lunes, 2 de septiembre de 2024


 

ENTRE LIBROS

 

 Me gasto un dinero que no tengo en libros, pero del mismo modo que no puedo pasar sin escuchar parte del ruido ambiente que se filtra de la calle o sin percibir el rumor de los pisos vecinos que me dan vida, los libros son una presencia de la que ya no puedo prescindir. Los libros son en mi casa una multitud que alude a distintos universos según el libro en cuestión, una profusión de hebras vinculadas a escenarios concretos.

 

 

Hace un par de años, cuando pasaba una crisis económica de las más agudas de mi vida, comprar libros se me antojaba la operación más inútil y lamentable del mundo. La sola idea de aproximarme a una librería o de hojear estanterías me revolvía el estómago con melancolías enfermizas. Cuando progresivamente fui saliendo de aquel bache, el objeto libro comenzó a desprenderse de capas sucesivas de barro e inmundicia y a hacérseme atractivo de nuevo, convirtiéndose finamente, en algo fascinador y límpido cuya compra estaba justificada por el interés de sus contenidos. Volvió a su “estado original”, cuando era la cosa más atractiva del mundo y uno olvidaba lo que pudiera gastarse en ellos.

 

 

La compra perfecta del libro es cuando la compra del libro viene a convertirse en una inversión para tu intelecto y para tu felicidad. La utilidad, entonces, del libro te parece tan alta que unida al placer de la lectura, hace que no sientas haberte gastado ningún dinero. Es  como si hubieras entregado una suma inconcreta y sin importancia a los estratos exquisitos de la memoria universal que te obsequia con ese conjunto de referencias infinitas y reveladoras que componen lo que se llama  libro.

 

 

Todo está en los libros, decía la canción de Luis Eduardo Aute. No hay nada más que añadir. Qué sencillo y cierto modo de aludir a la memoria del universo, nada menos.



 

Alucino con los libros: no existe objeto con mayor poder confidencial.

 

 

La frase bíblica No sólo de pan vive el hombre, temo que podría aplicarse a los libros. Pero es que la Biblia es un libro, mejor dicho, muchos libros….

 

 

A veces no llego a leer todos los libros que me compro, pero los contemplo en el más amplio sentido místico del término.

 

 

Cada libro es una oferta de mundos a través de un lenguaje y un estilo determinados, es decir, específicos.

 

 

Cada libro supone un itinerario: de personajes, de número de experiencias, de pensamientos, de recuerdos, de historias. Hay una dirección en todo lo que se narra o cuenta que indica la presencia clarificada de un significado. El lector disfruta de todo ello. El crítico analiza narrativas a la búsqueda de qué significados han sido puestos en escena.

 

 

El libro es el receptor inmaterial de un gran suceso cuya vivencia se expone a través de un cuento, una novela o un poema.

 

 

Un libro de viajes nos cuenta las diversas peripecias experimentadas por el escritor a través de su incursión en países que no conocía.  En el relato de sus incidencias, cualquier cosa puede venir a significar, a simbolizar algo importante en el momento mismo que decide contárnoslo. Un diario personal es también un viaje pero en esta ocasión a las regiones profundas del yo y de la subjetividad. Del mismo modo, toda anécdota o detalle descrito adquieren un papel destacado por el poder de alusión metafórica que alberguen con respecto a las tramas que componen la sensibilidad del sujeto.

 

 

Este verano, me atrincheré en mi casa contra el exterior y el calor tras montañas y torretas de libros. Acabar enterrado entre libros sería sucumbir dulcemente entre franjas de semántica filosófica y espigones de poesía barroca.   

 

 

Profecía cumplida: el libro le ganó la batalla a las pantallas eléctricas. ¿Quién lee el Quijote en una Tablet?

 

Un vaticinio impreso en los años sesenta y setenta de los blogs y de las páginas web fueron los libros de Julo Cortázar La vuelta al día en ochenta mundos o Último round.

 

 

El libro, como toda obra artística, requiere de tu participación para lograr la más fulminante de las transformaciones alquímicas.

 

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