viernes, 31 de mayo de 2013
miércoles, 29 de mayo de 2013
ANOTANDO NOTAS ANOTABLES
Al llegar a Murcia esta tarde: sensación de renacimiento, de volver a la vida, movimiento. Reverberación interior de sensaciones, aturdimiento por las impresiones luminosas y el gentío. Al cruzar una calle, pasan ante mí unas parejas. Pantalón blanco, gafas de sol, cabelleras abundantes tanto de ellas como de ellos. Extraña sensación de retorno. Es lo mismo que en la Torrevieja de finales de los setenta. ¿Esta es la indumentaria del 2013?
Admirable verso de Blake, citado por Octavio Paz: la eternidad está enamorada de las obras del tiempo. Comentar este verso daría para el más suculento de los ensayos sobre la naturaleza final del tiempo: el tiempo vivido.
Vivimos en el paraíso y no nos enteramos, o bien, nos damos cuenta cuando salimos ilesos de algún accidente o atravesamos alguna enfermedad grave.
Llega un momento en que ante las gravedades filosóficas y los juicios finales, uno tiende a adoptar una actitud distante, irónica o meramente estética. En definitiva lo que se te ofrece es una serie de discursos y depende de cada uno el implicarse o no, creérselos o dedicarse a discutirlos.
La muerte es una quimera ante la luz de todos los días, pero también es lo que avanza secretamente, lo que late en cada erosión personal del tiempo.
Ir descubriendo las energías de la naturaleza y producir vida simbólica: la operación doble del hombre.
Toda la historia del hombre como un vertiginoso instante.
Hay una ley que irremediablemente se cumple. Cuando un día veo o me encuentro con muchas personas o la jornada se presenta con una actividad notable, el día siguiente resulta ser un auténtico erial de acontecimientos y jamás veo a las personas a las que he visto el día anterior. El viernes pasado por la mañana, Bernardino Roca de Togores me enseñó su casa-museo, y por la tarde me encontré y estuve hablando con los siguientes amigos: Javier Catalán, Guillermo, Blanca Andreu, Pepe Rayos, su mujer, Vicente Hernández, Vicente Pina, Alberto, Carmen, Aitor, Paco, Balaguer, Torres, etcétera… El día siguiente fue un desierto absoluto de personas y de hechos mínimamente destacables, y por supuesto, no vi a ninguna de las personas con las que estuve el día anterior.
Para una investigación arqueológica de la experiencia de la velocidad. Tanto de Quincey, en su Coche correo Inglés, como Gustavo Adolfo Bécquer, en sus Cartas desde mi celda, como Balzac, en una obrita suya sobre gastronomía y los efectos del café, describen los estados de embriaguez producidos al viajar en diligencias y trenes, la mezcla de incomodidad y vértigo experimentados cuando el coche tirado por caballos o el monstruo de hierro impulsado por el vapor, se lanzan a una loca carrera campo a través. De Quincey habla de la gloria del movimiento. Bécquer describe con precisión y comicidad el trasiego de los cuerpos dando saltos dentro de un ómnibus, Balzac ve incrementada sus deliciosas sensaciones durante el galope de su berlina por haberse tomado antes unas cuantas tazas de café bien cargadas.
martes, 28 de mayo de 2013
VISITACIONES SERÁFICAS DURANTE LA SIESTA
viernes, 17 de mayo de 2013
MÍSTICAS TERNURAS
miércoles, 15 de mayo de 2013
CRISIS CRÍTICA
La crisis está suponiendo algo positivo, aunque recurrente, por otro lado, en la historia moderna: la puesta en claro de lo estrictamente humano en el debate abstracto de las macrocifras, el enfrentamiento entre la persona y la maquinaria administrativa. La crisis enfrenta al ciudadano concreto con la voracidad de una red económica sin rostro, red gestionada por una élite siempre inaccesible y escurridiza. El mantenimiento del supermecanismo que hemos articulado para que el tejido social funcione, acaba siendo prioritario ante las personas reales, diluyendo derechos, imponiéndose sobre quien vive y siente. La piel del contribuyente que se ha quedado sin medios sacrificada al maquinismo del Moloch bancario, el gesto (protestatario) contra la alienación del sistema. La crisis “ayuda” a preguntarnos, a volver a preguntarnos, quiénes somos, qué papel es el nuestro en este concierto mastodóntico, hallar un tú en la masa en que degenera la sociedad. La crisis supone siempre un replanteamiento del destino de lo social.
