REVELACIÓN DE ESTÍO
Ante el mar la memoria se hace liviana,
y el cuerpo, tranquilamente,
reina sobre el tiempo.
Vetas de luz secuencian la hora,
En que despliego mi cortejo
Y clausuro el periplo de los besos.
Tenernos y sondearnos blandamente
y divisar un mismo horizonte,
esa blancura que nos lleva,
como discreta melodía
que la brisa destrenzara en torno a las sienes:
la órbita total
que trazamos mirándonos.
Eso somos
sobre los confines de arena,
frente al sol que fulge paramentos y cimas:
una plenitud soberana
remontando los naufragios de invierno.
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