
 
La galantería suprema:
Ni todos los razonamientos del mundo valen tanto como un sentimiento de mujer
 
Haciendo patria:
Los franceses serán siempre a medias tigres y a medias simios
 
Bordeando la greguería:
La cama es el pupitre de los ancianos
 
Lo desternillante:
Sólo Spinoza me consta que razonase bien. Pero no hay quien lo lea.
 
Desde aquí nuestras felicidades a la exquisita Hermida Editores por esta, igualmente, exquisita selección de los mejores aforismos volterianos y que constituye la novedad de su colección.  

viernes, 16 de agosto de 2013

CARTA

 
 
 
 

 
                                                                                       Guardamar, 08/04/13
 
     Hola, José María. Durante el trayecto de regreso a Guardamar, en la noche del miércoles, me iba prometiendo leer tu poemario lo más urgentemente posible, sobre todo en atención a que no diera lugar el hecho de que me reprobaras, como en otras ocasiones.  Y así lo he hecho.
     Lo primero que me advierte tu lectura es que no debo leer con el corazón, sino con la inteligencia, pues gran parte de tu poesía es pensamiento. ¿Se puede despertar la emoción lírica desde el pensamiento?    Nos podemos acercar a la emoción poética con las dos herramientas.  En tu caso, he utilizado las dos en distintos tramos:  unos poemas, primera y segunda parte, son más de inteligencia, y la última parte, Itinerarios, se deja llevar a veces por el corazón en el sentido de que parece participar más de lo lírico en detrimento de lo reflexivo, que hay en Explicatio y Tesituras.
     Cuando hablo de corazón, no hay que echarle ascos a la palabra, ni a su significado.  Me refiero que, cuando leo poesía, busco pulsión o punzamiento (hago alusión aquí a lo de “punzar” –punctum- como término usado por Barthes en el ensayo de la Cámara lúcida, que sabes que estoy leyendo, y que tú seguramente te acordarás), que me conmueva, que se me escape algo que no pueda detener con el conocimiento, que, en definitiva me avasalle o cautive. 
     En tus textos hay teoría, concepto, debate; y en su última parte el lenguaje se ilumina de otro entorno, se expone más a la  vida.  Hay dos estancias en el poemario que tú muy bien señalas en la presentación.  Se aúnan instrumentación y  práctica, concreción del hecho poético.  Tu libro hay que entenderlo como el maletín de un poeta, donde se advierte de la mecánica, los utensilios, las reflexiones que conlleva trabajar con la materia prima de lo poético, junto a exposiciones de uso práctico.
     Su lectura me ha referenciado ámbitos de Sausurre, Heidegger, Gadamer, Barthes.    Circula la lingüística, la filosofía, la Semiótica … Son temas, como dice Antonio Gracia, propios del ensayo.  Ahora bien, la pregunta es ¿puede un contenido introducirse en la malla de un género que no le es propio?  Pienso que sí, sobre todo si se hace sin perder la esencia propia del género que se vulnera (aunque no considero que tú vulneres el género lírico), es decir, la poesía.
     Cuando tú hablas de la misión del poeta, del poder demiúrgico, de la singularidad de cada poeta como universo individualista o del elemento salvador de la poesía, estás argumentando las líneas de tu mecánica (Explicatio);  cuando en Tesituras rememoras el tema del palimpsesto, el mundo Barthiano de que “el mundo es una ficción impositiva”, o “somos hablados por el lenguaje” (teorías semióticas) …, estás hablando del Referente palabra, que es la materia prima con la que se hace poesía. Todo esto lo haces establenciendo un diálogo con el lenguaje, con las palabras, como dando golpes a los vocablos y sus asociaciones para llegar a ese sentido primero  inocente del lenguaje, que es el revelador. Y esto es lo que a mí, de estas dos primeras partes, me parece auténticamente poético, repito, el intento de hacer hablar el lenguaje fuera de la lógica del lenguaje.  Y eso se consigue con palabras e imaginería fuera de lo convencional, evidentemente.  Sabemos que las palabras vienen con sus herencias y ropajes preformados;  tú buscas el contraluz de la palabra, que sería aquella que se desprende de sus óxidos, de sus ejércitos significativos para emerger desnuda y clarividente.  Pero, es dificil hacer materia poética con aquello que se revela como teórico, pues lo teórico riñe con lo estrictamente lírico, y sobre todo cuando , creo, que pretendes poetizar el objeto poético objetivándolo.  Tu deseo es  objetivar (teoría) la materia prima de lo poético, que son las palabras, alcanzando, como meta, esa isla primigenia de significado considerado como el verdadero significado poético. Es decir, hacer poético aquello de lo que habla de la poesía.  Sin embargo, en este corpus de las dos primeras partes en que tu poesía se desprende de lo poético, hay algunos poemas que avanzan en lo que será Itinerarios y que se impregnan de una mayor emoción lírica:  La vida infancia venerable, Al raso, el enumerativo Memoria, el simbólico La rosa se muta en la rosa y Escala.
     En Itinerarios los poemas que más me han gustado han sido Siesta, el poético y narrativo “Secuencias de un instante”, el brevísimo La gula de las raíces, los encantadores grabados de estética finisecular y Estío.
 
