martes, 30 de abril de 2019
viernes, 26 de abril de 2019
LA MANÍA EMPÁTICA DE LA
IZQUIERDA Y EL FALLO DE SÁNCHEZ
La simpatía de la izquierda
por los marginados sociales, por los drogadictos, transexuales o desempleados
es el amor por las minorías, por los que están fuera de la integración social,
y ese amor es el que lleva a Sánchez a considerar catalanes, es decir,
singulares y desprotegidos, única y exclusivamente a los separatistas.
El resto, los catalanes que
se sienten catalanes, españoles y europeos son una masa indiferente de segundo
orden que no implica ninguna prioridad en la mente de Sánchez precisamente por
no revestirse de frágiles peculiaridades.
Sánchez se ha complicado la
vida haciendo encaje de bolillos en su relación con los separatistas al
empeñarse en ser comprensivo con
estos. La razón de tal comprensión es, por un lado, el carácter minoritario de estos grupos ante
el resto de España; y por otro, debido a la pura y contundente ideología.
Con respecto
a esta anoto una percepción nueva. Estoy sorprendido ante el cambio conceptual
que está experimentando el término ideología
y que viene a comportar una suerte de desenmascaramiento o revelación de su
nueva significación. Hace años, “tener ideología” significaba sentirse
implicado ante un programa que a su vez reflejaba cierta imagen del mundo. Ideología
equivale ahora a un corsé mental que determina posiciones y programas y que
tiene una energía extraordinaria sobre el sujeto, hasta el punto que quien está
poseído por ella no es capaz de percibirlo como un condicionamiento de su
pensar.
La comprensión de Sánchez,
típica de la izquierda, sólo fluye en una dirección y se dirige hoy hacia
quienes en otro tiempo quizá fueron víctimas, pero que actualmente significan
todo lo contrario. Los individuos a los que Sánchez está dispuesto a comprender no sufren ninguna opresión,
muy al contrario, campan a sus anchas por donde se encuentran, paran trenes,
interceptan autovías, hacen suspender el metro, frustran conferencias y mesas
redondas, insultan y persiguen a los que no son nacionalistas, realizan
pintadas en centros políticos y casas particulares, etc.
Sobre esta gente, sobre
estas juventudes hitlerianas, sobre este fascismo rojo, se inclina la miopía de
Sánchez y su multicomprensión ideológica. Lo que hace Sánchez es obedecer a la asunción de uno de sus principios
ideológicos, pero se equivoca garrafalmente de objetivo. ¿Existe el
nacionalismo democrático?
De todos modos, me inclino a
pensar que en el fondo, esta empatía de Sánchez por los separatistas es casual
y meramente formal, es decir, estratégica, pero el problema es hasta qué límite,
teniendo en cuenta la naturaleza pasional del nacionalismo, hasta dónde van a continuar estas “amistades
peligrosas” y qué va a implicar para el resto de la sociedad, en un futuro
breve, este agridulce idilio.
jueves, 25 de abril de 2019
POEMA
Algo así como pedir auxilio de forma cifrada.
DECLARACIÓN CASI FORÁNEA
De tus ojos a los míos
nada permanece sino elíptico
en su decirse contra el resto de los objetos
también náufragos.
De mi aliento a tu sombra
la proa giratoria de los recuerdos
descongela su pequeña mole,
y el presente eclosiona mundos
que no responden
sino a mi invocación trémula.
Un paso adelante
y embalsamo los restos del día ajeno
en el frasco de tu mirada
sin esperar a que otra hora convulsa
firme la sorda claudicación del encanto
que nos atrajo.
Hago catálogo de fiebres,
de mis numerosas y pobres muertes:
sumirme en la voluptuosa nada
era una forma compleja de pedir auxilio
a una amante imaginaria.
Ahora que sabes la nadería de mi secreto,
la espesura transparente
de un sueño que ha durado demasiado,
¿qué esperas, paseante de la primavera,
para rescatar este primor
que la fuga cotidiana simula
con gestos cansados y frases hechas?
