miércoles, 28 de octubre de 2015

ESCUCHANDO LOS ESTUDIOS PARA PIANO MECÁNICO DE CONLON NANCARROW






Festejo del intelecto. Maravilla de que el pensamiento humano produzca tales obras, tal cantidad prodigiosa de notas arremolinándose, sucediéndose, desparramándose, astillándose y multiplicándose por el espacio. Qué labor faraónica la de transcribir los ejércitos de notas a un rollo perforado después de haber compuesto cada una de las piezas.  

Lo característicamente sorpresivo de la escritura musical es que cada nota haya sido pensada. Aplicado aquí es como si se le hubiera puesto un nombre diferente a cada grano de arena del universo. El meticuloso registro de cada nota ¿se ha producido de golpe, o paso a paso? De qué forma surge una maravilla musical como los estudios de Nancarrow, qué eléctrica sensibilidad los ha generado, qué sobreimaginación los ha propiciado? ¿Quería Nancarrow emular a la máquina, superarla gracias a la utilización de otra máquina, demostrar que las posibilidades imaginativas del cerebro van más allá de lo que dos y cuatro manos pueden interpretar en un teclado?

Partió de varios modelos: el jazz, el barroco, el vanguardismo, incluso el flamenco son sumas de velocidades, de intensidades, metas estéticas, estilos de los que tomó lo que necesitaba para trascenderlos en una labor alquímica que sólo el vértigo de la máquina podía reproducir.

A veces, cuando la imaginación creadora, cuando el intelecto se propone lo imposible, lo consigue y es ahí donde el ser humano se erige soberano, legítimo fundador de un mundo. La extraordinaria obra de Nancarrow festeja eso mismo: la conquista del infinito, la convergencia jubilosa de juego y creación en una explosión de fugas y cromatismos.    

 

 

viernes, 23 de octubre de 2015

Paul Celan. AFORISMOS Y TEXTOS EN PROSA. MICROLITOS


 
 
 

 

Hace algunas décadas, creía que una poesía que no renunciase a la secreta aristocracia del decir hermetizante y que desde tal registro se atreviera a nombrar el temblor de lo real, tendría que apoyarse en una poética semejante a la que un Paul Celan había alumbrado - sin olvidar el apretado y esplendente repertorio que tenía a René Char como padre -. Para confesarse ingenuamente seguidor de la poesía de Celan bastaría con ceñirse a un limitado registro simbólico y creer que esa mística práctica acendraría el producto lírico, desdeñando actualizaciones poéticas menos uniformes.

Evidentemente, es la historia, sucediéndose,  la que distribuye tonos y destinos, y los seguidores de una poética no ensayan sino variaciones de la palabra primera que fundó tal poética. Lo irreductible en un poeta es lo que le hace ser él mismo. En casos extraordinarios, tal propiedad se encarna en un fulgor doloroso …..

Una de las cosas que definían la “pureza” de Celan, era su distanciamiento de la prosa. Imaginábamos al poeta arrebatado por un decir, único en la poesía europea de las últimas décadas. Celan es sus poemas. Por ello, hasta hace bien poco, creíamos que, salvo escasas colaboraciones en prensa, sobre todo entrevistas,  únicamente era autor de un breve texto explicatorio de su poética. Este volumen de la editorial Trota, felizmente, nos muestra a un Celan menos púdico y más productivo, al Celan teórico y aforístico.

En sus notas, Celan se muestra tan esencial como en sus poemas. No hay especulación prescindible, la más escueta anotación posee importancia alusiva. Podríamos decir que estos textos son su poética, confirmando esa correspondencia con sus poemas, y teniéndose en cuenta que más que deseos de formular una poética integralmente, Celan expone, ocasionalmente, algunos de sus aspectos centrales. El tono tenso y oracular no son preferencias  sino consecuencia de una asunción compleja. Para Celan la cuestión de la oscuridad en poesía no se reduce a determinaciones estilísticas, se trata de algo natural, originario, inevitable. El poema viene preñado ya de una oscuridad que le es innata “ como resultado de una individuación radical”. Frente a nosotros y frente al mundo, el poema es universo en formación, mensaje ultimado, fragmento de lenguaje que va a decirnos qué se emprende en él.

