La poesía y obra
ensayística de poetas como Antonio
Orihuela, Jorge Reichman. Nada de barroquismos
conceptuales o vuelos místicos. Poesía práctica, concienciación y militancia
ecológica, mucha literatura sobre las últimas vanguardias artísticas. Bueno,
ese tipo de poesía hace su función, también es necesaria. Reconozco que a mí me
cuesta leerla, porque es un tipo de escritura que funciona realmente en
combinación con otras cosas: performances, exposiciones, mesas redondas… Yo
prefiero otra cosa, poesía sustanciosa y nada espartana, bien alejada de todo
lo que se parezca a un panfleto. Aunque, bueno, Reichman tuvo sus escarceos
experimentales a partir de una interpretación extensiva de nada menos que René
Char. Los últimos libros de este poeta ya no me seducen. Más que un poeta es un
pensador que coloca sus advertencias especiales a través de esas formas
encantatorias que son el verso y los párrafos de la poesía en prosa. A Reichman
le sale demasiado, asoma en exceso en sus últimos libros, el discurso, casi
diría, prácticamente, la ideología y eso reseca la dinamicidad del verso.
Yo sigo con mi discreta campaña pro Lezama Lima. Leí ayer el texto Balada del turrón. Vaya virguería, qué delicia. Qué aporte de riqueza al mundo, a la percepción de los sabores y sus orígenes gastronómicos a través de la mitología, del desenlace barroco, de la imaginación poderosa. Me sigue reventando ese atenuado puesto que tiene en la literatura en español. Si fuera norteamericano, lo tendríamos grabado en la frente como un Poe o un Whitman. Si Pablo Neruda es un grande, no acabo de comprender por qué leches Lezama Lima se desvanece de un puesto semejante o incluso mayor, continuamente. La razón es que, claro está, ya no quedan lectores exquisitos, complejos, soberanos de mundos únicos. Estamos hechos unos pobres diablos sin hermenéutica ni imaginación. Pero qué espíritu actual va a reivindicar a Lezama, qué espíritu se declarará alumno y seguidor de una creatividad así, de la acción de un verbo demiúrgico como el suyo. No entiendo la ignorancia de la docencia, su poco brío ante un coloso de la escritura como este. Me parece insólito. Las especiosas lecturas que Lezama ha realizado de Juan Ramón Jiménez, de Garcilaso, de Góngora, del orbe hispanoamericano, no sé cómo es que no motivan al profesorado actual. … Lezama, que como Borges, es el nobel que no fue. Yo lo cuento como que se lo concedieron. Recuerdo cómo hace años Goytisolo reivindicó a Lezama Lima y casi se tenía que excusar por ello ante el silencio general. Parece que nos guste suicidarnos. Mi última observación: ignorar a Lezama en nuestras letras es signo de una sorpresiva debilidad, de una cuasi imbecilidad literaria.
Anoche estuve viendo con
alguna que otra distracción la película de Hitchock
Alarma
en el expreso. Como me ocurre siempre que veo una película los últimos
años, no puedo dejar de pensar en la cantidad de gente trabajando para que una
narración tan compleja y multilingüística como la cinematográfica sea posible. Uno
agradece la labor que llevaron a cabo todas estas personas. Me llena de esperanza
el que un montón de gente, cada uno especializado en algo, se hayan juntado
para hacer algo como es una película. Siempre que se nos ocurra pensar en la
maquinaria que articula una película, que es una película, sus implicaciones
corales me llenan de entusiasmo. Si esto hacen unas cuantas personas en
convergencia, qué otras cosas magníficas podremos llegar a realizar.
Nueva edición de la obra
poética de Rimbaud en la editorial
Hermida. Confieso que nunca leí bien y del todo a Rimbaud en comparación con todo
lo que sí he leído sobre su personaje y sobre su biografía. Y eso que a mí
quien me fascina es Mallarmé y no
Rimbaud, aunque reconozco que lo que su aventura existencial y literaria supone
es algo bastante complejo y que está ahí en la historia como para ilustrar los
límites a que Occidente ha llegado.
Jenaro Talens es un poeta de los más destacados de las últimas décadas, un poeta digamos, ya consagrado por la altura y calidad de su obra, tanto poética como ensayística, pero del que no se puede decir que sea un poeta famoso. Es más, la densidad transparente de su poesía yo diría que viene a chocar con las poéticas más políticas y actuales de otros autores algo más jóvenes. Leyendo la obra de Talens uno se da cuenta de que la altura de concepto y selección creativa, necesitan de lectores atentos, de una hermenéutica comprometida. De lo contrario esa capacidad intuitiva para el viaje metafórico se invisibiliza entre las propias palabras. Lo que quiero señalar es que la alta calidad de los poemas de Talens hay que señalarla y comentarla. De lo contrario perderíamos en nuestro idioma otra ocasión de diferenciar registros poéticos a través de un nombre relativamente nuevo.
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