jueves, 5 de agosto de 2010



EL NEW YORK DE WEEGEE
Estupendo volumen sacó esta temporada pasada la Fundación Telefónica sobre la obra fotográfica del norteamericano de origen austrohúngaro Weegee. Pocos fotógrafos como Weegee han retratado Norteamérica partiendo de su masa humana originaria, de la franja marginal y heroica de los que eran todavía unos recién llegados a la tierra prometida, de los inmigrantes que sacaron materialmente el país adelante. Las clases bajas de las barriadas populares, las clases altas que asisten a la ópera, los negros, los italianos, los judíos, los delincuentes, los artistas callejeros, los borrachos, los travestis o los vendedores ambulantes: todos los protagonistas anónimos del sueño americano, de su progreso o de su fracaso, están en sus fotografías.
El libro está dividido en significativas secciones : Espectáculos, Harlem, Sábado por la noche, El mundo del circo, Fotomontajes, con una datación cronológica, a veces, confusa, cuando no, equivocada.
Las fotos de Weegee son surrealistamente populosas: están llenas de gente arremolinándose en torno a no se sabe qué, expectantes de acontecimientos asombrosos que no vemos porque están intencionadamente fuera de plano. Me hacen recordar las pinturas de Grosz - grupos de gentes erráticas por los laberintos urbanos -, con la diferencia de que el aire de linchamiento que flota en las imágenes del alemán, es sustituído aquí, en la representación fotográfica, por un caos de multitudes más pintoresco que violento.
Las fotos de Weegee parecen querer relatar la historia, atravesada de innúmeras, estrambóticas y admirables anécdotas, de un país nutrido por todas las razas del mundo. Lo folklórico y lo extravagante, la Norteamérica de los hermanos Marx y la Mafia, se dan cita en estas estupendas imágenes.
Frente a otros fotógrafos, generalmente europeos, y que han disfrutado de más fama, la obra de Weegee se nos descubre ahora, sorpresivamente explosiva y viva. Todo un mundo se nos vierte a la mirada y detectamos el mosaico de la sociedad norteamericana de las décadas 30, 40 y 50, sin trampas ni cartón:chispeante, atrevida, entrañablemente auténtica.

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