Celan se rebela contra las reducciones comunes – ideológicas, literarias – que pretenden comprender la naturaleza del poema. El poema ni es un sistema de signos, ni un texto computable, ni un conjunto de imágenes. El poema trasciende toda componenda teórica para introducir “lo otro”.  

El poema es “la voz del hombre, recuperada”. En esa acción del verbo- recuperada – reside la aspiración profunda, toda la originariedad de la poesía de Celan. El poeta es quien dice las cosas por primera vez y en esa primera vez están incluidas todas las aventuras de la palabra.

Leer desde este lado a Celan no nos devuelve sino al punto central en donde recibir el enunciado poético en su mayor altura – la suya, la que le corresponde – para darnos cuenta, de nuevo, con qué extraordinaria intensidad y belleza despliega la poesía los lindes de sus territorios y cuánto exige sobre los que decide descender.  

 
Difícilmente podrá haber una edición tan exhaustiva como la presente sobre la obra en prosa del poeta Celan, ya que aquí se encuentra la totalidad de lo que anotó, reseñó, ensayó o escribió en ese formato. El trabajo de los editores, comentadores y traductor, es considerable. La única pega es que, precisamente, ese rigor haga que la cantidad de notas aclaratorias interrumpa un tanto la lectura.

 


 

 

 

 

jueves, 22 de octubre de 2015

MINI ÁLBUM FAMILIAR DE FOTOS SIN IDENTIFICAR

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LA BELLA DESCONOCIDA
 
 


Finales de los años veinte, principios de los treinta. Me fascina esta imagen. Imagino tras la puerta que se ve al final de las escaleras, un corredor oscuro con el mobiliario aterciopelado. ¿Qué es el edificio: una iglesia, un teatro, un cine? 







Contraste: el restaurante es lo quieto; las vías, lo que se va. 





No mirar nada en particular.






El poeta trabaja.

 


Invocación del aura.

 

lunes, 19 de octubre de 2015

OBSERVATORIO. Cinco puntos.


 

 
 
 
 

A los del pensamiento animalista se les nota lo animales que son cuando, transidos de dolor y espanto ante un lomo con banderillas, se muestran indiferentes ante la posibilidad de que el torero muera en la plaza.

 

 

La muerte es demasiado terrible para ser pensada. Pero ello mismo, el que la muerte sea impensable, nos libra de la tortura interminable de asumirla exhaustivamente, aunque no atenúe en nada, evidentemente, el dolor de la pérdida .

 

 

Para constatar la decadencia europea sólo hay que echar un vistazo a esa cosa cursi y pegajosa,  homogénea y repetitiva, que ya no ofrece acontecimiento estético, como sí ocurría en el pasado, que es el festival de eurovisión. Con la cantidad de folklore diverso, de fascinantes músicas que se dan en países como Armenia, Irlanda, Bulgaria, Hungría o Rumanía, por ejemplo,  y asistimos a un desfile de acarameladas baladas pop de corte británico, que parecen hechas por una misma máquina de elaborar canciones. Con Eurovisión, Europa traiciona absurdamente su propia riqueza musical. Dicho lo dicho, resulta significativo que se haya convertido en un festival de seguimiento gay.

 

Pensar es sentir, decían audazmente los sensualistas franceses del XVIII. Curiosamente, lo opuesto, sentir es pensar, no parece tan claro ni tan incisivo, aunque el sentir lleve incorporadas imágenes y representaciones diversas del mundo y de las cosas.

 

La veracidad de los conceptos no exime de una bulimia de las palabras.




lunes, 12 de octubre de 2015

EL SUEÑO LÓGICO


En un estado de semivigilia, tras la toma de un relajante, me asalta la ebriedad y me pongo a escribir. Al día siguiente, de lo que me acuerdo es de las sensaciones que tuve al escribir, más que de lo escrito. Como suele ocurrir con los sueños, es más intenso y valioso el recuerdo del estado de ebriedad que lo producido por tal estado. De todos modos, para no perder lo escrito, lo transcribo aquí. Algunas líneas me han resultado ininteligibles - no he entendido mi letra -  y en otros puntos he podado las deshilachadas frases finales de alguno de los párrafos.  