José María Piñeiro
martes, 23 de abril de 2019
ESCAPARATE SETENTERO
Esta edición de las
suculentas memorias de Stefan Zweig no es de los años setenta, precisamente, sino de
los sesenta: más exactamente, del año 1968. Recuerdo que encargué el libro en
Diego Marin hace unos cuantos años, mucho antes de que el editor de Acantilado
pusiera de moda, en España, a este
escritor austríaco. Zweig es un escritor profesional para todos los públicos,
que escribe novelas, libros de viaje, ensayos, etc.. Estas memorias son un
excelente cuadro de las primeras décadas
del siglo XX en Europa. Sus páginas terminan denunciando al III Reich,
sin sospechar lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración. Zweig
denuncia que a su pobre madre, ya anciana, no le dejaran sentarse en los bancos
de la calle, por ser judía. Como era fea costumbre hace años, no sabemos quién
tradujo esta estupenda versión de la Editorial Juventud.
Benjamin Peret es el
escritor surrealista más destenillante. Poeta muy comprometido políticamente
y relacionado con España, estuvo casado
con la extraordinaria pintora Remedios Varó. Esta selección de textos es una
delirante muestra de su estro poético, dirigido, presuntamente, contra los responsables de la I Guerra Mundial
y el lavado de cara universal posterior de semejante carnicería.
Revista alemana de
fotografía. Edición de 1970. Estupenda exposición. La moda de las décadas
cambia, pero lo que cambia es lo mismo: aspecto en el vestir, indumentarias,
apertura o contención de la sexualidad… La fotografía, en ese sentido, siempre
es actual, porque registra ese aspecto de las sociedades a lo largo del tiempo, desde
su invención. Las imágenes que aparecen en esta revista-libro, que tienen ya 50
años, apenas se distinguen, genéricamente, de las que podamos ver en un libro o en cualquier
exposición hoy.
Estupenda edición de 1972
sobre la vida y la obra del pintor Joan Ponc, repleta de ilustraciones. Uno de
los artistas más importantes de la posguerra, vinculado al grupo Dau al set, en el que también se encontraba
Tápies. Tengo la sensación de que tanto su figura como su obra están algo
olvidados actualmente, teniendo en cuenta la renovación estética que supuso en aquellos grises años finales de los cuarenta. Vecino de Dalí,
uno se pregunta si los surrealismos imaginales son tan fácilmente actualizables
como otras tendencias plásticas. Parte de la obra de Ponç, quizá no interese
mucho hoy, pero la obra más gráfica, la más próxima al dibujo, sí creo que
puede atraer miradas y resultar divertida hoy. En cierto sentido, el onirismo
es atemporal.
Ni para el propio Muñoz
Rojas estaba muy claro, años después de su redacción, si estos cuentos eran o
no, muy surrealistas. En la introducción da cuenta del tiempo pasado desde la
creación de estas prosas y la edición presente que es de 1979, justificando el
adjetivo vanguardista, ya que cuando se escribieron, en los años treinta, la
estética reinante era la surrealista. Los cuentecillos se leen con liviandad
divertida, apreciándose las posibilidades literarias que el surrealismo podría
haber dado con más brillantez, independientemente de sus notables poetas.
sábado, 20 de abril de 2019
SIMAS DEL AHORA
He mezclado en mi reflexión
de este insulso día de viernes santo pasado al agua, con alguno de los pasajes
del Mono gramático de Octavio Paz, obra que releo de vez en cuando. Paz observa
un árbol junto a los restos de un perro muerto que devoran unos buitres,
cómodamente sentado a suficiente distancia de todo esto, a las seis de la
tarde, en algún punto de la India. Su observación concluye con que todo lo que
ve, todo lo que está viendo, se sume en tal indiferencia que cada objeto podría
ser intercambiable por otro sin provocar ninguna variación sobre la globalidad
de lo que ve. La luz hace tan precisas a las cosas, las ubica con tanta
claridad como indiferentes se vuelven unas frente a las otras al permanecer en
esa inercia. La luz y el ambiente de esa hora, las seis de la tarde, en que Paz
se abandona a la calma contemplación, también es cierto que propician cierta
ausencia de acontecimiento que pudiera alterar el breve paisaje. Es la hora
panteísta, que dijera Macedonio Fernández, en que como muy exacta e
ineludiblemente concluye Paz, todo acaba por “ser ahora”. Ese ahora sin acontecimiento que fracture la
unidad, ese centro sin gravedad, esa visibilidad, ese tranquilo despojamiento
es el tiempo en su encarnación, en su trascendencia, en su vivencia más
auténtica. Es un tiempo sin tiempo, un traspasar la red de las horas,
instalándose en el centro omnividente, en la inteligibilidad suprema. Es el
tiempo o la forma temporal que místicos y neófitos de la ventura, quisieran
alcanzar.
