martes, 17 de febrero de 2015

TRISTEZAS VARIAS



 
 

Una anacrónica tristeza es la que se desprende del conflicto ucraniano: mientras medio universo lucha contra la crisis económica y el terrorismo, unos europeos se dedican a matarse entre sí.  Conflicto que no es sino consecuencia de la disolución de un imperialismo también triste, el ruso. Rusia como ese apéndice inmenso  de Europa, como esa galaxia desprendida, por ineptitud y orgullo, del resto de Europa a la que pertenece.
Por la calle me encuentro a Irina, una de las integrantes de Kalina,  la asociación ucraniana de Orihuela. Es una persona admirable, inasequible al desánimo, inteligente, llena de positividad, humor y  optimismo. Me dice que todos son unos ladrones, tanto los pro rusos como los otros. Ante mis reflexiones, remata diciéndome que es, precisamente, en Donesk, punto fuerte de los combates, donde tiene dos pisos que desea vender. Toda su familia está aquí, en España, desde hace 14 años, y ahora, debido a la guerra, le han suspendido la pensión que le pertenecía. "Claro, tienen que gastárselo en armas", me dice, sardónica.  Es ingeniera, pero por la imposibilidad de homologar la profesión, se dedica a negociar ventas por internet. Admiro la voluntad de Irina. Parafraseando a Walter Benjamin, sólo los que se ven estrechados, incluso aplastados por las condiciones y salen adelante, logran darnos esperanza a los demás.






Tristes las estaciones futuristas que están construyendo en Albatera, en Beniel, en Orihuela. Espacios excesivamente grandes para la escasez de viajeros de alguno de estos pueblos. Los andenes, de aplastante y gris hormigón, aíslan del resto de la ciudad y se ven atravesados tan solo por una o dos personas, haciendo pensar en alguno de esos paisajes urbanos desolados que aparecen en las fotografías de las vanguardias. Adiós a las antiguas estaciones, en las que el espacio modesto disponible se amoldaba al número de personas. Se lo digo a mi padre y me comenta que, antiguamente, la estación era lugar de paseo. Eso se acabó. Las estaciones actuales no invitan al paseo sino al tráfico mecánico y estupidizante. Aquí, en estas estaciones del trayecto Murcia – Alicante, ni a eso. Los andenes están solos, como atestiguando en su dura grisura solitaria, que los diseñadores han errado o han delirado ante el presupuesto disponible, multiplicando espacios que no acogen al transeúnte sino que lo dispersan.       
 






Triste el desierto de debate filosófico que hay en España, en los medios. Hay, en su lugar, una plaga de periodistas. Están en todos sitios. No hay otro discurso social sino el que ellos imponen y articulan audazmente. Baudelaire detestaba a los periodistas y a los carteles publicitarios. Las noticias sobre la situación económica y la corrupción que escuchamos todos los días con creciente repugnancia y saturación, son ahora el caballo fuerte de los periodistas. El otro día Fernando Arrabal criticaba esto, que los periodistas conviertan nuestro interés exclusivo en el económico, que nos empobrezcan el espíritu con la lluvia de noticias sobre lo mismo, como si no  tuviéramos otros deseos, como si la realidad se redujera miserablemente a eso.
A propósito de la retirada de los intelectuales de la escena pública. Escucho por la radio a una profesora de Tarragona, filósofa, hablar sobre la tertulia filosófica que tiene en un café donde se reúne con otras personas a debatir. ¿Y si lo que se dice en ese café resultara más interesante que todo este tostón mediático sobre la crisis económica con el que nos hartan todos los días?
 

martes, 10 de febrero de 2015

LÉON BLOY. DE UN EXPERTO EN DEMOLICIONES




 
 