Con esta crisis los que se están poniendo las botas son los periodistas. Y precisamente cuando, al parecer, el periodismo está también en crisis. “Los periodistas somos los que se encuentran en el tercer o cuarto puesto de los peores valorados”, dicen los propios periodistas con ese regustillo de sentirse protagonistas de nuevo en el mercado de los discursos.
Con el aniversario del 15 M, los periodistas, a través de la prensa y de la radio, plantean qué queda del espíritu de ese movimiento. Planteamiento inevitable por pura fórmula, determinado por la rutina de los aniversarios y efémerides de toda índole a que está obligado el periodismo; planteamiento algo insidioso, por otro lado, ya que obvia la realidad efectiva de la movilización de las personas en la calle, es decir, el acontecimiento, inquiriendo resultados teóricos y líderes. El eterno planteamiento a que se ven obligados los periodistas es tan estimulante para pensar la realidad social como impertinente ante la realidad objetiva del hecho, ante lo que ya ha ocurrido. Es como si los periodistas, amanuenses más o menos ingeniosos de los grandes grupos financieros para los que trabajan, les importase más la creación de una glosa cíclicamente renovada que el hecho puntual y materializado del hecho sobre el que pretenden crear un comentario infinito.
Invasión de periodistas en televisión y radio. Estupendos debates, pero presencia raquítica de agentes más sustanciales en el debate público: sociólogos, filósofos, filólogos- ¿por qué no? – e incluso psicólogos. Los periodistas se encargan de hacer el gran rastreo de lo social sin morder en la chiche de los asuntos. Un discurso con metáforas, descaradamente ilustrado, produce desconcierto, sonrisillas, no procede, es elitista…por otro lado, resulta muy entretenido observar qué estrategias dialécticas desarrollan los periodistas en sus tertulias, cómo esconden con un discurso aparentemente neutro sus filiaciones ideológicas. Véase un Ángel Expósito, un Justino Sinova.
Según refiere Gómez de Liaño, para Platón los dioses son inferiores a las ideas.
Con esta crisis los que se están poniendo las botas son los periodistas. Y precisamente cuando, al parecer, el periodismo está también en crisis. “Los periodistas somos los que se encuentran en el tercer o cuarto puesto de los peores valorados”, dicen los propios periodistas con ese regustillo de sentirse protagonistas de nuevo en el mercado de los discursos.
Con el aniversario del 15 M, los periodistas, a través de la prensa y de la radio, plantean qué queda del espíritu de ese movimiento. Planteamiento inevitable por pura fórmula, determinado por la rutina de los aniversarios y efémerides de toda índole a que está obligado el periodismo; planteamiento algo insidioso, por otro lado, ya que obvia la realidad efectiva de la movilización de las personas en la calle, es decir, el acontecimiento, inquiriendo resultados teóricos y líderes. El eterno planteamiento a que se ven obligados los periodistas es tan estimulante para pensar la realidad social como impertinente ante la realidad objetiva del hecho, ante lo que ya ha ocurrido. Es como si los periodistas, amanuenses más o menos ingeniosos de los grandes grupos financieros para los que trabajan, les importase más la creación de una glosa cíclicamente renovada que el hecho puntual y materializado del hecho sobre el que pretenden crear un comentario infinito.
Invasión de periodistas en televisión y radio. Estupendos debates, pero presencia raquítica de agentes más sustanciales en el debate público: sociólogos, filósofos, filólogos- ¿por qué no? – e incluso psicólogos. Los periodistas se encargan de hacer el gran rastreo de lo social sin morder en la chiche de los asuntos. Un discurso con metáforas, descaradamente ilustrado, produce desconcierto, sonrisillas, no procede, es elitista…por otro lado, resulta muy entretenido observar qué estrategias dialécticas desarrollan los periodistas en sus tertulias, cómo esconden con un discurso aparentemente neutro sus filiaciones ideológicas. Véase un Ángel Expósito, un Justino Sinova.
Según refiere Gómez de Liaño, para Platón los dioses son inferiores a las ideas.
domingo, 12 de mayo de 2013
martes, 7 de mayo de 2013
viernes, 3 de mayo de 2013
EL TIEMPO FLÁCIDO
miércoles, 1 de mayo de 2013
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