Muy, muy lejos he andado yo
esta tarde, de semejante bendición repentina. Yo he caído en los laberintos del
tiempo, también, pero el sentido de semejante extravío no ha sido para encontrarse,
finalmente, feliz, habiendo remontado las fases del tiempo y de la
contemplación.
La fiesta, la lluvia y las
reformas en las vías trastornaron los horarios del tren. Días festivos como
este, a mitad o a finales de la semana, suelen convertir la ciudad en un
cementerio y yo deseaba escapar fuera, acercarme a Alicante.
La desesperación aparece
cuando ni la lectura, ni la música ni la televisión ni internet pueden echarte
una mano para que pases una ristra mortal de horas encerrado en casa. Si encima
no dispones de una Julietta a la que hechizar con poéticas palabras y los
presuntos amigos a los que recurrir, han sido arrebatados de la faz de la
tierra, esperas a que una súbita convulsión química en el cerebro impulsada por
el inconsciente te salve de las horas de tortura que se avecinan y se van
acumulando en el umbral de la consciencia.
Es, precisamente, en ese
umbral en el que quisieras mantenerte con una brumosa percepción animal del
peligro que acecha, sin profundizar más, sin ser demasiado consciente de tu
pérdida de tiempo no haciendo nada y siendo nada.
La tarde insistía en abrirse
como un abismo, en deslizar la superficie del suelo para que yo cayera o me
desintegrara bajo algún escuchimizado y mojado árbol urbano.
En el texto del Mono
Gramático, Paz accedía a una visión tranquila del momento, integrando
harmoniosamente todo lo que divisaba en una imagen general. En mi caso, ha
habido un momento en que también accedí, no a una visión, sino a una
intensidad, al orgasmo de la desintegración. La soledad es, prácticamente, mi oxígeno diario, pero la desolación es una
potenciación aniquiladora que comparte con la soledad el ámbito del que surge.
Ya sé que sólo el tratamiento literario de estos estados de asesinas depresiones
legitima la posible frivolidad con que uno pretenda burlar el envite de esta amargura para comunicarlo a
los otros, en el caso de no ser diestro en su descripción. A estas alturas
todavía sigo respetándome tan poco como para concebir un relatillo de lo que,
por instantes, ha sido el horror. En realidad, yo, como Paz también he tenido
una visión: la de mí mismo desapareciendo de la vida. Y la desaparición ha sido
tan perfecta que ni la lluvia, ni la divinidad se han enterado. La pureza de
desaparecer en vida depende, fatalmente, de la inexistencia de testigos.
Efectivamente. Uno puede morir un día y resucitar, inopinadamente, al día
siguiente, como si no hubiera ocurrido nada. Y en realidad no ha ocurrido nada
porque el sufrimiento es tan individual y tan íntimamente lacerante que no
implica relato narrable. Paz, en la contemplación experimentada a las seis de
la tarde en un rincón de la India, cierra su descripción con: Todo es ahora. Mi nulo recorrido en esta
tarde de copiosa lluvia, parece conducirme a algo semejante, aunque de signo
opuesto: en el ahora de esta tarde fuera de la vida, yo soy mi agujero negro. Y, ante la solitaria conciencia de
mi indiferente muerte, sólo un poema podría dar la alarma de este hecho: el
escándalo que supone que el tiempo de la vida se pierda y se vaya de esta lamentable manera.
viernes, 19 de abril de 2019
ESCUCHANDO A SMOOTH GENESTAR
Voluptuosas galaxias te
cercan en el preciso momento en que has decidido partir de donde estás. Rumores
cálidos, una sensorialidad sin rostro te rodea y decide hipnotizar hebras de ti
que se desprenderán con sumo placer de sus ubicaciones orgánicas para retornar
y volverse fluido blando en los flancos del cuerpo. Tú eres ese cuerpo que se
deja llevar por túneles cromáticos, suavemente ascendentes y descendentes,
conductos translúcidos de sonido ámbar y violeta que acarician las sienes, que
te rocían de una nueva y leve memoria: el absoluto es este vuelo lánguido y
lúcido hacia confines que también fluyen.
