lunes, 31 de mayo de 2010


CITAS

ARQUEOLOGÍAS DE LA MODERNIDAD


Las citas que siguen son del libro de Antonio Pulido, Plumazos de un viajero, 1893



El deslumbramiento ante la exhibición de las mercancías, la visión maravillosa de los objetos pululantes, la fascinación ante el entramado tecnológico:
El ánimo goza entonces lo incalculable con la animación que allí observa: centenares de hilos tendidos por los aires y cruzándose en múltiples direcciones conducen la fuerza encargada de infundir vida á millares de lámparas y aparatos; se ven por do quiera mesas, tinglados, pabellones, plataformas, armarios, vitrinas, colgantes y otros medios indecibles que sostienen los objetos expuestos; banderas y escudos de once naciones lucen en las paredes; en un lado hay coches con faroles provistos de luz eléctrica: acá, aparatos militares; allá instalaciones telegráficas; próximo a éstas las barricadas de cables; después unas series de máquinas y aparatos complicados, de aisladores, baterías... y así, un lujo de material indescriptible.


La actitud infantil de la masa ante la suntuosa exposición de los últimos avances. Cómo esa masa infantilizada, fascinada, revolotea insensatamente en torno a unas herramientas de las que desconoce su uso y que observa como extraños juguetes. El ruido de la masa moviéndose junto al que hacen las máquinas en exhibición conforman una sinfonía futurista:
La gente discurre en masas compactas, á través de todas las instalaciones, curioseando y tocando cuanto puede, apretándose en unos puntos para ver funcionar un telégrafo; escuchando en otro el toque de algún avisador; embelesándose allá ante los muebles; codeándose y estrujándose acullá con motivo de algunas exhibiciones donde el experimento es curioso y de observación unipersonal..., formando así un rumor sordo que se asocia a los acordes de una banda militar que toca próxima á la fuente, al estrépito de las máquinas, al campanilleo que brota de muchos puntos, á ruidos sin cuento que salen de muchas partes, y luego se unen, se mezclan, se confunden y arrojan un concierto monstruo, atronador, que repercute en las paredes de la rotonda, y rebota sobre su suelo, ya estremecido con duro retemblar por el potente juego de centenares de máquinas de vapor.

jueves, 27 de mayo de 2010


RECUERDOS RECOBRADOS. MEMORIAS.
KIKI DE MONTPARNASSE

Con algo de melancolía - aquella bohemia, ya casi remota, que no volverá - y divertido, a la vez, he leído estas breves memorias, publicadas exquisitamente por Nocturna Ediciones la temporada pasada, de Kiki de Montparnasse, una de las musas clave de pintores, fotógrafos y artistas de las primeras vanguardias parisinas. Antes de leer el libro, para mí Kiki no era sino un personaje anónimo, una más de esa caras maquilladas y algo enigmáticas, típicas de los años veinte, apenas discernible en alguna fotografía famosa. Me parece que ninguna la ha consagrado más para el público como aquella de Man Ray, en la que en sus desnudas espaldas se estampaban las molduras de adorno de un violín, titulada Le violon de Ingres.
Si leemos las memorias de Kiki no lo hacemos tanto para leer el texto literario de una época como para leer el documento personal de un momento histórico muy literario. El mundo, el ámbito, el ecosistema en el que vivió, amó y sufrió Kiki fue el de la bohemia pura y dura. El carácter directo, fundamentalmente anecdótico, vital, de estos Recuerdos Recobrados no lo dicta un estilo sino la vida misma que Kiki llevó. La miseria, el hambre, la droga, el tejemaneje con los amantes, los suicidios de amigos o amigas, el éxito y los contratiempos que opacaban los éxitos conseguidos, trenzan agitadamente y con la naturalidad de quien respira, las evocaciones de Kiki.
Es notable el peregrinaje por cafés y cabarets, lugares emblemáticos de la época, centro de reunión de artistas, intelectuales, excéntricos y millonarios ocasionales. Escribe: "El cabaret tiene un encanto salvaje, adictivo... Al final de la noche, no se sabe quién es el cliente y quién el artista. No hay más que una gran familia reunida para sacar partido del momento que huye."
Su franqueza desnuda mitologías. Lo que opina de los surrealistas es realmente bueno e interesante a la vez, teniendo en cuenta que lo dice a mediados de los años treinta: " Me parecían niños grandes y crédulos, lo que me resultaba simpático... Actuaban exactamente igual que la gente que les habría gustado quemar en la hoguera". Y con respecto a los surrealistas que menos le cayeron en gracia, los más revolucionarios y militantes: "... han encontrado mediante el matrimonio la forma de evitar preocuparse demasiado por el mañana."
Lo que resulta admirable de un personaje como Kiki es la vitalidad que muestra y regala teniendo en cuenta la complicada infancia por la que pasó - la ausencia de un padre y la actitud desabrida de una madre que le endosó a la abuela la educación de la niña - y cómo nuestra bailarina pintora se las arregló y se buscó la vida sola. Testimonio, pues, signado por la autenticidad de quien vivió con intensidad un momento de cambios decisivos en el mundo del arte y en nuestra forma de interpretar la realidad.