No podemos separar la imagen del León Bloy reaccionario  y provocador de la del Bloy escritor profesional y de altura.  Notable la labor aquí de la traductora, Teresa Lanero, que logra confirmar que ambas cosas son una, revelándonos fragmentos de laboriosa y contundente prosa en esta selección de artículos que el escritor francés fue publicando en la revista Le Chat Noir, vinculada al cabaret del mismo nombre. Sorprende la altura de estos artículos, mejor dicho, la calidad de esta prosa relacionada con un ámbito que podríamos identificar como frívolo. Pero es precisamente en el ambiente de los cafés literarios donde las espirales del verbo pueden darse del modo más inopinado y natural. El ambiente relajado estimula ese verbo que un temperamento brioso y luchador como el de Bloy maneja, tensa y reproduce, ante el motivo que se le ponga a tiro. Bloy aprovecha las seguridades simbólicas y morales que le suministran la religión y su fe para parapetar su ametralladora y hacer surtir estos artículos donde encontramos retratos demoledores, sacudidas contra la sociedad del momento, afinamientos elogiosos y bombardeos selectivos para quien se lo merezca. No sé si Bloy es un escritor que haya que recuperar, o si las ediciones últimas de obras suyas, incluido, destacadamente, su diario, obedecen a una sutil estrategia editorial. En una época infectada de pensamiento políticamente correcto, por un lado, y de desnortados liberticidios de expresión por causa, precisamente, del exceso y el delirio, por otro, compensa  y divierte leer a Bloy. Y no se trata de meros requerimientos ideológicos, sino de evocar una escritura tan lúcida como indignada, que quisiéramos se produjera con más frecuencia en la actualidad.   

viernes, 6 de febrero de 2015

INCIDENCIAS FRAGMINIANAS





Desde el momento en que el diario personal se convierte en un género literario, eso que llamamos intimidad ha encontrado una forma bajo la que justificar sus derroteros y derivas. Hallado está el medio en el que la tal intimidad puede visibilizarse sin perder del todo su naturaleza, su valor como informe secreto. Al abrigo de la palabra, el que escribe pretende confesarlo todo esperando que la lectura de su "confesión" se convierta en su exculpación. Hay escritores que publican en vida sus diarios o convierten sus obras en diarios – Gide, Trapiello, Pessoa - . El diario es el cajón de sastre del escritor, el bloc de los proyectos y de las ocurrencias.

De todos modos, a pesar de que, desde luego, la intimidad ya no es lo que era, sobre el diario pesan, todavía, candorosas connotaciones provenientes de su era romántica. Preferiría hablar de escritura diarística para, por un lado, esquivar tales connotaciones y sugerir un tipo de escritura fragmentaria pero continua, precisa y temáticamente multidireccional.

Ese tipo de escritura hilvana las páginas de este “libro” que me he atrevido a sacar a la luz, Ars Fragminis, a través de la editorial Celesta de Madrid y que de modo, un poco tautológico, me atrevo (otra vez) a reseñar aquí: el blog es también escritura diarística.




El libro consta de una selección de textos breves extraídos de mis diarios y material aforístico, que estaba destinado, en su mayor parte, a ser publicado aquí.  Pero este “aquí” tiene un problema: su virtualidad.

Necesitaba, por ello,  ver publicados, impresos, estos fragmentos. Escribir en la red es como escribir en el agua: tienes la seguridad de que tu texto permanece y se ligará rápidamente a otros pero, pronto lo pierdes de vista en un medio donde todo es confín de confines, y más que texto, lo que articulas son mensajes. En realidad, “escribir” en la red es un sinsentido: ojalá pudiéramos escribir sobre o encima de la red, en una superficie palpable que nos diera esa sensación de concretez y orden que nos da el libro.  

Hace exactamente una semana, se presentaba Ars Fragminis en la librería Códex de Orihuela.

Paul Valery hablaba de la inutilidad de escribir un diario, de lo quimérico que resultaba llevar un registro supuestamente fiel de impresiones y anécdotas; pero el escritor se levantaba todos los días a las cinco de la mañana y se ponía a escribir sus reflexiones sobre literatura, filosofía, etc., sin darse cuenta de que eso que hacía era, también, un diario.

Por otro lado, Roland Barthes decía que llevar un diario sería plausible sólo si el diario fuese literario, no un mero ejercicio de contabilidad.

Si “el arte sucede”, como decía Borges, citando a no sé quien, también en el pensamiento sucede el pensamiento, las derivas cromáticas de la sensación. Se puede escribir sobre cualquier cosa pero con la condición del grado en que tal cosa te competa o te implique. ¿Y si lo que compete, te implica y te gusta es el lenguaje? Hablaríamos quizás, del diario de un poeta o de un diario poético. Creo que es ahí por donde me ubico. 

(De lo que me responsabilizo a medias es de las insistentes erratas que, a pesar de todos los controles, se han colado como fastidiosos polizones, aunque camuflados en el enjambre del texto: es más difícil corregir un texto propio que escribirlo).    