Qué ocurrirá cuando la
música cese, qué aspereza de universos extraños será la que me espere cuando la
música deje de ser perceptible. Qué tierra habré conquistado por haber sido
sensible a la llamada de la música. Pero esa angustia desaparece pronto porque estoy
siendo en el ritmo, a través del ritmo que de algún modo me escolta, siendo yo
también ese movimiento. No discierno instrumentos, sólo fascinaciones sonoras. La
música acaba con mi ajenidad. Me incorporo sin esfuerzo al placer y a la
inteligencia de saberme un son, un reflejo de la harmonía.
jueves, 18 de abril de 2019
MEMORIAS.
I GEMIDOS DISCOTEQUEROS.
No creo que con el paso del
tiempo, la memoria se llene de fantasmas, exclusivamente. Esto es demasiado
fatal, estereotipado y específico como para la realidad de eso que llamamos
memoria consista en semejante cosa de manera contundente, es decir, no dejando
paso a nada que no sea un melancólico
evocar. Pero a veces, hojeando álbumes de fotografías o navegando por internet,
sí te sorprende la cantidad de tiempo que ya ha acontecido y de que uno mismo haya sido contemporáneo de ese suceder.
Cómo iba a imaginar que mis adorados años setenta
llenos de vida, inocencia, danza y pulsión sensual fueran a convertirse,
paulatina y sordamente en materia momificada de historia, es decir, de lo que
ya ha sido, de lo que ya ha pasado.
Investigando el imaginario
de los setenta a través de la página de Pinterest, repleta de suculentas imágenes de todo tipo, esta foto de la
cantante Donna Summer, me ha producido una repentina punzada en el alma.
Donna Summer fue una las primeras cantantes que introdujo gimoteos amorosos en
las canciones de la época, mediados y finales de los setenta. Considerada como
la reina de la discotecas, tuvo grandes éxitos mundiales con sus temas, uno de
los cuales, atravesado de eróticos ronroneos, fue el que un servidor no paraba
de escuchar en la radio, encandilando mi imaginación. Considerar estos
recuerdos, ver las imágenes de la artista en las que se la ve tan hermosa en
actuaciones en directo o fotografiada en las portadas de sus discos y reparar
que falleció hace unos pocos años, es algo que me resulta muy difícil de
admitir. No sólo porque me obliga a pensar aquellos años como definitivamente
pasados sino por la existencia misma ya fracturada de la artista, cuando yo
tiendo a considerar a los artistas como inmortales. Las grandes obras de arte, sean composiciones
musicales, pictóricas o literarias, permanecen mientras que los seres humanos
que las hayan producido, están destinadas a desaparecer. No es que ponga a Dona
Summer, desde luego, en la primera línea que ocupe un Beethoven, sino que la desaparición
de la mujer Dona Summer me produce una pena que no veo de la misma inteligible
manera ante el fallecimiento del individuo Beethoven, que ocupa, de modo
inmarcesible nuestra memoria. Ante una figura de la música y del espectáculo
como Dona Summer, ¿ a dónde va a parar el amor que le tenían sus fans? Los seres
tenemos una vigencia, tras la cual, cuando envejecemos o no tenemos nada
esperanzador que dar al mundo, vamos disgregándonos. Dona Summer me hace recordar
un tiempo brillante en que todo, incluso lo erótico, era inocente y encantador,
sin veladuras ni segundas intenciones.
II LA BATA MÁGICA DE HEGEL
Hegel recibiría de las amorosas
manos de su suegra un regalo que no sólo le ayudaría a pasar el gélido invierno
de Germania sino que influiría en el estilo de su vestir.