sábado, 22 de mayo de 2010

Comecocos

Hoy 30 años de el comecocos ... si visitas hoy Google verás su curioso logo, pero mañana ya no lo verás.

Efímera es la imagen de nuestro sueño y corta, muy corta, ésta anotación twittera.

Evolucionamos de el blog a el microblog ...

@empireuma ya sigue a la @wikilengua

...
¡Hasta otra!

miércoles, 19 de mayo de 2010

CITAS

ARQUEOLOGÍAS DE LA MODERNIDAD

(Todas las citas las tomo de Plumazos de un viajero, 1893, de Antonio Pulido)

Loas a la gran creación del hombre, al centro y habitáculo de todas las mitologías modernas: la ciudad:
"Y todos estos templos, museos, universidades, institutos, hospitales, hospicios, jardines botánicos y zoológicos, óperas fábricas, cuarteles, estaciones etc., alzándose gigantescos sobre las restantes moradas, teniendo alrededor suyo, en hermosas agrupaciones, desde el palacio de los Reyes y las espléndidas mansiones de los opulentos, hasta el modesto tugurio del menestral, son como otros tantos órganos de ese grande organismo llamado ciudad".

Cuitas sobre la habitabilidad de los grandes hormigueros humanos:

"El estudio del alcantarillado de las poblaciones, tubo intestinal que se arrastra por el espesor del subsuelo, es según viene demostrándolo la Higiene, uno de los medios más poderosos de salubridad ó enfermedad, y aquí revela ser objeto de grandes preocupaciones para los hombres de ciencia...."

"... el plano extenso del alcantarillado que presenta la ciudad alemana de Dantzig, acompañado de las estadísticas de mortalidad antes y después de la reforma".

Desconcierto ante la temporalidad de la civilización urbana:
"Y á una civilización de este linaje, que tan profundas reformas sostiene, y cuyas construcciones parecen hechas con sillares amontonados, y animadas con vida suficiente para que las disfruten largas generaciones ulteriores ¡se la llama fugaz y transitoria, se la llama indefinida!
En una exposición de electricidad encuentra fogonazos del futuro pasado:
"... hay ya numerosos aposentos para la audición telefónica de la ópera."
El pueblo alemán y el hebreo evocados en una misma reflexión. Sin comentarios.
"Si la constancia en el trabajo y en los fines, virtud suprema del pueblo alemán, le hace tan superior á todos los otros pueblos de Europa, y si dentro de este código de mecánica moral que encierra principios tan absolutos e inflexibles como puedan serlo los de la mecánica física, la constancia lleva siempre el triunfo; este pueblo hebreo que viene desde los tiempos bíblicos dando prueba de ser la raza más constante de todas las razas humanas; que trabaja y tiene fe; que resiste sin protestas el escarnio y el castigo de todos los otros pueblos , y vive, y se multiplica á pesar de las destructoras persecuciones, ¿qué será en lo porvenir? ¿Para qué grandes destinos le reservará todavía el Dios de Moisés?"

