martes, 31 de mayo de 2022

LIBROS

 

Consejos, proverbios e insolencias.

 Joan Fuster


Efectivamente: tan aconsejador y proverbial como, sobre todo, insolente y mordaz se nos aparece en este abanico de fogonazos aforísticos el señor Joan Fuster que, súbitamente, visita el  mundo de los vivos para alertarnos de la maquiavélica trampa que supone confiarnos a todo tipo de convicciones.

Con la figura de Fuster experimento algo así como un oxímoron del interés, una suerte de frustración difícil de eludir: por un lado, su obra me sorprende por su agudeza y desparpajo, y por otro, el hecho de haber escrito lo más interesante de sus ensayos, apotegmas y elucubraciones en una lengua minoritaria me lo sustrae de un primer plano franco e inteligible de referencia.

Su compromiso político lo vinculan a un contexto que ha cambiado sensiblemente hoy, me parece a mí. ¿Qué sería un Joan Fuster de estar con nosotros, hoy: podemita, independentista, o se habría convertido en un razonable socialista? Creo que seríamos justos con Fuster si, teniendo en cuenta la insoslayable y rebelde alusión política de su obra, lo rescatáramos para el lector actual y futuro, a través del recuerdo de la pasión y significación literaria de lo que escribió.

Si examinando estos aforismos de brillante ocurrencia y acida retranca, llegamos a imaginar el temperamento, súbitamente feroz,  que los produjo, comprenderemos la complicada adecuación de semejante escritura a las circunstancias históricas que apelmazaban la libertad de estilos y pensamiento.

Es previsible, por ello, que ideológicamente rodeado de nacional-catolicismo franquista, un intelectual como Fuster reaccionara no sólo ante tal contexto asfixiante sino ante todo complejo cultural que se presentara con los visos de  reverencialidad incontestable. Ya sea Proust, Baroja, Bach o el mismísimo Picasso, Fuster se abstiene de inclinar temerosamente la testa, tendiendo a la objeción descarada e incluso a  la caricatura, aunque no siempre acertara con justeza y justicia en el dardo enviado.


Supongo que en sus últimos años, con una situación política distinta y más favorable, reconocido y premiado, Fuster se vería a sí mismo con menos extrañeza  e intelectualmente algo más ajustado en los compartimentos estancos  de nuestra piel de toro, aunque hasta el final de su vida, lamentablemente,  no escapara a la violencia de quienes se sentían demasiado vulnerados por sus corrosivas observaciones. Que tras su fallecimiento, su nicho sufriera intentos de profanación es algo que recordado ahora, extraña tanto como aterra.

Joan Fuster es la muestra ejemplar de esa lúdica inteligencia, provocativa, socarrona y siempre sorpresiva que tantos analistas han detectado como signo específico de los lares levantinos. Fuster autodefinía su obra como literatura de ideas. Sus ensayos lo corroboran y la firma final, la brillante, plástica y sagaz  demostración es este rosario de agudezas y reveladoras llamaradas verbales.  

 

             


 Sepulcros etruscos. 

N.G.Villegas

 

D.H. Lawrence ideó ese sugerente título, Atardeceres etruscos, o bien, Tumbas etruscas,  para una irregular crónica de viajes por Italia. Últimamente han aparecido no solo reediciones de esas crónicas sino libros de viajes con títulos semejantes de otros autores,  entre ellos este Sepulcros etruscos, subtitulado Un viaje por la Toscana del catedrático Nicanor Gómez Villegas.

La historia puede ser un motivo inmejorable para  la lucubración literaria, uno de los pretextos más frondosos para la escritura. Adquirí este libro, además de por el delicioso diseño, por creerme que el texto estaría compuesto de impresiones de viaje y descripciones estéticas de los distintos entornos visitados, pero el libro viene a ser un concentrado manual, exuberante de datos y referencias históricas- qué lugar más histórico que Italia -.  La cuestión es que la copiosidad de datos es una cosa que a mí me sobrecarga y me sustrae de la experiencia directa del ambiente, aunque este parezca  indivisible de la lectura histórica.