     En resumen.  Tu libro me gusta como “maletín” del poeta, pero sobretodo cuando te acercas más a la vida que a los constructos teóricos;  cuando te alejas del objeto conceptual se despierta el poema y se “ofrenda”.  Me ha emocionado tu empresa, la integridad que has puesto en todo el libro, pues no te escapas de lo que dices y te propones, de esa pátina romántica que supone la “misión” del poeta, de los ecos simbolistas, desfaciendo el entuerto de lo invisible, de la propuesta que supone cada poeta, cada universo, para la gran Obra, de deshollinador de misterios, de los ecos surrealistas, y que J.L.Zerón pormenoriza en el prólogo, y en el que me hubiera gustado que hubiese desarrollado ese amor tuyo que “observa en el destrabamiento  poético del lenguaje una luminosa eclosión de la experiencia interior”, puesto que ahí es donde tu poesía alcanza mayor solvencia.  Me parece acertada la idea de que tu libro –señala J.L.Zerón- se sustente por el surrealismo, pero también lo sustenta la Filosofía, la Semiótica y la Lingüística.  Y me parece una apreciación auténtica el momento en el que advierte que eres poeta físico, sensorial y también metafísico, fundamento de tu universo creativo. 
     Y bien, una observación quería hacerte, ya terminando.  Es el uso de las locuciones adverbiales o nexos adverbiales o incluso adverbios, que , en ocasiones, se convierten en montículos u obstáculos inexpresivos, como inoportunos hombres de gris en aquella novelita de Michael Hende, Momo. Por ejemplo, en el poema Fanal, terminas el verso con “de pronto”. De todo ese poema, sobra la locución adverbial, pues no es nada lírica, ni por asomo. Rompe el equilibrio del poema…  Y otro ejemplo,  en La mano, 1841, hay un verso que dice “como si, paradojicamente”, donde no tiene nada lírico unir un enlace adverbial de modo con un adverbio;  ese verso es un islote sin significación poética, a mi modo de ver, claro. Y cuidado con los adverbios terminados en “mente”, que al hacerse próximos en un poema desencadenan un ruido molesto “continuamente…paradójicamente”.
 
 
Bueno, Jose.  Me despido con un fuerte abrazo. Me alegro mucho que hayas publicado, ahora una nueva etapa tienes entre tus manos.  Hasta pronto, amigo…, y ¡cuidado con los africanos que entienden más de leyes que de arte!
 
                                                                      José Luis Navarro Vallejo



martes, 13 de agosto de 2013

NOTAS (no veraniegas)


 
 



El amor científico de los ingleses por los monos.
La obsesión belicista del Canal Historia.
El descubrimiento de la América lúgubre y aberrante a través del programa Crimen e investigación.
El horror de los nórdicos por el mediodía, "la hora de los fantasmas" (Jensen, Weinninger)



Tenía razón Baudrillard. Vivimos una época pornográfica. Y donde más descaradamente se muestra esto es en el espacio político: corrupción, wikiliks, etc.. La pornografía, es decir, el tener que mostrarlo todo, también ejerce un poder tremendamente erosionador en el lenguaje. Una cosa es el taco que se suelta en un momento dado y que libera una indignación o una irritación, y otra es esa pasmosa tranquilidad con que el lenguaje es desposeído de tal capacidad, con qué facilidad- véanse series y películas españolas, por ejemplo - se abusa y se sobreabusa de la palabrota, cómo se dice lo que sólo se debiera decir en ocasiones excepcionales o catárticas.


A propósito de la nota anterior, los tacos que soltaba el jefe de Azorín, el director de El País, y de los que el escritor alicantino, nos informa en sus notas bohemias de Charivari (1897): Me resulta difícil y desconcertante imaginar a un tipo con levita decir una y otra vez: ¡Me ca…en Dios!



El lenguaje no es de nadie, clamaba Agustín García Calvo. Ni el mundo ni el conocimiento. El universo, las cosas no son intocables. Todo está tanto para ser cuestionado y conocido como disfrutado.


 
 
 
 

¿Cómo es que el color del luto en la India sea el blanco? Lo entiendo si la muerte es una liberación, un viaje a lo infinito y por ello, el dolor sea menos aniquilante. Percibo también cierta ingenuidad, por así decir. El negro es terrible, definitivo. El blanco también tiene que ser definitivo, pero de otra manera…




Cuando descubrí RTE sentí un gran entusiasmo y curiosidad. Una cadena realizada por periodistas rusos y españoles que emite desde Rusia en español. Estupendo. Desde hace un par de años, esta cadena ha dado un notable y lamentable giro: padece tal paranoia antinorteamericana que sus noticias no marchan sino en una sola dirección y resulta tedioso ver sus programas. Incluso la figura más notoria, la fascinante Elena Rostova, ha desaparecido. Lo peor es que la descarada rapacidad estadounidense en el ámbito internacional justifica esta empobrecedora parcialidad.
Otra cadena de descubrimiento reciente: Córdoba Internacional, hecha por musulmanes españoles. La examino, la escudriño y la investigo con una curiosidad cuasi morbosa. ¿De dónde ha salido toda esta gente? Bajo la autoetiqueta de ser una minoría, esta cadena maneja con habilidad el ofrecerse como una expresión más de la multiculturalidad que se está produciendo en suelo europeo. La intención de la cadena, por otra parte, es la de mejorar la imagen que del musulmán y del Islam, en general, dan los medios de comunicación. Lo que es de esperar es que lo que se denomina el islam europeo, y del que esta cadena puede ser una de sus expresiones en el ámbito de los medios, corrobore su talante progresista precisamente por estar en el contexto en el que está: el europeo. Lo digo porque la tentación del victimismo se convierte en un lastre informativo y puede hacer tendenciosas las intenciones de los programas. Aún así, impera la moderación, se percibe la autocensura, e incluso un cierto efecto naif involuntario.   

CRECIENDO ENTRE IMPRESIONISTAS DIARIOS DE Julie Manet

Hay momentos en la historia de la cultura, episodios estilísticos o simplemente períodos en el ámbito de un siglo, que se revisten de un e...