  

lunes, 12 de enero de 2015

DOS OBSERVACIONES EN UNA








Según Umberto Eco, sabemos lo que un texto no quiere decir - por ejemplo, estamos seguros de que el Quijote no es un tratado de botánica - pero difícilmente lo que quiere decir. Tarea larga y ardua la de los hermeneutas (quizá no tan ardua y larga para los que aman la literatura, sin más).  





Si un texto produce continuamente interpretaciones extrañas, caprichosas, aleatorias o erróneas, ¿en dónde localizamos la tara, en sus lectores o en el propio texto? Patata caliente para El Corán  y sus "adeptos".  



viernes, 9 de enero de 2015

YO TAMBIÉN SOY CHARLIE

YO TAMBIÉN SOY CHARLIE
 
 
Los que se excitan con las armas, morirán;
quienes producen muerte, morirán.
 
A quienes le gusta la muerte como ideario, filosofía o religión, dejarán de existir.
 
Quienes sirven a la muerte, no tienen nada que hacer en el plan de la creación y llaman a la extinción de sus almas.
 
 
 
 


jueves, 1 de enero de 2015

DESDE TRUJILLO DEL PERÚ


La distancia puede idealizar o enfriar los ánimos, pero en algunos individuos que quizá no teman tanto al tiempo, también puede producir, sorpresivamente, un efecto de signo esperanzador: el mantenimiento de la fidelidad. Tal perseverancia no puede sino destacar bellamente a quien la predica o mantiene, demostrando que tal virtud sí es capaz, si no de vencer al tiempo, doblegarlo en más de un curso. Conocí al poeta Moisés Castillo Florián hace casi una década. Visitó nuestras tierras mediterráneas - lo dioses siguen vivos para quienes sepan percibir sus signos – y ahora, desde su ciudad natal, Trujillo, me envía esta reseña personal de la lectura de algunos poemas míos. Excúseme el exhibicionismo, pero prefiero el espacio virtual al claustrofóbico del cajón. A veces, casi viene a ser lo mismo.

 Moisés, vislumbrador de dragones voladores con plumas sobre las cimas heladas de los volcanes, yo, desde el seno del Mediterráneo, sembrado de cúpulas azules y recintos barrocos, te saludo y te doy las gracias. 



 
 
(DES)MITIFICANDO A UN DEMIURGO PROFANO

-I-

Tengo la suerte de haber recibido, como regalo, el poemario Profano Demiurgo (Universidad de Alicante, 2013), de José María Piñeiro (Orihuela, España), el cual he leído y releído, emocionadamente. Y, esta reseña la hago en calidad de colega, voluntariamente, sin que él o alguien, me lo haya pedido; quizás, porque soy su amigo y, hasta su “confidente”, en este emocionante, pero difícil arte de hacer poemas, poemarios y, quién sabe…“ser poesía”. Y porque, de seguro que, me siento parte de esta aventura literaria (como cuando yo publiqué mi propio libro primogénito, en 1999, y que él mismo Piñeiro reseñó, en su momento) y, un poco testigo de esta interesante y atrevida “Profanidad demiúrgica” que, el autor, a base de poesía, nos quiere proponer, con este, su “primer” libro, bastante serio y sincero.

Pero, con el permiso de ustedes, antes de empezar a deshojar algunos pétalos, de las rosas y espinas, de nuestro libro en cuestión, desearía mencionar al mini libro Margen Harmónico, del 2010 (también, una obra y un presente, del mismo Piñeiro): bello manojo de poemas, que serían una suerte de “mensajeros y heraldos”, anunciando la ineludible aparición de aquel libro, más elaborado y maduro del 2013. Interesante aventura poética y calentamiento literario, donde, hay cinco importantes poemas, que estarían muy relacionados con los poemas de Profano Demiurgo, a saber: “El orden libre”, “Mística mente”, “La abominación de Borges”, “Vertiente” y “Confesión”, donde el poeta-demiurgo, se estremece ante lo que siente, ve y acontece; y, ante lo que, seguramente, él ya sabe o presiente, que estaría por venir. Incluso, el “Apunte explicativo del autor”, enunciaba ya, la obra de aquel entonces, y aquella venidera, del autor.