viernes, 14 de mayo de 2010


LOS FUTURIBLES DEL CHUNDA-CHUNDA

Quizá ponerle nombres y apellidos a las derivas de la música electrónica dentro del ámbito del pop, sea algo quimérico, puesto que ya se trate de dance, tecno, trance o acid, estamos hablando de eso, de tendencias o ramificaciones de una creatividad anónima y plural, que, en muchas de las ocasiones, sólo adquiere entidad en forma de sesiones grabadas. La música se autocrea a sí misma y se bautiza con el nombre de tales tendencias, y buscar el nombre propio del creador de una tendencia o estilo concreto, siendo posible, se diluye en la multitud de la oferta. De todos modos, resulta curioso que ahora que la música electrónica "seria" parece hallarse en punto muerto, sea el chunda-chunda quien esté experimentando sus propias y sorpresivas evoluciones.
Hace ya algunos años, Stockhausen tildó de "vagos" a los músicos electrónicos que se decían sus herederos. Y la verdad es que en la inmensa mayoría de los casos, la creatividad musical en la música electrónica discotequera brilla por su ausencia. Todo se reduce a una serie de combinaciones rítmicas elementales, ilimitadamente multiplicables. Su prioridad es crear un estado anímico, inducir porque sí al éxtasis: la tecnología pura escupiendo las chispas sonoras de sus microcircuitos. La música electrónica actual es una ampliación del tam-tam africano que llama a los jóvenes salvajes de la urbe a la danza tribal. Investigando un poco me he encontrado con este disco de Oscar Mulero que sin salirse de las convulsiones previsibles del tecno-trance, ofrece cierto empaque y momentos de clímax enloquecido, sorprendentes. Imagino lo que sería una versión orquestal de tales momentos: algo tremendo, excesivo.

miércoles, 12 de mayo de 2010


ENEMIGOS PÚBLICOS
Michel Houellebecq/Bernard-Henri Lévy

Con una mezcla de interés y algo de vergüenza ajena he sacado este volumen de la biblioteca. Dos autores deciden establecer un diálogo-debate a través del correo electrónico y publicar un libro con el resultado de todas las intervenciones. Bueno. La cuestión está, no tanto en cómo deslindar los ejercicios de elocuencia de la confesión de ideas y compromisos, sino en cómo soporta el lector el grado de exhibicionismo ineludible que implica el proyecto y encima, sabiendo que quienes debaten y hablan son dos de los exponentes actuales más destacados de la siempre locuaz intelectualidad francesa. Quizá lo que podamos interpretar como pedantería no sea, en la estilística francesa, más que apasionamiento por la elaboración del razonamiento, y la fácil caricaturización a la que se prestan los dos interlocutores protagonistas en cuestión - Juelebek con su aspecto de pollo mojado destilando sordidez (imagen que él mismo asume),y el playboy de la filosofía, Bernarjenrí Levi, con su sempiterna chaqueta negra y el cuello de la camisa desplegado como el típico ligón de discoteca de los setenta que Jhon Travolta representara en Fiebre del sábado noche - sea el precio que tengan, paradójicamente, que pagar por su autenticidad. Cuando se autotachan de de "enemigos públicos" son tan pedantes como sinceros. Y ellos mismos se dan cuenta de ello cuando dicen que la fama les ha sobrevenido, no la han buscado, y que se expresan libremente a pesar de ello.
Juelebek emite una sensación crispante, de déjà vu, de repetición hastiada, - otro escritor maldito, por lo que se ve - y a mí que tanto me gusta la literatura francesa, el personaje que es o que se ve obligado a representar me interesa poco. Desde luego, Juelebek no pretende caer simpático a nadie, defiende su egoísmo, y como se le ha vuelto irrespirable vivir en Francia se ha ido a Irlanda. Rebuscadamente escribe que en la escuela sacaba "unas notas ridículamente altas", en vez de escribir, simplemente, que sacaba malas notas. ¿O lo que ha querido decir es que las buenas notas que sacaba le eran indiferentes? En el epistolario mantiene una postura políticamente incorrecta, no le importa lo que les ocurra a los chechenos, y sugiere, demostrando la típica ignorancia del extranjero, que los etarras tienen derecho a luchar por su pueblo.
Más interesante resulta lo que escribe Levi, quien demuestra tener una conciencia ética y un pensamiento más contrastado. Levi le responde que los rusos han masacrado a los chechenos, que los etarras son unos simples asesinos y que una lectura tan profunda como profana de algunos pasajes bíblicos, todavía puede hacernos albergar esperanzas ante el atribulado destino humano.
Lo más aburrido del libro epistolar es cuando tanto uno como otro se empeñan en demostrar la virginidad ideológica con que empezaron su carrera vital: Juelebek participando en asociaciones católicas en su juventud y Levi afirmando que su familia no era religioso-practicante y que no pisó una sinagoga hasta los veintitantos. Sólo una cosa me ha gustado de verdad en Juelebek, su defensa de la poesía a pesar de todo. Levi le contesta que, de todos modos, el género literario más importante es el que, según las circunstancias, le deviene a uno y en el que puede transmitir óptimamente las ideas.

