martes, 17 de mayo de 2011




DIARIO



Escucho por la radio a un representante sindical marroquí que vive en Murcia, decir con respecto a Bin Laden, el terrorismo, Al Quaeda, Occidente, Europa, que no sabe todavía porqué se inició todo esto, cuál es la razón por la que se ha creado este enfrentamiento, este clima de animadversión y malestar. El que a mí me ocurra lo mismo, como, supongo, a la gran mayoría, resulta bien significativo. Lo más desasosegante es que, a pesar de que localicemos dos bandos bien definidos enfrentados - la vanguardia de Occidente, Estados Unidos, por un lado; y el radicalismo islamista, por el otro -, y que el enfrentamiento entre ambos nos haya salpicado a todos gravemente, todavía desconozco cuál es el motivo concreto que ha determinado que debamos estar en contra o en lucha contra uno de estos bandos. Estados Unidos es portador de cultura y civilización, pero también de bombas. Vive su apogeo épico. Su sobreenergía y potencia tecnológica hacen que salte sobre otros países y territorios. Como dice Schopenhauer, "cuando en un país hay un superávit de fuerzas", poco hay que esperar para que se trague al vecino. Por su lado, el radicalismo islámico no existe sino en función de su adversario. Su modelo de civilización es anacrónico e inviable: está estancado y muerto hace siglos. Su único "valor", y que encarnaba personalmente Bin Laden, es el de enfrentarse bélicamente al imperio. Como muestra del grado de confusión y prueba de que a los de ambos bandos les importamos un pimiento los que estamos en medio, véase la cantidad de musulmanes que están siendo víctimas de la propia Al Quaeda, o lo que dijo Boby Fischer, el campeón mundial de ajedrez con respecto a los atentados del 11 de septiembre: "Ya era hora de que alguien les diese una lección" (a los norteamericanos).


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La otra noche vi Después de tantos años, la segunda película que filmaron en el 94 sobre la familia Panero. Es mejor la primera, la de Chávarri, El desencanto, es decir, que en esta película el drama de los Panero es epocalmente más inteligible, digamos. Después de tantos años, aporta poca cosa con respecto a lo dicho en El desencanto. Es más o menos una repetición de los mismos temas, pero ahora agravado todo por el paso del tiempo y la ausencia de la madre. Francamente quien dice lo más interesante es Michi Panero, el único de los tres que no fue poeta. Al comprobar ese aire de repetición estéril, de déjà vu, de agotamiento, en esta segunda película, me planteé cuál debiera ser la posición del poeta ante las nuevas circunstancias que vivimos. El aspecto de nuestra geografía social ha cambiado sustancialmente, la presencia tanto en nuestro ámbito diario como en el escenario global de otras mentalidades, de otras sensibilidades, es tanto un desafío como un estímulo. ¿Debería el poeta actual distanciarse con sabiduría de toda esa espesura de conocimiento crítico que el pensamiento contemporáneo ha producido, superar o dosificar decadentismos y escepticismos, salir de los complacientes abismos de la clarividencia racionalista, y buscar, no tanto lo meramente social, como esa hermandad que se vislumbra de la universalidad en devenir y que coexiste con la uniformación de la globalización? No quiero decir que el poeta busque porque sí la mixtura y el cosmoplitismo, sino que la proximidad de otros pueblos y mundos, el replanteamiento o redescubrimiento de algunos valores, los cambios tecnológicos relativos al acceso y producción de información, el delirio de la ciencia, son cosas que deben competerle. En este sentido, y creo que por una razón meramente instrumental, los artistas plásticos lo tienen más fácil. Videoartistas, pintores, fotógrafos, cineastas, etcétera, pueden responder más resuelta, más inmediatamente a la consigna de Rimbaud: hay que ser absolutamente modernos. Esta consigna los Panero la entendieron de una manera. Pero hay otros modos de ser modernos, que pueden resultar incluso esperanzadores, al fijar sus objetivos no en la explotación de la miseria propia sino en las riquezas nuevas que emergen y en las que siempre han estado ahí.

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

Ha quedado dicho todo de una forma muy entendible, en ambos textos, y con los que estoy muy de acuerdo.
No sabría añadir nada más.

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