Retomando nuestro comentario, y, antes de adentrarme, ligeramente siquiera, en el “ars poética” de don José María Piñeiro, me atrevería a decir que: todo el libro nos deja entrever que, éste ha sido escrito y reescrito, creado y co-creado, por un artista-poeta (o, viceversa), ya maduro, y con una buena noción de saber esperar el tiempo necesario y el espacio justo, para poetizar de verdad y publicar. Él, como buen artista plástico que, también es, en su momento, nos lo confirmará. Asevero esto, porque me consta, que su obra poética (aunque medio “escondida” y, hasta hoy, prácticamente, inédita), ha ido siempre en paralelo, con su obra plástica, fotográfica y crítico-periodística.






-II-

Celebro la aparición de este libro, así como felicito a su autor, por finalmente, atreverse a ser parte del “vasto entramado poético” y, de la “otra historia y esa otra voz” de la poesía (de aquella otredad poética, tan bien definida, por Octavio Paz), así como celebro el excelente Prólogo y comentario de nuestro común colega José Luis Zerón. Por ello, hoy, me limitaré a comentar, desde mi perspectiva de lector, y desde mi óptica de poeta y artista, como lo es nuestro estimado poeta y autor.

Creo, como Zerón, que el libro Profano Demiurgo, tiene un contexto de corte surrealista; sin embargo, la magia y dramaturgia de la cotidianeidad, de varios poemas, también lo haría deudor de lo “mágico realista”, de nuestros paisajes y emociones externos e internos. Y noto, un paralelismo y dualismo de metáforas e imágenes, cual “collages” (lógicamente, poéticos), bastante personales y conscientemente elaborados: El poeta, es el poema creado, el verbo, a ser bien expresado y también defendido; el cosmos, es la cosa, la obra y la tierra misma, con la belleza -o fealdad- de esos parajes urbanos y rurales, que nos regala, la mística Orihuela, y el mítico Mediterráneo, algunos de ellos, inolvidables, por cierto.

Pero, no hablaré de “estilos o influencias” marcadas o definidas del autor, pese a reconocer que todo poeta serio, no es sólo un terco escribidor, sino, indudablemente, un asiduo lector y aprendiz. Diré, eso sí, que todo poeta tiene su propio “duende” y su propio “numen” (para no mencionar a la “musa”). Y que, en este caso, a Piñeiro, lo inspiraría más, o también, la plasticidad, evanescencia y a-temporalidad de la pintura, el dibujo, la fotografía y el cine…¿El todo y la nada, ontológicos y urbanos, de una realidad (mágica y surreal) que nos anida y envuelve, como una matriz estética y nutricia?... Algunos de sus versos cortos y muchas metáforas, semejan “haikus” budistas, orientales, instantáneos y “fotográficos”. Intuyo que, él, admira tanto a Velázquez como a Miró y a Goya, como a El Greco. Y, entreveo, además, una suerte de esoterismo numerológico, en la estructura del libro: los 3, los 4, la Rosa, y los 42 poemas y ladrillos filosofales, de su propia “Torre de Babel”, lúdica y existencial. Desde el nombre del libro, pasando por los epígrafes y títulos de los poemas, bien escogidos, vemos el interés “alquímico y meta-literario”, si se puede decir, de nuestro autor. Y, creo que el  poeta, tampoco nos esconde una soterrada admiración, por uno de los grandes de la ficción: Borges, con sus espejos, laberintos y “Alephs”…

Sin concesiones, como una “licencia poética”, y, un poco, para salirme de lo tradicional, sólo trataré de enumerar (cual matemático concreto y lúdico), una posible secuencia cualitativa, de los poemas más importantes del libro en mención: me encantan más de la mitad de ellos; de estos, hay trece o catorce, que salvan el esfuerzo del poeta y la aventura editorial. El “ars poética” del libro, serían los cuatro poemas de “Explicatio”; el alter ego y mea culpa del poema “De mí a mí”, de “Tesituras”; y los cuatro poemas de los “Grabados”, de “Itinerarios”. Y, de estos, me quedaría a degustar la belleza ético-estética, del poema III (de “Explicatio”), del “Grabado superrealista” (de “Itinerarios”), y de los tres poemas cortos, “Significante, significado, referente”, “Fanal” y “Grabado romántico”... ¿Qué más puedo decir, yo, poeta, lector y amante de la buena y atrevida poesía, sin caer en la verborragia o el poco decir?

