martes, 22 de marzo de 2011


PUNTO INICIAL

Escribe Poe en Eureka: "Para una mejor comprensión, imaginemos en primer lugar una esfera hueca de vidrio o de cualquier otra sustancia ocupando el espacio a través del cual se difundirá uniformemente la materia universal, por medio de la irradiación, a partir de la partícula absoluta, independiente, incondicionada, situada en el centro de la esfera".
Si bien la imagen de la esfera de vidrio como representación del orden del mundo es un motivo común de la iconografía mistérica del cosmos en el ámbito de las especulaciones neoplatónicas y alquímicas del Renacimiento, resulta sorpresivamente moderno el término que emplea Poe para designar el germen primero de la materia, partícula absoluta, y cómo lo articula junto a otros en la teoría que expone en su ensayo, obra interpretada por él mismo como un poema.
Precisamente hace un par de días, en la feria del libro de ocasión de Murcia, adquirí un volumen divulgativo pero muy práctico, El libro de los signos, en el que encuentro una figura que esquematiza lo dicho por Poe en el pasaje citado: el punto dentro de un círculo. Este signo tiene varias significaciones. centro del universo, ojo de Dios, la Causa Primera, el hijo dentro del seno materno, origen de la vida....
De un modo ineludible, uno piensa que, propiciado por la forma redonda del círculo y la centralidad de la ubicación, ese punto tenderá a expandirse, a crecer.
Observando el dibujo, recordaba a un familiar a cuyo entierro había asistido unos días antes. Recordaba el féretro y pensaba que mi tío estaba allí dentro - punto dentro de un círculo, cuerpo dentro de un féretro -. ¿Sería posible darle la vuelta a esto, invertir la significación de cada cosa, que mi tío en vez de estar encerrado, no estuviera sino reposando para iniciar un tránsito de orden superior?
Pensaba en esa repetición: el féretro y mi tío, supuestamente dentro. ¿Sería posible aplicar la significación del punto dentro del círculo, germen de la vida futura, indicio de (otra) vida, a la situación de mi tío, cuya condición era ya definitiva? Uno busca con desesperación en los consuelos habituales, fantasea, revuelve en la conciencia, quiere, ingenuamente, que el que se ha ido le envíe una señal. Todo lo que uno ha leído sobre el tema, todo el conjunto de reflexiones que nuestras lecturas han surcado, en ese momento no operan o lo hacen como un eco remoto de sólo palabras. La opacidad de la muerte es tremenda. Uno intenta con el pensamiento, invocando lo que sea, horadar esa opacidad, pero es inútil. En el momento del impacto de la muerte de alguien sobre nosotros, la imposibilidad de quebrar, de diluir el carácter definitivo del suceso, es lo que nos sume en la irrealidad e inicia el proceso del duelo. Yo quisiera poder aplicar, a través de algún tipo de magia o de alquimia, el significado del punto germinante en el centro del círculo a un cuerpo sin vida; quisiera creer que, tal y como dicen las Escrituras, se muere para nacer a otra vida....
Me quedan como consuelo las enigmáticas palabras de Heráclito: A los hombres les aguardan cuando mueran tales cosas que ni esperan ni imaginan.

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

El tema de la muerte es recurrente en los humanos. Muchos poemas se han escrito sobre ella, pero siempre está ese misterio de la duda.
Por ahí tengo un verso que dice que morir es vivir con el cuerpo cambiado.
Buena reflexión.

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