LA MEMORIA ACTIVA DEL ARTE
Ojalá pudiéramos invertir las significaciones
pesadas y melancólicas vinculadas a lo que llamamos memoria y, abandonando su
concepto como depósito de espectralidades, la concibiésemos como un flujo
actualizable de situaciones y hechos.
Algo de este último aspecto es lo que he
experimentado con un video que tras la friolera de 35 años he podido por fin
visualizar. José Ramón Da Cruz filmó un video de creación junto con un grupo
de amigos en 1990. Se trata de una
evocación más bien fantasmagórica y muy personal de la famosa hazaña con que
culminó en 1969 la conquista del espacio: la llegada del hombre a la luna. El
video se llama Amstrong. Un
trazado de recuerdos en sepia e imágenes surreales articulan esta pieza que a
día de hoy guarda su notable factura, teniendo en cuenta que fue durante la década
de los ochenta y los noventa cuando el video creativo experimentó su mayor
producción.
Lo que me emociona del video es que entre el desfile
de fantasmas y sugerencias visuales varias, aparece un viejo compañero de
pensamientos y cavilaciones, y gran amigo. El señor José Antonio Ortuño
nos impacta en un momento determinado del video consumiendo como un alienígena
un montón de espagueti.
Ver a mi amigo actuando ahí, tras tantos años
después, curiosamente, no me sume en
tristeza ninguna. Creo que el adverbio ahí
de mi frase lo dice todo. No lo veo en ningún pasado esfumado o remoto sino
apareciendo bajo el marco contundente de la cámara soñadora.
Afortunadamente la obra artística funciona aquí
como actualización, como presencia inmediata a través de la imagen y lo que se
gestó hace más de treinta años aparece como producto reciente ante mis ojos. La
obra de arte, en este caso un video, se convierte en una atmósfera
incorruptible y ha conservado las actuaciones, la dimensión de los gestos, tal
y como se efectuaron.
La magia del arte también consiste en conjurar el
tiempo. Y me resulta tan reciente la actuación de mi amigo así como la
filmación del video, que no entiendo que no esté ya participando en otro para
confirmarnos en la idea de que la energía de lo artístico es lo que nos lleva.
Todavía y siempre.
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