Tal vez, que: el símbolo y espíritu, de casi todos los poemas, sean los sueños y deseos, por esa misteriosa e inquietante “Rosa”… mística y/o real (¿acaso, una musa etérea, una dulcinea mediterránea o, la misma visitadora y huidiza, Poesía?), de la que tanto canta y cuenta, José María; y que, me recuerda a aquellas rosas de los poetas místicos y románticos; y, más recientemente, a las “rosas y espinelas”, del gran poeta peruano Martin Adán. Siento y huelo que: aquella flor, aquella “mónada” poética, está trinitariamente imbricada, entre las tres partes del libro: raíz, pétalo y vuelo, detrás de un Itinerario, de una “peregrinación poemática”, quién sabe, medio profana y utópica, pero visionaria, y, por esto, lírica y literaria…






-III-

En síntesis, pienso que la esencia de Profano Demiurgo, y la propuesta de nuestro autor, sería la de “buscar la eternidad de la existencia y la vida, por medio de la instantaneidad del sueño y la cotidianeidad de la poesía”. El mundo es y será un “sagrado, profano y absurdo teatro”: un vivo y vivificante vacío, a ser llenado y admirado, y, una inmensa página-lienzo en blanco, donde pintar y poetizar (¿picto-poetizar?), todos los sueños y pesadillas que nos corroen y nos alientan, honesta y pacientemente.

Por todo esto y, en nombre de la poética brevedad, no me queda sino, agradecer a José María Piñeiro, por su libro y por su terca amistad, pese a la distancia y el último largo silencio, en estos tiempos de compleja virtualidad y, acaso, poca amistad. Y, además, por ser valiente y consecuente, tanto en la creatividad, como en la defensa de la poesía y el arte en general (varios de sus poemas son una apología directa e incondicional, al “sagrado oficio” de escribir, y al “noble sacerdocio de la poesía”, a decir de César Vallejo).Y, también, por “desnudar” su pluma, su cámara y su pincel (su alma, en verdad), para mostrarnos que: pese a su declarada y poética profanidad, en el fondo de su ser, Piñeiro, sería un artista místico, una suerte de nostálgico demiurgo (por instantes niño, y algo “loco”), que no cesa de mirar y de sentir, para recrear lo ya creado, por la Natura y por la Lengua; eventos y fenómenos que, siempre nos afectarán, seamos poetas, artistas o no.

Finalmente, desearle suerte con éste, y con los libros y las obras, que vendrán a futuro. Creo y siento que, cada buen poema escrito, cada arte creado desde el “alma y el verbo de las cosas y del cosmos”, será siempre bienvenido, para bien de la otredad y de la totalidad del gran corpus poético y estético, al que, todo poeta visionario y artista honesto, tiene que allegarse y contribuir, definitivamente.

Trujillo del Perú, diciembre, 2014. 

Moisés Castillo Florián

(Escritor, artista y traductor, peruano)

 

 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EUREKA, de ALLAN POE: EL DESENLACE CÓSMICO IMAGINADO



 
 

Sabemos que el tiempo modifica el significado de los textos. Los paradigmas que pretenden encauzar el saber producen, a través del tiempo, el juego de las interpretaciones en el seno de las sociedades. Tanto los géneros en los que fueron escritos como la recepción de tales textos, varían a través de las décadas y los siglos. Los conceptos, las mentalidades, los baremos valorizadores sobre los que tanto nuestras interpretaciones como los conceptos vehiculados en tales textos se basan, desplazan sus ubicaciones y signos. La “ventaja” que nos ofrece un texto como el de Eureka es el de su permeabilidad interpretativa, su carácter híbrido.
No estamos ante un normativo tratado de astronomía o de física, es decir, ante una obra sistemática, aunque aparentemente se presente como tal en tanto que pretende la exposición y explicación de unas hipótesis. Tampoco  ante una mera especulación que evite una imagen del mundo concreta y el plan de su génesis cósmica. Para ser justos con un texto como el de Eureka, no sólo es necesaria una elemental contextualización de los contenidos, calibrar la competencia de los mismos, sino comprender desde dónde escribe Poe. Sortear el análisis positivo y ensayar un abarcamiento tanto conceptual como sentimental, es decir, estético, de lo que se nos quiere comunicar en la obra, nos permiten leer este texto de modo distinto a un discurso científico, de un modo más afectivo.