jueves, 6 de mayo de 2010


LIBROS DE VIEJO
PLUMAZOS DE UN VIAJERO
Doctor Antonio Pulido Rubio

Supongo haber identificado al señor Pulido correctamente, es decir, haberle puesto bien los apellidos, porque guiándome por las pistas que da el propio libro, publicado en 1893, su autor parece ser el padre del egregio Adolfo Pulido Villafañe, destacado médico de Caracas, fallecido en 1974. Teniendo en cuenta el surtido equívoco de "Pulidos" que han aparecido tras mis investigaciones internáuticas, resulta curioso que nuestro autor, visitando la Biblioteca Nacional de París se encontrara allí, entre los pocos volúmenes en español que tenían, con un volumen de otro tal Pulido, creyera ser él mismo y luego se demostrara que era otro Pulido no identificado.
Un libro como éste se comentaría a sí mismo a través de una selección de citas, pues para el lector actual no puede tener otro interés que el de la consulta y la rareza. El tosco título no hace justicia al interesante y muy bien escrito texto, recuperado de un fardo de piezas precintadas en una librería de ocasión. El viaje que el doctor Pulido realiza a través de París, Bruselas, Holanda, Alemania, Austria y Hungría, no tiene sólo un fin lúdico. Se trata del viaje de un ilustrado que busca y examina la calidad de los centros sanitarios de cada país por el que pasa, dedicando reflexiones y observaciones a monumentos, universidades, cementerios, exposiciones y tipologías sociales. Su librito es un apretado cuaderno de campo que nos surte de interesantes informaciones. Asistimos a la explosión de la modernidad - este es un texto del que muy bien podría haber recopilado fragmentos significativos un Walter Benjamin para su Libro de los Pasajes - y también al examen de la singularidades étnicas e idisioncrásicas en un momento histórico en el que todavía cada país europeo podía sorprender al otro con sus especificidades culturales y folclóricas.
En París, la meca, entonces de la civilización y el refinamiento, se produce el impacto inaugural de su viaje a la modernidad. Las calles, jardines, edificios, el dinamismo urbano, son tanto motivos de admiración como de reflexión, así como lo son las bibliotecas, museos, cementerios o zoológicos. Visita la famosa clínica para histéricas de La Salpêtrière. Allí tiene un encuentro con el mismísimo Charcot y observa la colocación a una enferma del sombrero espiral, el último grito en aplicación psicoterapéutica del momento. Pulido anota cómo La Morgue se convierte en morboso lugar de peregrinación popular. Escribe: "El pueblo bajo de París, ese pueblo amasijo de honrados obreros y de procaz granujería, de gente desalmada y de sentimientos gastados, masa desgraciada que, en fuerza de vegetar entre la miseria y el crimen, ha llegado a identificarse con él, y lleva con frecuencia su irónico sarcasmo, su sátira cínica y sangrienta á todo lo más trágico y conmovedor, ha hecho de La Morgue una especie de teatro, en donde acude cuotidianamente, á recoger fugaces impresiones y á distraerse, ni más ni menos que las personas de posición acuden todas las noches al coliseo.... La galería de cadáveres que aquí se exhibe es por demás repugnante. París arroja todos los días crímenes y arroja, especialmente, suicidas del Sena".
En Holanda, Pulido admira la educación de la población, la pulcritud de las calles y el esmero con que los holandeses cuidan los edificios institucionales, pero también se lamenta de la tristeza del ambiente urbano, haciéndose eco de un apunte de Amicis, quien en uno de sus numerosos libros de viajes, experimentó lo mismo en el mismo lugar. Pulido anota sugerentemente: "....los cafés, que muestran un primer término de oscuridad completa por la noche, separado por amplios y desplegados portiers del resto de la sala, no dejan ver más que el fuego de algún cigarro ó la silueta de alguna mujer". Pulido describe el estrafalario traje de los holandeses que viven en la isla de Marken, parecido al de los maragatos de España, y el gueto mísero en que, en esa misma isla, se apiña la comunidad judía, especializada en la compra-venta de ropa vieja.
