martes, 7 de julio de 2015

JORGE LUIS BORGES . El aprendizaje del escritor



 
 

El presente volumen es, en realidad, la transcripción de las sesiones sobre literatura, escritura y traducción que Borges dio en New York, en la universidad de Columbia. Para los borgianos y adictos a la literatura, esta ha sido una agradable sorpresa, encontrarnos con material inédito, todavía, del autor argentino.

Ya sabemos que disfrutar de Borges es frecuentar sus tics y su pequeño ramillete de temas que va repitiendo siempre con variaciones sorpresivas.

A propósito de tics – las reincidentes expresiones de modestia y disculpa, la querencia de Borges por algunos adjetivos – el profesor Di Giovanni, traductor al inglés de la obra de Borges y acompañante suyo en estas ponencias, llega a decir, con Borges delante, y no está muy claro en qué tono: Borges ha utilizado la palabra “arduo” hasta el hartazgo.

En otro momento, Borges se topa con el estudiante atrevido que le señala cierta contradicción: en un ensayo, Borges afirma que no hay momentos contemporáneos. El estudiante le exige a Borges que explique tal afirmación ante la indudable contemporaneidad que liga a dos duelistas, tal y como se narra   en alguno de sus cuentos. Borges, algo pillado, le da la vuelta al asunto, estimando  que el estudiante se convierta en el escritor del cuento que entonces ya no resultaría ficción borgiana: “esa es su invención, no la mía”, le dice al estudiante, desentendiéndose.

Otra intervención nos suministra un dato temporal sobre la recepción crítica de la obra de Borges, cuando un estudiante pregunta con cierto candor sobre la autenticidad o no de las múltiples fuentes de que se sirve Borges, pidiendo disculpas al escritor en el caso de que tal pregunta resultara impertinente. Uno de los aspectos más definitorios de la poética borgiana – la bibliografía inventada – todavía suscitaba dudas acerca de su naturaleza positiva en 1971.  

Las exposiciones de Borges son , como siempre, densamente meridianas y con ese toque paradójico en alguna de sus formulaciones. El autor se despide recordando que la literatura es algo más que un mero juego compilatorio de vocablos, y reivindica la tarea creativa del lector como elemento clave para la perduración de las obras literarias.   
Ocasión excelente la que tuvieron los estudiantes de la universidad de Columbia a lo largo de casi 15 días de escuchar y dialogar con Borges, de presenciar cómo la alta literatura expone con suma sencillez los entresijos técnicos de su funcionamiento y creación.

  

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