En las primeras páginas de Eureka, apenas iniciada su exposición, y tras advertirnos de que leamos su obra como un poema, Poe privilegia el poder teorizante y especulativo de la imaginación ante las inercias de la tradición y la acumulación del saber académico. Pone el ejemplo de Kepler, de cómo en su tiempo fue despreciado por ser sólo un “teórico”, y cómo, después el conocimiento experimental fue corroborando sus intuiciones.

Poe nos demuestra con su Eureka que la imaginación no es  en lo relativo al pensar, un efecto retórico aislante, un mero auxiliar del discurso, sino algo más que un recurso:  la potenciación de la razón, incluso la mayor capacidad del intelecto para combinar presupuestos científicos conocidos y ficción teórica, adelantando y vislumbrando una imagen de las cosas, susceptible de ser corroborada después por el conocimiento positivo.

Imaginar implica saber desplazarse, mentalmente, en el tiempo y en el espacio, reconstruir itinerarios, colocarse en el lugar de los protagonistas de la reflexión, en este caso, la masa vertiginosa de los átomos. Esta, como se podrá ver, no es la posición ni la actitud que un científico adopta ante su objeto de investigación, sino la empresa de un poeta.

Poe insiste en ello, en imaginar. Hay que imaginar no para fantasear erráticamente, sino para producir conjeturas, para sondear problemas, para multiplicar las perspectivas desde las que analizamos algo. En este sentido Poe se asemeja a un Deleuze, para quien filosofar era justamente esto. No basta, pues, con calcular o cuantificar. Hay que imaginar, sobre las bases de lo ya conocido, precisamente para lograr superar nuestras posiciones actuales y lograr instalarnos en una ubicación que nos facilite una visión integral, general, original, del problema.

 




Esta exaltación del poder de la imaginación está en acorde con la importancia que para Kant tenía la misma en el proceso lógico del pensar, o el papel fundamental como generadora tanto de problemas como de conceptos – la solución a tales problemas - , destacado por el mencionado  pensador francés Guilles Deleuze; o lo que para un autor como Lezama Lima, significaba como fecundadora de épocas y mundos, ya que la imaginación recrea,  anticipa o “conoce”  las concurrencias del azar; del mismo modo que importante puesto tiene la imaginación en aquella observación famosa de Borges al conceptuar las grandes obras filosóficas como obras literarias.

La imaginación añade un aura de iluminación profética a lo meramente constatado o sabido. En Eureka es  gracias a la imaginación como Poe, basándose fundamentalmente en la ley de gravedad newtoniana, y teniendo en cuenta, auxiliarmente, el resultado de las últimas investigaciones astronómicas de la época, desarrolla, a través de una ágil demiurgia verbal,  la prolija descripción del entramado cósmico partiendo de un punto, el centro originario, el Big Bang, diríamos hoy, un centro sin lugar ni tiempo, el umbral de la eternidad, que a través de la irradiación crearía y expandiría la multiplicidad de los cuerpos, y tras haber llegado a su expansión total, iniciaría el proceso regresivo hacia el origen para consumarse de este modo  en la unión del Principio que es de este modo, también el Final.






Es notable la ambición de Poe. Lo que quiere es llevar a cabo una descripción del universo “espiritual, material e individual”. ¿Individual? ¿Cómo preservar al individuo frente a la totalidad indistinta que supone la masa cósmica? Poe lleva a cabo una diferenciación simple entre fuerzas de orden antagónico. Nuestro conocimiento, dice, del funcionamiento de la materia se basa en la acción de dos tendencias opuestas: la repulsión y la atracción. Gracias a estas fuerzas opuestas, la materia se distribuye y ordena, y no existe otro modo de concebir la disposición de las cosas que de esta forma.
Es interesante observar que cuando afirma esto, reducir la dinámica universal a la acción de fuerzas contrarias, asignando a tales fuerzas significados de orden moral – la electricidad representaría la repulsión, la fuerza vital del pensamiento, en contraste necesario con la gravedad, que sería la expresión del instinto común de la materia, su tendencia a la unión harmónica, - descubre al poeta que es Poe, afiliándolo a restos de aquel pensamiento renacentista de índole animista, según Cassirer, que dotaba a “las fuerzas”  de misiones y operaciones determinadas.       