Es a Alemania a quien Pulido dedica más anotaciones y artículos. Elogia los hospitales, que valora como los mejores del mundo, así como habla con gusto de las enormes avenidas y sólidos edificios de Munich o Berlín que nada tienen que envidiar a los bulevares parisinos. Describe con minuciosidad tanto el edificio de la gran sinagoga de Berlín, como su asistencia a un oficio religioso completo en tal lugar. Las anotaciones sobre la estructuración de la vida social y los "tipos germanos", son significativas como explícitas, pero no podemos acusar a Pulido de reproducir un estereotipo. Pulido nos transmite su impresión general que viene a ser una suerte de revelación, imperceptible para los autóctonos. Escribe: "... basta pasear durante corto espacio de tiempo por las calles de Berlín para sacar al momento cuál es la nota característica, el anima vitae, el sello psicológico - llámese como se quiera - de la Prusia: su militarismo... Aquí el estado militar lo es todo, el estado civil no es nada; donde hay un militar, donde hay un oficial, un jefe ó un general, parece que asume todo género de autoridades, y que representa á su patria con más títulos, con derechos superiores á los de ninguna otra condición ó estado del ciudadano". A propósito de la fauna urbana, se fija en el llamativo contraste de las parejas : "...parejas muy desiguales en gran número: una mujer alta, garrida, de enorme plasticidad, con las exageradas proporciones de una estatua , lleva á su lado un muñeco humano, la expresión mínima de un hombre, un embrión barbudo, que parece necesitado de sol y lluvias para su crecimiento; y viceversa, es frecuente observar, cogidas al brazo de Hércules blondos, anchas espaldas y rubicundos semblantes, mujeres tan exprimidas y escrofulosas que muestran la más triste muestra de una ruina orgánica".
En el teatro de la ópera de Berlín, asiste a una exitosa representación de Carmen, gracias a un billete obtenido en la reventa, después visita una exposición de higiene y como si ésta fuera, además del militarismo, el otro eje del mecanismo puritano-protestante de la sociedad alemana, escribe: "La Higiene revela aquí, no sólo su grande importancia, sino sus asombrosas conquistas y sus gigantescos destinos en la vida ulterior de los pueblos". Sobra decir cómo utilizó Alemania y sobre quién, décadas más tarde, las grandes posibilidades de la Higiene, así, con mayúsculas, que Pulido, como en una visión, interpretaba como el signo inequívoco de la civilización del porvenir. Resulta curioso el capítulo entero que dedica a la universidad alemana, a las normas que constituyen su funcionamiento y al estudiante universitario alemán. Pulido habla de las "extrañas sociedades de estudiantes" y de las cicatrices ostensibles en el rostro de aquellos estudiantes, señal de enfrentamiento entre las distintas agrupaciones.
Durante un viaje por el Danubio, el doctor Pulido se ve arrancado de su embeleso ante el paisaje al escuchar un timbre familiar: alguien, entre los pasajeros hablaba en español. Se trataba de judíos sefarditas. Los judíos, que dicen ser rumanos, procedentes de Kalarasch, le facilitan una curiosa información sobre el número de judíos sefarditas que hay establecidos en Constantinopla, en Rumanía, en Serbia, en Salónica o en Adrinópolis.
Estando en Hungría, Pulido tiene ocasión de escuchar un concierto de música popular húngara que le parece insufriblemente melancólica. Con bastante seguridad, lo que escuchó fue el movimiento lento de una csárdá (léase "charda") y no el que le sigue y en el que se transforma, el movimiento rápido, que suele ser muy vivo y de un virtuosismo en cuerdas y vientos, vertiginoso.
No pretendo comentar el libro entero en este artículo. El material extraíble en citas es abundante y da para lo que podríamos denominar una arqueología de la modernidad. Éste será el epígrafe de próximas acotaciones sobre el libro, o bien, sobre textos afines.

