martes, 25 de enero de 2022

MODESTO URGELL, EL PINTOR DE LA DESOLACIÓN ESTRICTA



Modesto Urgell es uno de esos pintores que sin perder su público en sus últimos años, se arriesgó a crear un mundo propio, especializándose en unos temas que no eran, precisamente, los que ese público le demandaba. En este punto, Urgell se arriesgó a marchar  a contracorriente con respecto a las tendencias que se iban sucediendo y que, sobre todo, no tenían entre sus piezas, los lúgubres motivos sobre los que se obsesionó y especializó.  

Urgell es el pintor de paisajes solitarios y de tapias de cementerios por excelencia. Sus cuadros destilan una tristeza espesa, esa pesantez depresiva que provocan los días de invierno con poca luz. Sus obras están irrigadas de una lentitud casi dolorosa, una lentitud que revela la pobreza de la vida, a qué poca cosa puede quedar reducida.

Siendo un pintor de orígenes realistas, en estas obras de caminos sin nadie transitando por ellos y de confines muertos y abatidos, se aproxima ideológicamente al simbolismo al asumir tan netamente la representación de tales escenarios. Una llanura desolada y un árbol lejano junto a unas posibles ruinas, están evocando la vida que está ausente, por muy realistamente que estén pintados. De todos modos, aunque tales motivos corresponderían a los de un ámbito típicamente simbolista, Urgell no dota a sus figuras de una frondosidad que permita la lectura simbolista de inmediato: se atiene a los colores y  al tratamiento que un realismo patético emplearía, sin detenerse en adensar gratuitamente la atmósfera que emerge de tales elementos.

Diríamos que Urgell roza teóricamente el simbolismo sin llegar a ejecutarlo de verdad pictóricamente. La escuetez formal, la buscada economía de medios, no acaba de configurar el estilo simbolista aunque, en cierta manera, lo esté evocando.      

Joan Miró lo tuvo como uno de sus primeros maestros y tampoco escapó a la atención de Dalí. Todo ello lo podemos registrar en alguna de las obras, tal y como las he escogido aquí.

Si Urgell hubiera decidido ser simbolista sus paisajes se hubieran vuelto más etéreos, menos grávidos y ásperos, y en suma, podemos advertir, algo menos impactantes o duros. Es por ello que las sensaciones melancólicas que se derivan de la contemplación de sus obras no obedecen a una estetización de la tristeza sino a un enfrentar directamente las indigencias que atraviesan la vida.






En esta pieza podemos detectar los modos blandos de los paisajes surrealistas de Dalí. 



El personaje de en medio es nuestro artista


SINUOSIDADES RECTAS



 

Depositarse sobre los matices tal y como uno se posaría en una superficie.

 

 

Cada parte de la oración es una gravitación específica del significar.

 

 

La audacia te hace virgen, te remite a un claror anterior al mediodía.

 

 

Confiesas los derroteros de tu alma, quieres hacer claro tu misterio.



 

Convertir las inercias del día en polivalencias de la hora que transcurre.

 

 

Dulcedumbres ocasiona el asentimiento místico.

 

 

La memoria implosiona laberintos que ninguna justicia conocerá

 

 

Las tribulaciones y tumultos del día de hoy son nada ante el recuerdo de tu mirada.

 

 

Te evoco emergiendo de tu nombre, aconteciéndote.

 

 

Ningún artista, sea escritor, poeta, pintor o músico lleva a cabo su trabajo en su torre de marfil. Es la realidad la que se ha recluido en una indefinición laberíntica, la que se ha vuelto intraducible.

 

La crítica de la realidad requiere valentía intelectual; la verdad, franqueza en el darse del testimonio de cada cual.

  

Ya no hay pueblos sino público.

 

El día de hoy ya tiene derroteros y esconces que son materia para la memoria.

 

La inteligencia del otro es un evento para mí.