 
 
 
Con respecto a la lógica que relaciona hechos, qué clara es la noche.

Lo admirable es que los hechos constituyan una lógica.

Durante la noche, el día es el conjunto de acontecimientos, el acontecimiento, por antonomasia.  La vida aconteció. Y percibimos el hecho normativo: la sucesión de hechos, vislumbrando su significado final. Percibes el sentido de la lógica de los hechos. También es verdad que porque han sucedido, tienen sentido. La interrelación de los sucesos no es absolutamente manifiesta, hay que saber buscarla, definirla. El que a los veinte años uno no ejecutara determinada cosa esencial para la vida, a los 50 surge sobre la superficie esa ausencia con una transparencia meridiana. En el centro de la noche de mi visión, se ubica la operación de esa frustración.

Lo que ocurre me dona un significado, me presta una relación. El suelo del acontecer está sembrado de significados. No es que mi vida dependa de ellos, pero podría saber porqué estoy donde estoy si revisara sus certidumbres.

Si leo el mundo, es porque, finalmente, concibo lo que me ocurre como una metáfora. Todo es término de otra cosa – ése es el enunciado formal semiótico-. No sé lo que todo ello me deparará, pero ocurre y si describo una senda en la vida es porque he logrado trenzar alguno de tales significados.

Todo tiene un significado, un destino en el significado, lo aceptemos o no. El significado se dispersará en la bruma del tiempo, pero yo logré percibirlo y escribirlo.

El sentido existe en tanto que gracias a mi observación lo percibo y lo doy a la luz. Pero no podría no darlo a la luz. Mi descripción articula las partes incandescentes del sentido.

Qué tiempo hace el mundo, qué mundo se da en el mundo.

Puedo olvidarme de ello, de desenhebrar la estrella semántica, pero en el decirnos algo me describo y defino, ineludiblemente.

  

 


jueves, 1 de octubre de 2015

Gustave Flaubert. CUADERNOS

 
 
 
 
 

Ya hace tiempo que publicar los diarios íntimos o los borradores de las obras de los grandes creadores ha dejado de ser considerado como algo secundario o trivial, para convertirse en material de investigación biográfica y literaria de primera mano.

Todo lo que los escritores escribieron sin intención de publicar, se convierte en testigo secreto de evoluciones estilísticas y de los vaivenes contextuales.  

El conjunto de notas de un escritor importante es hoy, y no, exclusivamente por los devenires editoriales, casi una obra más del autor en cuestión. Podríamos hablar de una literatura de la metaliteratura, del apunte, del fragmento, del apéndice sustancioso, de la nota.

Independientemente del interés filológico o lingüístico, es el deseo de escudriñar las tramas de la imaginación universal lo que hace que nos adentremos en el orbe de los “pre- textos” creados por los propios literatos en torno a sus obras.

Es precisamente el carácter inmediatamente personal de publicaciones de este tipo lo que azuza el interés tanto del lector que conoce la obra del escritor como del crítico que desea renovar o fundamentar la imagen de su escritor preferido.    

 
Estos Cuadernos de Flaubert, estupendamente editados por Eduardo Berti en la amable colección Páginas de Espuma, se componen de  una variopinta y heterodoxa colección de textos, citas, aforismos, diarios y proyectos de novelas y suponen la totalidad de los borradores  del escritor normando.  Se trata de un material, cuantitativamente importante e inédito en España.  

 
Leyendo estos cuadernos nos encontramos no con simples u ociosas notas tomadas al margen, sino, en suma, con un notable legado textual,  atractivo tanto para el estudioso  de literatura en general, como para los amantes de Flaubert, en singular.