lunes, 3 de mayo de 2010


ARTE DE LOCOS Y LOCAS
En la Sala Municipal de Exposiciones de Elche he estado viendo una exposición muy singular. La muestra lleva por título "Pinacoteca Psiquiátrica de España", y es una selección de obras plásticas realizadas en internados psiquiátricos por los propios enfermos. La muestra abarca desde 1917 a 1990 y aunque predomina el dibujo y la pintura, también hay esculturas. La exposición se completa con varios vídeos en los que puede verse a los propios enfermos ensimismados en su trabajo sublimatorio. Lo primero que me ha impactado, incluso antes de examinar las piezas, ha sido el carácter anónimo de casi la totalidad de las obras. Me preguntaba al comprobar la fecha de cada una de ellas - 1934, 1960, 1975 - qué habría sido del individuo que había pintado aquello, si se habría curado, si estaría vivo, bajo qué circunstancias o anécdotas habría ingresado en el manicomio.
Independientemente del contexto y de la intencionalidad de la exposición, el nivel estético de las obras no es precisamente algo secundario. Me he encontrado con piezas muy elegantes, algunos retratos excelentes hechos a lápiz, pequeñas esculturas que parecían exvotos de una religión remota y desconocida, que podrían estar en cualquier museo de arte contemporáneo.
Lo que me ha fascinado ha sido detectar la presencia de cierto continuum en el carácter de las imágenes , independientemente del marco temático en que la exposición está articulada. Por ejemplo, dibujos que parecen miniaturas medievales bizantinas, figuras delirantes que recuerdan los arcanos del Tarot, siniestros cómics realizados por un niño grande, sofisticadas piezas que me han hecho recordar aquellas pinturas densas de fibras retorcidas y pulpas blandas de José Hernández. Pensaba en los arquetipos jungianos, como si el arte de los locos se hiciera eco de los contenidos del inconsciente colectivo. En conjunto, en la exposición se impone una creatividad fluctuante sobre la autoría concreta. El loco es antes loco que ciudadano o persona. El arte de la locura es anónimo por definición. Esta exclusión es también lingüística, por ello el loco inventa alfabetos, conjuntos de signos imaginarios. Me ha sorprendido la belleza de estas expresiones pictográficas y el notable parecido de algunas con la grafía medieval carolingia. Si los autores no las han copiado de algún sitio, de nuevo, los arquetipos jungianos. Parecen manuscritos de una lengua ignota y aracaica cuya gramática se hubiera perdido en la simas del tiempo y de la historia. Una lengua sin significado, de la que tampoco podemos saber cómo suena. Recuerdo que yo, de crío, hacía algo parecido. Para cada letra del alfabeto inventaba un garabato y luego me divertía "escribiendo" con estos nuevos símbolos. Me gustaba el aspecto formal, la estética que ofrecían mis "textos", sólo comprensibles para mí.
He salido de la exposición con una sensación embriagadora: fascinado con este detritus demiúrgico en el que el nombre del artista, el sujeto creador ha sido borrado y nos queda una masa flotante, a veces rota y herida, otras brillante y enigmática, de signos a la deriva.

UN PAR DE OBSERVACIONES ORTEGUIANAS

  Leyendo a Ortega y Gasset , me he encontrado con un par de pasajes que he convertido en motivos autopunitivos o que se me han revelado...