miércoles, 23 de enero de 2013

LUMEN DOMÉSTICA

 
 
Fascinación de Stella ante mi lámpara de papel vegetal
 
El otro día hice algo nada banal: comprarme una lámpara. Las lámparas son el electrodoméstico que más me fascina. Su significación numinosa es evidente: relacionada con la concreción del Conocimiento y los niveles de espiritualidad, la lámpara posee una historia rica en alusiones y leyendas: desde la lámpara de Diógenes, que inspirara acaso al Arcano del Tatot de  El Ermitaño, hasta las lámparas eternales de las vestales, o su presencia en la elaboración del mito de Psique. Resultaría curioso estudiar, teniendo en cuenta todas estas referencias, la mutación de la simbolización actual de las lámparas según su funcionalidades y diseños.
 
 
 
El Arcano de El Ermitaño.
La lámpara aparece suspendida a la izquierda y atravesada por una flecha.
Tarot primitivo de Bolonia.
 
Por ejemplo, está claro para lo que sirven las lámpara de estudio o trabajo. Los flexos producen una luz muy precisa y clara, de extensión media o pequeña, delimitando un espacio de atención de las mismas características. De este modo consiguen la concentración inmediata del lector sobre el texto o la del arquitecto en la ejecución de los trazos sobre el plano.
Las lámparas decorativas o ambientales más que delimitar luminosamente, bañan o tonifican el espacio, lo sumen en una atmósfera de ensoñación y de relax, inducen frecuencias anímicas. Las psicodélicas lámparas de lava juegan a fascinarnos con las evoluciones del ectoplasma encerrado en los esbeltos tarros de vidrio. Las lámparas halógenas nos envuelven en una masa de luz atomizada; ese polvo luminoso nos suspende en una suerte de grata ingravidez y hace surgir los objetos que vemos todos los días,  virginales y serenamente límpidos. La demiurgia de la luz es ésa: la de transformar las cosas y hacérnoslas ver de un modo nuevo y primero. Karl Jasper hablaba de la luz como noción cognoscitiva fundamental en sus estudios sobre la poesía de Hörderlin.
 
 
 
 
 
Las lámparas de diseño son una prueba de la energía domeñada, de la soberanía del hombre , quien a través de la virguería y la fantasía, corona de este modo su conquista del hogar. Nada tan natural como la luz podría producir un abanico tan sofisticado de ámbitos, ya que la lámpara es escuetamente eso, un dosificador de luz.
 
 
 
 
La cabeza plateada del Buda también agradece un baño nuevo de luz
 
 

 

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