martes, 10 de junio de 2014

DIETARIO







El año pasado me perdí una buena foto por no llevar la cámara conmigo. En la playa del Postiguet, en Alicante, en medio del montón de cuerpos tomando el sol, una mujer árabe sentada en la arena, quieta, sin moverse un ápice, cubierta de arriba a abajo, permanecía de esta guisa frente al mar, como hipnotizada. Al verla, me eché a reír. Francamente, aquello o era un chiste o una provocación.  El contraste era espectacular. La foto podría haberse titulado: la disidente.
 
 
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Las ideas pueden exponerse, comunicarse. Las mentalidades suelen apalancarse.
 
 
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Cómo me fastidia que esta entrada mañana sea una "entrada antigua". Cierto es que el tiempo discurre de modo distinto entre las galaxias que entre la vida cotidiana. Nada más melancólico que leer la prensa de ayer. 
 
 
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Hace un par de años abrieron una tienda esotérica en Orihuela. Tuvieron el atrevimiento, creo yo que por ignorancia, de colocarla en la calle más tradicional de la ciudad  y su comercio, en la calle peatonal por antonomasia. Entre las tiendas que toda la vida han estado vendiendo ropa y  zapatos, generalmente, se encuentra esta que ofrece un género no ya infrecuente o extraño, sino extraterrestre: libros de alquimia y espiritismo, péndulos, piedras mágicas, barajas de cartas, bolas de cristal, etcétera. Al fondo, tras unas espesas cortinas negras, se realizan consultas personales, de tarot sobre todo. La dueña, una chica muy campechana y resuelta, me asegura que ni el lugar ni la crisis, han afectado negativamente a su negocio. Al revés. "Te sorprenderías, me dice, de la cantidad de gente que viene a que le echen las cartas, las mujeres que necesitan que les haga un apaño para asegurar su matrimonio, o, incluso, las que me piden, directamente, un mal de ojo contra una vecina que les está molestando. Viene gente también de fuera, de las pedanías y de la huerta". Bueno, me digo, la función del esoterismo está en satisfacer este tipo de demandas; función  que no se basa sino en la fuerza de su puro simbolismo. Lo que menos importa es si, objetivamente, funciona o no. Lo que importa es lo que yo crea o imagine. Umberto Eco ya dijo que lo hermético no tenía otra misión que afirmar la existencia de lo hermético.
 
 
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El universo supone una serie de retos y misterios: en la naturaleza, en el devenir social. Nuestra postura: o, recuperando entusiasmos, nos implicamos en la resolución de cualquiera de estas cuestiones, por interés, por competencia, por proximidad; o nos convertimos en tibios disidentes de la emocionante complejidad que se nos lanza.
 

1 comentario:

Unknown dijo...

No hay nada mejor que el que ir a contraste con la multitud , para ser el foco de atención .

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