La suegra de Hegel se dio cuenta de que Hegel, hiciera frío o
calor, se encontraba tan sumido en sus incursiones reflexivas a la hora de
redactar y estudiar, que siempre vestía con el mismo blusón que adquiriera en
Stuttgart, años ha. De modo que, un buen día en que se aproximaba otoño, la
buena mujer se atrevió a entrar en la estancia personal del sesudo filósofo con
un paquete encima. Hegel, que en ese instante se encontraba corrigiendo alguno
de los pasajes de su Fenomenología del
Espíritu en el que habla sobre la naturaleza oblicua de los chinos, se
quedó pasmado al ver entrar en su recinto sagrado a su mismísima suegra.
Esta, apiadado de su ilustre
yerno, le traía una bata para estar en casa abrigado, tanto si estuviese en movimiento
como sentado. Hegel sin apenas pronunciar palabra tomó el paquete, lo desembaló
y se quedó mirando aquel ropaje. Pesaba, era denso al tacto y al peso y ostentaba
un agradable piel de modo que los dedos podían sumergirse en los suaves
mechones de ondulantes pelos de un animal desconocido. Al parecer era de piel
de oso, un tipo de oso muy peludo y de buen carácter que por entonces se dejaba
ver en las inmediaciones de la Selva Negra. Apenas informado por su suegra del
tipo de piel de su bata doméstica, Hegel pensó en la famosa advertencia: no vendas la piel del oso antes de cazarlo,
así que creyó que aquello era algún signo importante del devenir inmediato de
los tiempos. Tengo que acabar todas mis obras con esta bata puesta, para que,
según el refrán, pueda concluirlas con acierto y razón, se dijo ante la sucia
ventana de la buhardilla en la que de vez en cuando, buscaba manojos de pliegos
antiguos.
Dio un abrazo a su suegra,
que sorprendió a esta, dada la mesura expresiva del razonador germano y decidió
no quitarse la bata en ningún momento del día.
“El abrazo de la naturaleza
me acompañará en mis más atrevidas y universales pesquisas. A través de este
oso europeo, toda Europa está esperando mis veredictos filosóficos. Y con
Europa, estoy diciendo toda América y ya, prácticamente, Asia, África y
Oceanía, o sea, que soy el detentador de la descripción última de los grandes
movimientos universales de la cultura y de la sociedad”.
Ya lloviese, nevase,
granizase, o el calor derritiera los muros de su buhardilla y los de la ciudad entera,
Hegel, no se quitaba nunca su bata de pelo rojizo. Gravitaba en la habitación con
la bata puesta cuando se aproximaba al final de la redacción de alguna obra, se
enroscaba en sus suaves abrazos cuando fuera llovía y las hojas de los castaños
golpeaban contra el cristal de la ventana en el momento en que meditaba sobre
el porvenir de las conciencias individuales, dormía sobre sí mismo, enrollado
en su bata cuando decidía que fuese el sueño quien le diera la respuesta a algún
enigma o problema filosófico que se le resistiera.
Se resistía a quitársela,
por ello, la cosa comenzó a complicarse cuando su mujer o parte del servicio le
advertía sobre las incidencias en la salud que podría tener no cambiarse de
ropa ni aun cuando el calor apretara.
Arropado con su batín mágico, como empezó coloquialmente
a llamarlo, concibió sus últimas obras, creyendo haber alcanzado la definición
del mayor y más complejo sistema ideológico hasta entonces concebido.
Cuando Hegel comenzó a
enfermar y sus síntomas se fueron agravando, expuso la ya no tan peregrina idea
de que lo enterraran con la bata puesta. Esto, sin embargo, no se respetó.
Hasta hace unas décadas la bata que tan en íntimo contacto estuvo con la
máquina pensante de nuestro querido Hegel, estuvo expuesta en una vitrina junto
a otros objetos en la casa museo de Berlín donde vivió hasta su muerte.