Prefiero la confesión de experiencias poéticas al interminable flujo de relaciones históricas que a veces no hacen sino volver a subrayar con todo lujo de detalles y anécdotas, la crueldad y el egoísmo del hombre, y destaco esta preferencia por aquello de que todo viaje tiene algo de iniciático: en mundos, personas, sociedades, gustos, sonidos…

De todos modos, la lectura o interpretación histórica de todo enclave geográfico o territorio produce cierto efecto embriagante al convertirlo en fuente virtualmente inacabable de información. Este efecto, más o menos dosificado, es el que produce este libro: en todo confín brota la memoria para quien conozca lo que allí el tiempo guarece. 

jueves, 26 de mayo de 2022

PASEO POR EL PANTANO DE SANTOMERA

Hará unos cuatro meses soñé que atravesaba un pequeño pueblo cercano, es decir, de esta zona del Levante. Lo absurdo del tema es que en medio del pueblo, había un pantano que multiplicaba por siete el tamaño del pueblo y que había que sortear irremediablemente si uno decidía pasear o continuar el viaje. Tras un macizo de flores, estaba insólitamente ubicado el pantano y para pasar al otro lado el espacio junto a la barandilla era mínimo. Daba vértigo mirar hacia abajo. 

Hace unos días visité en compañía de un guía altamente especializado, pantano de Santomera. Apenas aproximarnos, el entorno me hizo recordar al instante, aquel sueño. No ha ocurrido nada extraordinario entre una cosa y la otra, pero los elementos del lugar y los del sueño coinciden bastante. 

A fines de los setenta mi padre me llevó a mí y a mis hermanos a las inmediacxiones del pantano, pero nada que recuerde de aquella visita coincide con el espacio natural actual del pantano. 








El superguía contratado por el ayuntamiento de Santomera, pertrechado de mochila, bastón especial y ropa campera.


















 















Construcción megalítica de pega.






martes, 24 de mayo de 2022

Incidencias furtivas



La saturación ideológica nos sale ya hasta por las orejas. Este gobierno metió las narices en donde no tenía que haber rozado ni un ápice: Radio Clásica. Dicha saturación fluye tan obscena y abundantemente, que un locutor dice la siguiente  majadería sin inmutarse: hay que alegrase de un estudio que se ha hecho sobre los cantos de los gorriones, pues ahora al centrarse en el de las gorrionas, será inclusivo. O sea, que las pobres gorrionas estaban siendo marginadas. Después de la indignación por el mensajito y la sorpresa por la estupidez inconsciente del locutor, he estallado en carcajadas ante lo absurdo del tema.

 


Me está ocurriendo ahora que  estoy volviendo a encontrarme con el mundo norteamericano, con el Sueño Americano que se manifestaba en todas aquellas películas de los sesenta y los setenta que vi de pequeño y de joven y que alimentaron tan vivazmente mi imaginario, pero ahora, en esta ocasión,  a través de la literatura. Jhon Cheever, Hunter Thompson o Sam Sephard son autores que hasta hace bien poco no conocía de nada y cuyas obras suponen en este momento como un nuevo visionamiento de ese imaginario que dependía sobre todo de la representación fílmica. La otra noche, teniendo en cuenta el número de escritores norteamericanos que estoy frecuentando y la importante novedad que todo ello está suponiendo en mí, tengo un sueño vinculado con el tema: estoy sentado y una energía extraordinaria brota a mi lado, agitándose enloquecidamente, pegada a la silla. Es como una especie de fuente de energía eléctrica que esté expulsando chisporroteos. Esta energía que se agita formando hilachos de luz a media altura es tan potente que mantiene en pie el matamoscas que tengo en mi habitación. Alguien se acerca y yo le invito a que constate la potencia de esta fuente de fuerza.



