lunes, 25 de noviembre de 2019

NO DEJEMOS DE HABLAR. Entrevista a 19 poetas. Ada Soriano





Desaparecidos del campo de batalla retórico los debates sobre poéticas o tendencias poéticas  – "los poetas de la experiencia", "los poetas del silencio", "los venecianos", "los feroces", etcétera.,  – que hasta el inicio del nuevo siglo parecían competir por el primer puesto de la novedad o de la prioridad estética, la edición de antologías nos ha ayudado hasta el momento a rastrear el estado de las plumas sutiles. Lo que se nos ofrece en este volumen publicado por Polibea es algo más original: entrevistas a los, más o menos, esquivos protagonistas de la palabra.
Salvando cuestiones previsibles que suelen producirse en estos casos como la parcialidad en la selección, por ejemplo, o la tendenciosidad de las preguntas, creo que esta suma de entrevistas, salta sobre estos percances de lo estereotipado y nos ofrece retratos singulares, adecuadamente personalizados, valga la redundancia y limitadamente saturados. Ada Soriano ha sabido leer en los poemas de cada entrevistado y dirigirle preguntas a propósito de lo escrito y afirmado en sus textos, invitando al poeta a explicarse o justificarse, evitando el exceso. La poesía requiere penetrar, aunque sea fugazmente, en los laberintos de la palabra y de la intimidad. El nivel obtenido en la mayoría de las entrevistas nos descubre que el genio poético, aunque no se encuentre en primera línea de la producción editorial y parezca condenado a ser consumido en las trincheras blandas de lo minoritario, no cesa de velar por lo que le compete.
A la poesía le concierne decir el acontecimiento del mundo. Hoy, actualmente, ese acontecimiento lo dicen  más oportunamente el cine o la novela. No se trata de que la poesía baje en aspiraciones. La poesía está en perfecta salud. Cuando lo primoroso, lo único ocurra, también la poesía o sólo la poesía sabrá, en realidad, decirlo.
De todas maneras, teniendo en cuenta la especialidad de la poesía, lo que podríamos denominar “su misión”, no podemos negar, también, ciertas limitaciones y empobrecimientos del momento: el provincianismo en poesía, que los poetas de una comunidad conozcan malamente o no se interesen por lo que hacen los poetas de la comunidad vecina.
Para Roland Barthes la vocación de la escritura es ser criptográfica. Es decir, la escritura ofrece una resistencia a los lectores, exige una implicación. Este esfuerzo ofrece compensaciones y pruebas especiales a los lectores de poesía.        
  El otro día visité una exposición de pintura en la sala del palacio Almudí de Murcia. Se trataba de una exposición de premios de pintura recientes, obras, sobre todo, de gente joven que pinta y crea actualmente. La visita fue doblemente compensatoria. Por un lado, la mayoría de las obras me parecieron estupendas, me hicieron regresar, en el recuerdo, a aquellos estados de entusiasmo de los ochenta y noventa, cuando uno todavía confiaba en descubrir autores y lenguajes nuevos; por otro, me sumió ante la contemplación de obras concretas en un gozoso estado que me hizo recuperar, por momentos, la esperanza profunda en el arte. Las mismas sensaciones de renovación e interés que tuve ante los cuadros, supongo que podría tenerlas con la lectura de los poemas de los poetas seleccionados aquí, teniendo en cuenta la similitud de edades y territorio en el que trabajan.
     
Presentación del libro en la librería Codex, el 15 de noviembre. José Luis Zerón, Ada Soriano y el director de la editorial Polibea, Juan José Martín Ramos

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