La imagen y el prestigio
de un autor se va reforzando y modificando con el paso del tiempo. La aparición
de nuevos lectores y la aportación de la crítica hacen el efecto de una
recreación constante si el autor es relevante. El Borges de 1960, por ejemplo,
no es el Borges que conocemos hoy o del que tenemos una imagen plena
como original creador de ficciones o de sofisticadas aventuras semiótico-hermenéuticas.
Antes era sólo un escritor de estilo exquisito.
La guerra de Ucrania es una lamentabilísima
anacronía del universo eslavo. Aunque se hace preciso especificar que es Rusia
la que para afirmarse necesita de estos procedimientos violentos. Con ello,
Rusia no es capaz de progresar, vuelve a estancarse en modos de hace setenta
años o más. Recuérdese el caótico retroceso que supuso la década de los
noventa. Con la guerra Rusia pierde el tino vital de las cosas, vuelve a
imposibilitar el optimismo.
Resulta insólito y
fascinador, al mismo tiempo. Tanto Juan
José Benítez, como Antonio Ribera,
Javier Sierra y Eslava Galán, experimentaron de niños encuentros reales con seres
fantásticos que, posteriormente, olvidaron o rechazaron pero cuyo recuerdo fue
a alojarse en los estratos profundos de la memoria. Es como si el destino se
adelantara a través de estas experiencias, como si el misterio mismo les
hubiese elegido para que en el futuro escribieran de adultos sobre tal tema.
Aquí cualquier bien pensante diría que aquello no fue sino un signo prematuro
de la musa literaria, que fue una afloración del inconsciente, creación de los
propios sujetos. Pero con el tiempo, y conforme compruebas que hay brechas
súbitas en la realidad que no acaban de explicarse, uno comienza a dudar de qué
fue antes, si la consecuencia o la causa.
Podría decirse, en principio que la teoría sueña la acción. O que la acción llega a poner en escena elementos o motivos que ha dilucidado la teoría, previamente. La realidad es más genial que la práctica de antinomias comunes. Reparemos en lo que manifestaban los surrealistas, lo que supuso para la sensibilidad el advenimiento del romanticismo, las historias que el cine representa. La realidad es un campo de resoluciones propias y mensajes en movimiento continuo, de estrategias confluyentes.