Lo único que sí me ha
parecido súper del debate ha sido el galáctico fondo de escenario. Los
distintos debatientes han ido exponiendo sus historias con una serie de motivos
gráficos en movimiento a sus honorables espaldas, que parecían las
constelaciones del zodíaco en cósmica y
harmoniosa danza.
El debate empezó bastante
caóticamente, sobreponiéndose las intervenciones unas encima de las otras,
apelotonadamente La cosa fue equilibrándose más o menos después, al provocar la
alarma del moderador que en algún momento
intervino tanto como los debatientes, recordando una y otra vez, molestosamente,
el tiempo que estaba asignado a cada uno. Con respecto al funcionamiento
general del debate este ha sido el detalle más penoso: el nervioso moderador se
obsesionó tanto con el orden del tiempo que no sólo produjo confusión, puntualmente, entre los
debatientes sino que afeó al ritmo de la programación. Se precisa otro sistema
de intervenciones, más relajado y menos neurótico o rígido.
La mera exposición de los
programas de los partidos resulta aburrido e inanimado porque a estas alturas
ya conocemos por dónde va cada uno. Por ello se necesita más tiempo para el
diálogo abierto y la discusión televisada, porque parece, sobre todo,
últimamente, que haya instalado un temor supersticioso al debate abierto.
Como soy analista político sino
espectador entretenido, como diría Ciro Bayo, sintetizaré el superhiperdebate,
centrándome brevemente en los protagonistas de las varias exposiciones.
La candidata socialista.
Al
estar su partido en el poder actualmente, era el ojo del huracán, pero de un
huracán que se movía en su contra. Cada vez que le nombraban las ataduras de su
partido con los independentistas o la corrupción de los Ere, sus ojos echaban
fuego. Ante las preguntas de si indultarán a los separatistas en prisión, significativo
y penoso silencio.
La candidata del PP, Cayetana Álvarez
de Toledo, me ha seducido por su carácter de esfinge con ese atípico acento híbrido. Cero propuestas que ha equilibrado con las dentelladas a la yugular de
la candidata del PSOE.
Aitor Esteban, del PNV.
Propone
siempre cosas razonables hasta que le tocan su pueblo y las vacas de su pueblo.
Una lástima que sea sólo un nacionalista.
Irene Montero, Podemos.
No ha parado
de hacer propuestas y ha eludido ataques simples o personales. Sólo pierde los
papeles cuando se topa con una mujer no feminista o le recuerdan sus absurdas correcciones lingüísticas. Lástima que los podemitas se
obstinen en no implicarse en el pacto antiterrorista y mantengan una insólita
neutralidad ante el separatismo, actitud que acaba convirtiéndose en un
irresponsable dejar hacer.
Don Rufián.
Al famoso
perdonavidas de ERC le han crecido unas tenues alas de ángel al encontrarse en
Televisión Española. ¡Incluso ha hecho interesantes propuestas!, que van al
cubo de basura por el credo del partido en el que milita.
Inés Arrimadas, de Cs.
En los últimos tiempos los medios han
subrayado una y otra vez la ideología liberal y de derechas que se encuentra en
los entresijos de este partido con la intención de perjudicarle. Un partido que
nació en Cataluña y que se ha hecho nacional. Un partido que en Cataluña se
enfrenta solo- el abandono del estado con respecto a los catalanes no
separatistas es expreso - al desprecio y
a la marginación que practican contra ellos los independentistas. Yo, a
Arrimadas la veo cargada de razones.
En definitiva, el debate ha
sido un poco extraño, menos espectacular que otros de otras convocatorias. Con
respecto a los nacionalistas presentes en el debate decir que: ojalá los
nacionalistas hicieran una oposición inteligente al gobierno central, pero
estamos en otros tiempos, al parecer, pues últimamente el nacionalismo se ha convertido en un problema grave no sólo político sino de sentido común.
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