Nos descubren los itinerarios de las lecturas flaubertianas, los intereses literarios y críticos del autor, sus copiosos escudriñamientos a través de disciplinas varias, como la filosofía o la historia, siempre en búsqueda de lo chocante y lo  paradójico, de lo representativo y lo pintorescamente notorio. El conjunto de sus notas y aforismos trazan  un sofisticado horizonte de curiosas correspondencias, muestran un talante escrutador  que merodea en torno a unas singularidades sociales y estéticas que sólo un ojo crítico con la época en que vive sabría deslindar de la sucesión histórica.  
 
 
 
 
 
 
 
Los cuadernos nos revelan a un Flaubert como ávido lector de obras políticas, literarias, históricas, filosóficas, religiosas y esotéricas. Esta suerte de enciclopedismo soterrado, esta profusión de fuentes anotadas se explican por una razón fundamental que el propio Flaubert especifica en una de sus notas. Antiguamente, soñar implicaba fundar naciones e imperios, descubrir nuevas tierras, expandirse. Ahora, el sueño, tras el ocaso de las grandes civilizaciones y el fulgor de tantas batallas, se retira a la interioridad del recuento pululante de lo existente y a la fascinación por lo acontecido. El movimiento del hombre ha cambiado de signo y dirección: antes se abría al exterior e invadía el espacio, ahora, se repliega sobre sí, seducido por la aventura cognoscitiva. La heroicidad secreta burguesa es la de atravesar con la lectura los volúmenes infinitos de las bibliotecas que ha acuñado el paso de los siglos.
La historia, contemplada como una línea interminable,  acumula tal cantidad de acontecimientos y épocas, el saber suma tantas ramas y disciplinas, que el sueño del hombre decimonónico consistirá en recorrer, desde su gabinete de estudio, ese laberinto de mundos, intentando descifrar su clave. La imagen inercial de la historia como acumulación mastodóntica que es propia del siglo XIX se convierte para el investigador de esa época en cómodo volumen de datos sobre el que recostarse para fantasear sobre lo infinito de lo acontecido.  El sueño del conocimiento es adueñarse de la historia, de su riqueza y vericuetos, pero, independientemente de esta aspiración monástica que obliga al intelectual burgués al retiro sibarítico de la compilación, el caudal real de la historia ha desembocado en el seno de la descastada sociedad burguesa y Flaubert piensa que la cultura del futuro inmediato consistirá en una mixtura ineludible, en una fusión entre Oriente y Occidente, en una barbarización del civilizado y a una civilización del bárbaro.

Qué vanguardista suena esta observación flaubertiana: no hay más que echar un vistazo a las sociedad europea, a las derivas del arte contemporáneo, para comprobar su cumplimiento.

No es de extrañar que ante tales  expectativas, ubicado lo épico en épocas remotas, la mente flaubertiana produjera obras imaginativas tan sintomáticas  como Salambó – el vértigo por el detalle pululante que provocaba la fascinación decimonónica por Oriente - Las tentaciones de San Antonio,-  desfile fantástico de hibridaciones entre el cristianismo y las civilizaciones de la antigüedad -  y  Bouvard y Pecuchet, - la pareja de pintorescos archiveros que desde provincias pretenden consignar plácidamente todas las disciplinas del saber universal. 

Describimos escuelas y movimientos literarios para “apresar” las obras literarias  y también para controlar la aparición, la dinámica  de todo ente artístico. Antes de conocer a Flaubert lo encasillaba en el movimiento realista o naturalista, tendencias literarias que no me producían demasiado entusiasmo. El volumen de notas aquí reunidas, confirma el carácter de un escritor sorpresivo que se sumerge en la historia para consignar los devenires del presente. La originalidad con que se interna en el follaje de los textos que son esa historia, hace que sea literariamente uno de los escritores modernos más vibratoriamente cercanos.   
 
 
 
  

CRECIENDO ENTRE IMPRESIONISTAS DIARIOS DE Julie Manet

Hay momentos en la historia de la cultura, episodios estilísticos o simplemente períodos en el ámbito de un siglo, que se revisten de un e...