Acabo de escuchar por la radio el réquiem opus 48 de Gabriel Fauré que se interpretó en  un concierto celebrado recientemente en la ciudad de Gante. La música tenía pasajes que me han parecido una delicia. En la emisión, la gente aplaudía a rabiar y se escuchaban algunos bravos. Todo ese público tan entusiasta como yo ante la música que acababan de interpretar, ¿podría considerarlo mi hermano, si me ocurriera algo en Bélgica que me hiciera solicitar su ayuda? Es decir, si algo atraviesa de tal manera las almas y las sensibilidades y por ello nos coloca en un espacio de reacción íntima tan semejante, ¿podría hacer tal cosa que, encontrándome casualmente, perdido en territorio belga, confiaran plenamente en mí y me echaran una mano? Si nada de esto ocurriera y yo siguiera siendo un extraño para ellos por no estar en el concierto y ser uno más del montón del público, pensaría que el hombre, que no el arte, es un bluf y que nunca deja de usar máscara.

 

Leyendo el estupendo diario de Ángel Crespo que Seix Barral publicó en 1999, Los trabajos del espíritu, percibo con una sorda fascinación el tiempo que ha sido, las innumerables cosas interesantes que ya ocurrieron hace décadas. Ante lo que actualmente se vive, es como un abismo anterior y que no deja de aludir,  de insinuar el abismo del futuro.   Y lo que sospecho como una secreta revelación es que ambos confines, ambos abismos convergen o mejor, terminan por conformar un continuum que es la historia de la eternidad.

 


Le echo un vistazo a la película Orfeo negro mientras leo algo. La película es de 1959 y compruebo lo bien que se ve, la nitidez de la fotografía. Yo nací en 1963. Fijándome en los objetos que hay en las escenas y sobre todo en las reacciones de los personajes pienso que antes de existir yo, la gente bailaba, se reía, saltaba, sufría. Decirlo parece una obviedad sin misterio, pero hay que saber captar lo que pretendo exponer: antes de mi existencia, la gente era tan vulnerable como ahora al azar, a la fragilidad e imprevisibilidad de las cosas. Al verlo se establece una súbita y sorpresiva conexión entre el pasado, aunque sea reciente, con la actualidad, con la realidad de ahora mismo.

 


El estado poético es una suerte de contemplación activa.

 


El saber la verdad o es una pretensión llena de pedantería o un mero énfasis. Lo que debiera interesarnos es el color, la textura, la intensidad de los momentos vividos, la bendición secreta de las nuevas oportunidades, la felicidad con los otros.

 

 

No paro de constatar en todos los ámbitos y aspectos aquello del refrán o del dicho: todo va a menos, salvo quizá, en mi caso, en lo que respecta al entusiasmo por saber y el placer estético.  



miércoles, 18 de mayo de 2022




AFO-TRINOS

 

La ideología produce serios daños en la salud intelectiva del sujeto.

 

Cómo el escritor, al manejar el arte de escribir, también puede pasar por un hábil manejador del pensamiento.

 


Aunque indica una realidad indudable y escandalosa, el término “asesinato machista” tiene algo de inútilmente redundante, de calificación grotesca y retórica.  


Mi pensar es pensamiento porque todo pensamiento lo produce el pensar.

 

 

El olvido es selectivo y furtivo, mas no administrativo.

 




Después de tanta explicación y estudio, la única prioridad es sentirse bien.

 


Más allá del mañana, se erigirá un hoy definitivo.

 


El poeta trasciende las inercias lógicas, las servidumbres del lenguaje en tanto que concepto, a través de lo práctico: la palabra poética.

 


Bertrand Russell aconseja a las generaciones futuras que, por un lado,  limiten su examen filosófico  al estudio de los hechos objetivos y por otro, teniendo en cuenta la realidad  de un mundo cada vez más interconectado, se fomente un espacio social en el que el amor sea la fórmula propicia de convivencia.

 

 

No sé exactamente por qué pero nunca he visto a Bertrand Russell como un pensador anglosajón. Hay algo en él que trasciende eso, como le ocurre a Chaplin.   

 

 

Más que progresar linealmente hacia un punto específico, lo que hacemos es mutar íntimamente.

 

 

La melancolía peina las frondas.

 




La pesantez definitiva del tiempo, diluida en un aforismo.

 

 

Si la impertinencia tuviera consecuencias metafísicas…

 

 

 El aforismo bombardea siempre en el mismo sitio.

 

 

A través de lo más exotérico y social se manifiesta lo misterioso: las lágrimas de la fallera ante la quema de la falla elegida, o las que derrama alguien, conmovido ante un paso de semana santa.

