Sumido en la rabia por el atentado en
Niza, escribí, me salió esto el sábado por la noche.
AVISO A LOS SANGRIENTOS
A vosotros, a los que vivís de la muerte de otros,
A los que os creéis invencibles,
Os digo que he visto una filmación
En la que filas y filas de presos nazis
Temblaban al paso de la cámara que los filmaba,
Dándose una pierna contra la otra,
Temblando como hojas,
Muertos de frío en una tierra
En la que habían despreciado el poder de la nieve y
el hielo,
Ellos, que eran los hiperbóreos.
A vosotros, abstrusos y criminales,
Os digo que he visto a un terrorista islámico
Preso en manos de los kurdos,
Sentado en una silla como un niño aplicado,
Mirando al suelo, obedeciendo a sus captores,
Temiendo recibir una bofetada humillante
O un grito que le atravesara las venas.
El famoso grito alá
akbar ya no se oía,
La consigna siniestra
Se le había secado en la garganta.
El terrible terrorista ahí estaba,
Como un fardo de paños sucios,
Inofensivo, nulo, convertido en nadie,
En nada,
un niño podría tumbarlo de una patada.
Por ello os aviso,
A todo aquel cuyo orgasmo es matar,
a todo aquel cuyo éxtasis es disponer de la vida de
los demás,
os aviso que llegará un día en el que se volverán las
tornas,
y que seréis vosotros los que, entonces, suplicaréis
piedad,
llegará ese día, que puede ser hoy, mañana, dentro
de lustros,
llegará el día en que seréis derrotados,
aniquilados,
y entonces comprenderéis qué inenarrable miseria
es la que os ha engendrado.