jueves, 30 de noviembre de 2017

MINERAL Y LUZ. José Antonio Fernández.






Llega un momento en la vida en el que no hacemos sino balance: de lo que hemos vivido, de lo que no, de lo que hicimos, de lo pudimos haber hecho, de recuerdos e impresiones, etc...

Grosso modo esto es lo que hace José Antonio Fernández en este poemario que ha conseguido el premio Alegría de este año, convocado por el ayuntamiento de Santander. Aunque no tan solo eso. Mineral y luz no es un poemario nostálgico, meramente: junto a recuerdos y rememoraciones, el poeta hace recuento de los motivos que realmente han resultado y son importantes en su vida, por ello mismo figuran junto al material cribado y seleccionado por la memoria. “Mineral” y “luz” son dos elementos natural y simbólicamente potentes, que forman el eje estructurador del contenido poético. Si lo mineral puede hacer alusión a lo duradero – momentos entrañables, recuerdos importantes, presencia de la belleza en la naturaleza y en los afectos – la luz significaría esa energía inmaterial que bañaría todo ello con la esperanza.

El poeta metaforiza la erosión de los minerales al comparar el paso del tiempo sobre su persona con el de la piedra: Diseminada piedra umbría./ Sinónimo de mí.

En otro punto, se interroga sobre el origen y la belleza de la buganvilla,  remontándose más allá de los arquetipos platónicos: en qué momento fue más que un soñar,/ estricta reflexión o conjetura.

En el poema Flores agonizantes, la contemplación minuciosa de la naturaleza puede tener como resultado tan azaroso como sorpresivo, el resurgir de lo que aparentaba estar muerto, y por lo tanto, la (súbita) esperanza.

En el poema Sin embargo, los recuerdos capitales de la memoria pueden serlo sin que tengan que revestirse de ensoñación o añoranza. Su propia fuerza ya los ubica de esa manera en la historia de la persona.

En el breve poema, y quizá uno de los más bellos, Cuánta es la luz, se nos muestra con elíptica sutileza el paso del alba al anochecer. Yo diría que hay en esta composición un haikú implícito, o que el poema mira la realidad con la capacidad sintética de un haikú.

José Antonio Fernández no esconde sus referencias poéticas: Antonio Moreno o Eloy Sánchez Rosillo, por ejemplo, se suman a esa sensibilidad que ve en la relación de la memoria personal y la naturaleza un vínculo entrañable digno de preservarse a través de la poesía.  

  




 

1 comentario:

SUSANA BENET dijo...

Un buen libro a tener en cuenta, con una poesía clara y sugerente que invita a releerla. Saludos,

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