Posteriormente, en la década de los sesenta, se practicaron reformas en la casa
del filósofo y la bata se extravió. Se ha especulado con que, teniendo en
cuenta las virtudes biológico-intelectivas de semejante prenda, acabara en
manos de Peter Sloterdijk o de Pierre Henry Levi, gracias a lo cual estos autores
han conseguido escribir sus respectivas obras. Pero ni hay datos que confirmen
esta hipótesis ni se ha sabido nada de la vestidura que más tiempo ciñó el
cuerpo de Hegel.
miércoles, 17 de abril de 2019
EL SUPERDEBATE A SEIS DE LA PRIMERA
Lo único que sí me ha
parecido súper del debate ha sido el galáctico fondo de escenario. Los
distintos debatientes han ido exponiendo sus historias con una serie de motivos
gráficos en movimiento a sus honorables espaldas, que parecían las
constelaciones del zodíaco en cósmica y
harmoniosa danza.
El debate empezó bastante
caóticamente, sobreponiéndose las intervenciones unas encima de las otras,
apelotonadamente La cosa fue equilibrándose más o menos después, al provocar la
alarma del moderador que en algún momento
intervino tanto como los debatientes, recordando una y otra vez, molestosamente,
el tiempo que estaba asignado a cada uno. Con respecto al funcionamiento
general del debate este ha sido el detalle más penoso: el nervioso moderador se
obsesionó tanto con el orden del tiempo que no sólo produjo confusión, puntualmente, entre los
debatientes sino que afeó al ritmo de la programación. Se precisa otro sistema
de intervenciones, más relajado y menos neurótico o rígido.
La mera exposición de los
programas de los partidos resulta aburrido e inanimado porque a estas alturas
ya conocemos por dónde va cada uno. Por ello se necesita más tiempo para el
diálogo abierto y la discusión televisada, porque parece, sobre todo,
últimamente, que haya instalado un temor supersticioso al debate abierto.
Como soy analista político sino
espectador entretenido, como diría Ciro Bayo, sintetizaré el superhiperdebate,
centrándome brevemente en los protagonistas de las varias exposiciones.
La candidata socialista.
Al
estar su partido en el poder actualmente, era el ojo del huracán, pero de un
huracán que se movía en su contra. Cada vez que le nombraban las ataduras de su
partido con los independentistas o la corrupción de los Ere, sus ojos echaban
fuego. Ante las preguntas de si indultarán a los separatistas en prisión, significativo
y penoso silencio.
La candidata del PP, Cayetana Álvarez
de Toledo, me ha seducido por su carácter de esfinge con ese atípico acento híbrido. Cero propuestas que ha equilibrado con las dentelladas a la yugular de
la candidata del PSOE.
Aitor Esteban, del PNV.
Propone
siempre cosas razonables hasta que le tocan su pueblo y las vacas de su pueblo.
Una lástima que sea sólo un nacionalista.
Irene Montero, Podemos.
No ha parado
de hacer propuestas y ha eludido ataques simples o personales. Sólo pierde los
papeles cuando se topa con una mujer no feminista o le recuerdan sus absurdas correcciones lingüísticas. Lástima que los podemitas se
obstinen en no implicarse en el pacto antiterrorista y mantengan una insólita
neutralidad ante el separatismo, actitud que acaba convirtiéndose en un
irresponsable dejar hacer.
Don Rufián.
Al famoso
perdonavidas de ERC le han crecido unas tenues alas de ángel al encontrarse en
Televisión Española. ¡Incluso ha hecho interesantes propuestas!, que van al
cubo de basura por el credo del partido en el que milita.
Inés Arrimadas, de Cs.
En los últimos tiempos los medios han
subrayado una y otra vez la ideología liberal y de derechas que se encuentra en
los entresijos de este partido con la intención de perjudicarle. Un partido que
nació en Cataluña y que se ha hecho nacional. Un partido que en Cataluña se
enfrenta solo- el abandono del estado con respecto a los catalanes no
separatistas es expreso - al desprecio y
a la marginación que practican contra ellos los independentistas. Yo, a
Arrimadas la veo cargada de razones.
En definitiva, el debate ha
sido un poco extraño, menos espectacular que otros de otras convocatorias. Con
respecto a los nacionalistas presentes en el debate decir que: ojalá los
nacionalistas hicieran una oposición inteligente al gobierno central, pero
estamos en otros tiempos, al parecer, pues últimamente el nacionalismo se ha convertido en un problema grave no sólo político sino de sentido común.
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