 



Poe piensa como un poeta cuando contempla un destino común a la complejidad universal, cuando afirma que la heterogeneidad de la vida y de la materia participan de un ritmo que las integrará a la totalidad, cuando subraya la interdependencia de lo diverso en el seno de la totalidad viviente. Aquí resuena, aplicado al mundo sideral, el bosque de símbolos baudeleriano. Las correspondencias poéticas que el romanticismo y el simbolismo señalarían como el funcionamiento poético del mundo que el poeta descifra y canta, equivalen en la teoría poeiana a la dependencia entre sí de las leyes que configuran el universo. El universo es, por consiguiente, una trama, un tejido de cuerpos individuales, como las casillas bancas y negras que se alternan sin confundirse y que configuran, en su conjunto, el tablero de ajedrez o de damas.    

Cuando Poe señala que aunque podamos cuantificarlos, no sabemos lo que es en realidad la electricidad, ni el magnetismo, ni la gravedad; cuando dice que no somos capaces de abarcar las distancias galácticas, aunque pretendamos que queden consignadas en un cálculo matemático; cuando destaca que en vez de caos, en vez de extensiones sin sentido, la naturaleza se organiza y se basa en una geometría innegable, Poe está obrando como un poeta que se sorprende ante ese objeto increíble que es el universo,  nos está llamando a que lo veamos como si fuera la primera vez, que asistamos ante el misterio de la primera impresión y admitamos la acción admirable de una voluntad – singular coincidencia con Schopenhauer - configuradora de toda esa complejidad, perfectamente ensamblada.

También es cierto que cuando Poe insiste en que el universo es prioritariamente geométrico y sólo comparable a una gran esfera de cristal, delata las embriagueces del esteta ensimismado en la idea, pero aún así, ello no es un obstáculo para que arrostre cálculos, analice teorías y defienda su hipótesis.

Paul Valery hablaba del dolor del intelecto. Poe hace ese esfuerzo, pone a funcionar su talento e imagina el universo, inventando para él un fin: volver a la nada, al punto infinitesimal, a la superpartícula de la que partió.

Cuando Poe habla de la independencia de los átomos y de que tal independencia tejida sobre la base de la atracción-repulsión de los mismos configura el progreso del universo, recuerda el concepto de rizoma que Deleuze exponía a la hora de definir un concepto dinámico de la realidad y en la que lo imprevisible, lo indeterminado son sus componentes esenciales.
Las propias hipótesis que pretende exponer son frutos deductivos de la imaginación. No hay una dilucidación “imaginaria” de las hipótesis, sino que estas son productos terminados, previsiblemente, de la imaginación, las formulaciones teóricas de lo que ha imaginado-desarrollado previamente,.
A través de un pluralismo harmónico, Poe preserva la independencia y soberanía de cada ser individual; con el monopluralismo, hace que cada uno de esos seres y de lo que están compuestos, compartan un origen común. Esto tiene una repercusión moral, pues en el ámbito de la dicha en que las almas serán esclarecidas, la ley de un origen común y la autonomía de cada existencia, impedirán que un ser sea mejor que otro. Todos compartirán un mismo fulgor. A ojos de la Divinidad, todo ser tendrá la misma importancia.







La vívida especulación de Poe, la heterodoxia que le brinda su capacidad de escritor, han permitido que lectores actuales de su Eureka crean descubrir en esta obra vislumbramientos de la Energía Oscura o del Big Bang o del universo cuatridimensional. Lo que sí es cierto es que su hipótesis es un sofisticado poema en el que lo que importa no es tanto el destino del universo como nuestras percepciones del mismo, y cuyo texto tiene un memorable final para quien lo haya leído con devoción.   
 
Nosotros, ahítos de información, pletóricos de tecnología y medios,  que conocemos un universo presuntamente más complejo que el de Poe, el universo que ha producido la teoría de la relatividad,  la mecánica cuántica, del mundo subatómico y fractal, un universo abierto y no cerrado, en expansión indeterminada, ¿somos capaces de ver, de dar el salto de Poe, somos capaces de tener una visión unitaria de la complejidad?  

RUGBY FEMENINO O EL DESMADRE NORTEAMERICANO

Llevo años pensando en ese país tan extraño, como decía Borges , que es Estados Unidos . Pensando en su cine ante la especificidad europea...