 

 

Los olores apenas o nunca aparecen en sueños. Es como si estuvieran implícitos en determinados ambientes y no hubiese que materializarlos expresamente, o bien, fueran, simbólicamente prescindibles.

 

El olvido ser acordó de mí.


Esta muerte de todos los días…

 



lunes, 16 de mayo de 2022

UN OPUS MAGNUM ANÓNIMO


 

Puedo afirmar y afirmo que el señor Fernando García existe como persona física, pensante, sintiente y percibiente y que vive en algún punto semisecreto de lo que queda de la huerta oriolana, quizá próximo a alguna acequia, ahora asfaltada, o leyendo algún tratado de antropología moderna bajo una higuera, estampa lírica como pocas en estos tiempos internéticos.

De lo que no estoy tan seguro es que haya sido docente en la prestigiosa universidad de Harvad y mucho menos, destinatario del premio Planeta del año  2017, entre otras cosas porque no ha publicado ningún puñetero libro en su vida y jamás ha pisado suelo estadounidense salvo en sueños.

Lamento desmentir, por tanto, la información que aparece en la contraportada de su única publicación, Relatos y otros textos ocasionales, cosa que tampoco termina de ser cierta ya que lo que se presenta como fotocopia de un libro de relatos no lo es de ningún libro real: la fotocopia es en sí el libro.

Hay que disculpar este cúmulo de descaradas mentiras que no tiene como objeto, sin embargo, la autopublicidad ni promover la confusión ni los falsos curriculum entre probables lectores, sino que obedece a ese sofisticado juego de la ficción literaria en el que uno puede jugar a invisibilizarse de modo infinito y seguro a través de identidades imaginarias.      

Tiendo a pensar que la notable creatividad literaria de Fernando García, Ferdinand para sus íntimos, ha chocado de plano con su timidez o con la inexistente voluntad de fama o notoriedad pública que convierte a tantos artistas en célebres impertinentes.

Ha ocurrido en la variopinta historia bohemia de la literatura que se han dado grandes poetas sin obra, narradores que se han pasado toda la vida intentando publicar su único libro potable, artistas de la palabra cuya gran obra fue el silencio que habían escogido como mística salida ante la impotencia de lo literario en representar el horror multicolor del mundo.

A mi amigo Fernando, nombre de la realeza goda  cuyo significado viene a ser “el que reina con tranquilidad”,  le hace falta un empujoncito algo más allá de la higuera y de las frondosidades de su habitación de lector empedernido para que se alcance a valorar con cierta objetividad la obra narrativa que ha ido aquilatando estos últimos años.

Lo que la fotocopia-libro, Relatos y otros textos ocasionales, recoge es una selección de los mejores relatos breves que Fernando-Ferdinand ha ido ideando al albur inspirador de contadas incursiones en las redes sociales y páginas web de aficionados al formato narrativo breve.

El que tras tantos años como frecuentador de librerías, bibliotecas y libros se haya decidido a recoger las pruebas de su labor, también, como narrador, explica el carácter formalmente redondo y compacto de lo que se constituye como su opera prima.

La experiencia de Fernando García como lector se nota en la precisión del lenguaje, en la calidad argumentativa.

Desde el género de la microficción sus relatos atraviesan la fábula, la confesión, el fragmento narrativo, el poema en prosa, la viñeta o el aforismo. Hay ecos de Kafka, incluso de Cortázar y de Borges en muchos de estos textos, que se empañan, indistintamente de humor o de pesimismo. Suele ocurrir que en el ámbito de la narración y sobre todo del microrrelato la gracia o genialidad del texto dependa del desenlace final. También en este aspecto, ha estado alerta nuestro amigo y consigue en más de una ocasión sorprendernos.

Personalmente me veo en la obligación altamente moral de convencer a mi amigo a que se decida a publicar este puñado de textos que certifican un talento nada titubeante y desprovisto de propaganda. Produce placer leer estos textos tan notablemente escritos y herederos de la tradición fantástica y urbana del relato posmoderno.  



VIDEO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

  Algo tarde me he enterado de la insólita noticia de la existencia de un video en el que aparece el poeta Miguel Hernández . El hecho lo ...