miércoles, 18 de junio de 2025

SUMAS III




 

La imagen y el prestigio de un autor se va reforzando y modificando con el paso del tiempo. La aparición de nuevos lectores y la aportación de la crítica hacen el efecto de una recreación constante si el autor es relevante. El Borges de 1960, por ejemplo,  no es el Borges que conocemos hoy o del que tenemos una imagen plena como original creador de ficciones o de sofisticadas aventuras semiótico-hermenéuticas. Antes era sólo un escritor de estilo exquisito.

 


La guerra de Ucrania es una lamentabilísima anacronía del universo eslavo. Aunque se hace preciso especificar que es Rusia la que para afirmarse necesita de estos procedimientos violentos. Con ello, Rusia no es capaz de progresar, vuelve a estancarse en modos de hace setenta años o más. Recuérdese el caótico retroceso que supuso la década de los noventa. Con la guerra Rusia pierde el tino vital de las cosas, vuelve a imposibilitar el optimismo.

 


Resulta insólito y fascinador, al mismo tiempo. Tanto Juan José Benítez, como Antonio Ribera, Javier Sierra y Eslava Galán, experimentaron de niños encuentros reales con seres fantásticos que, posteriormente, olvidaron o rechazaron pero cuyo recuerdo fue a alojarse en los estratos profundos de la memoria. Es como si el destino se adelantara a través de estas experiencias, como si el misterio mismo les hubiese elegido para que en el futuro escribieran de adultos sobre tal tema. Aquí cualquier bien pensante diría que aquello no fue sino un signo prematuro de la musa literaria, que fue una afloración del inconsciente, creación de los propios sujetos. Pero con el tiempo, y conforme compruebas que hay brechas súbitas en la realidad que no acaban de explicarse, uno comienza a dudar de qué fue antes, si la consecuencia o la causa.

 


 

Podría decirse, en principio que la teoría sueña la acción. O que la acción llega a poner en escena elementos o motivos que ha dilucidado la teoría, previamente. La realidad es más genial que la práctica de antinomias comunes. Reparemos en lo que manifestaban los surrealistas, lo que supuso para la sensibilidad el advenimiento del romanticismo, las historias que el cine representa. La realidad es un campo de resoluciones propias y mensajes en movimiento continuo, de estrategias confluyentes.  


 

martes, 3 de junio de 2025

SUMAS II




Cuando ante el médico o ante cualquier otra  persona se me dice que las causas del dolor o afección que estoy experimentando pueden provenir de cualquier cosa, me sumo secretamente en la desesperación. No es el malestar típico que la incertidumbre provoca, es que se me deja en el más puro desamparo. Resuena en esta actitud, la angustia del niño cuando recibía respuestas ambiguas de los adultos de quienes se supone debía aprender todo y que lo sabían todo.

 

 

Somos una disquisición continua (sobre nosotros mismos).

 

 

 

No sabemos todavía lo que implica encontrar significados en la vida, quizá porque vinculamos ese ejercicio a las masas abstractas de la teoría y creemos que es en ese espacio conjetural donde se alberga la relevancia mágica de las palabras. Al leer, qué hacemos sino estar descifrando continuamente el misterio de las cosas que nos rodean. Si no lográsemos vincular un valor ético a una determinada circunstancia, estaríamos perdidos como sujetos y como sociedad. Identificar, hallar o definir un significado con respecto a algo es ubicar ese algo en una jerarquía de relaciones que le dotan de una importancia específica en el consenso común y que nos ayuda a conocer el puesto de cada elemento de tal jerarquía. La labor del filósofo, del semiólogo, es capital para articular la cultura y el conocimiento general. El poeta, el cineasta, el artista en general, construyen un universo sentimental basado en el conocimiento propio y en la interrelación de signos y valores específicos.      




Ya decía Baudrillard hace unos cuantos años que la realidad se había vuelto tan intratable que no existía teoría capaz de explicarla. Efectivamente, actualmente no hay una tendencia filosófica, de ninguna escuela o mixtura de escuelas posibles,  sociológicas o psicoanalíticas que resulte plenamente satisfactoria a la hora de  dictaminar en qué consiste la realidad y a dónde va. No obstante, en el seno de la multiplicidad conceptual de la filosofía sí podemos encontrar un término, una idea aislada que nos ilumine ocasionalmente o funcione como valor concreto que nos ayude a considerar determinados aspectos importantes de la vida. Por ejemplo, unas observaciones de Plotino me han parecido deliciosas y me han iluminado de pronto, al leerlas. Dice Plotino que percibir algo implica experimentar simpatía por tal cosa. Creo que si lo decimos al revés, resulta más elocuente: tener simpatía por algo significa conocerlo. Qué forma poética explicando el conocimiento, la comunicación. La intercomunicación de todo objeto en el universo supone la existencia y despliegue de una vibración intelectual entre todos los objetos. Para Plotino, la percepción de algo no es meramente darse cuenta de ese algo  sino la comunión con ese objeto por parte de nuestra conciencia. Plotino no explica nuestro mundo exasperado, pero estas ideas me han llenado de positividad, de creatividad. Estos detalles nos indican, al menos a mí sí, que en el espacio del lenguaje, en el universo filosófico, si bien no encontraremos la teoría que nos resulte absolutamente satisfactoria con respecto a la naturaleza y destino de la realidad, sí podemos toparnos con apuntes, esbozos, imágenes, conceptos que actúen como perspectivas iluminadoras sobre asuntos complejos.

 

SUMAS III

  La imagen y el prestigio de un autor se va reforzando y modificando con el paso del tiempo. La aparición de nuevos lectores y la apo...