Hará unos cuatro meses soñé que atravesaba un pequeño pueblo cercano, es decir, de esta zona del Levante. Lo absurdo del tema es que en medio del pueblo, había un pantano que multiplicaba por siete el tamaño del pueblo y que había que sortear irremediablemente si uno decidía pasear o continuar el viaje. Tras un macizo de flores, estaba insólitamente ubicado el pantano y para pasar al otro lado el espacio junto a la barandilla era mínimo. Daba vértigo mirar hacia abajo.
Hace unos días visité en compañía de un guía altamente especializado, pantano de Santomera. Apenas aproximarnos, el entorno me hizo recordar al instante, aquel sueño. No ha ocurrido nada extraordinario entre una cosa y la otra, pero los elementos del lugar y los del sueño coinciden bastante.
A fines de los setenta mi padre me llevó a mí y a mis hermanos a las inmediacxiones del pantano, pero nada que recuerde de aquella visita coincide con el espacio natural actual del pantano.
El superguía contratado por el ayuntamiento de Santomera, pertrechado de mochila, bastón especial y ropa campera. |
Construcción megalítica de pega. |
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