 

La tecnología es la hechicería moderna. Por lo tanto, lo mágico sigue existiendo, pero ha cambiado del lugar en que acontecía: del mundo arcano e  indescifrable del misterio a la epistemología y comprobación positiva.  

 

 

jueves, 20 de enero de 2022

Paul Valéry MALOS PENSAMIENTOS




Excitante descubrimiento hice el sábado pasado, tanto como que me salvó la tarde de naufragar en  olvidos y ansias. El fulgor del pensamiento volvía a confirmar el poder de su rayo seminal, su capacidad estimulante y resucitadora.

Se trata de un texto de Paul Valéry, insólitamente inédito hasta ahora en nuestro idioma. Todavía a estas alturas los grandes autores  se reservan el privilegio de sorprendernos con obras singulares.  Adquirí el volumen  a pesar de que he sometido a la figura de Valery a una serie de desmitificaciones y recuperaciones poético-críticas, motivado por aquellas displicencias que Ortega y Gasset y Borges le dirigieron en su momento: ambos dudaban  de la solvencia de Valéry como pensador. Borges lo admiró puntualmente; después, las escasas veces en que se refirió a él, no fue, ni mucho menos, tan elogioso. La nota que le dedicó en Otras inquisiciones fue, al parecer, un espejismo, aunque el retrato que hiciera del escritor fuera cabal y exacto.

Cuando era adolescente, recuerdo la intriga que me producía Valéry al encontrarme con su nombre e imagen en las páginas de alguna enciclopedia. Si este era el poeta que continuaba la obra de Mallarmé, cómo diantres sería su literatura tras el grado de experimentación y desasosiego estilístico que caracterizó la búsqueda de su maestro y predecesor, don Stéphane Mal-armado.

En este conjunto de notas Valéry quiere hacer notar al lector que ha llegado a cierto límite perceptivo y que la hora de hacer concesiones se ha acabado. Si entendemos el pensamiento como la aventura secreta más especiosa, Valery no va a prescindir en sus investigaciones del placer de atravesar laberintos y del lujo de describir lo vertiginosamente superado y asimilado. Cualquier rincón de esos laberintos posee esquirlas, átomos de verdad que la precisión del escritor francés no va a pasar por alto, entre otras cosas porque cualquier mínimo trazo de realidad comprendida determina nuestro lugar en ella.

Aforismos, pequeños relatos, notas captadas en el duermevela, fragmentos dialogados son las distintas formas bajo las que Valéry nos muestra   el resultado  de sus preciosos tanteos.

Creo que lo que define a Valéry y nos lo muestra en el horizonte de los descubrimientos intelectuales y revoluciones filosóficas que han caracterizado a la modernidad en sus últimos episodios es ser el  representante de   algo así como la vigilancia profana de la delectación intelectual dentro de la tradición francesa.  El no ser un profesional de la filosofía es algo que, con respecto a lo dicho, le ha beneficiado, pues su obra no se ha convertido en rehén de ninguna escuela salvo la perteneciente a la pura racionalidad, lo cual facilita que se nos muestre franco desde su atalaya y proclive al encuentro regular con la sorpresa intelectual:

Lo que no se parece a nada no existe.

Los buenos recuerdos son alhajas perdidas 

Las ideas no tienen más que un valor transitivo  

Valéry es un poeta que piensa, y que considera una obligación dar cuenta de las fases y secuencias que el abordamiento del pensamiento, revela ante la mirada alerta. En este punto, no es ostentoso sino que nos muestra los resultados desde el juego revelador de una escritura que se atiene a lo percibido y se goza en aparecer exacta. Este acomodo a la seguridad luminosa de lo reflexionado nos recuerda esa ausencia de vanidad que Eliot detectara en él, sustituida por el placer intelectivo.


jueves, 13 de enero de 2022

AUTONOTIFICATIONS



En Occidente se sigue ignorando o queriendo no conocer la genialidad de la música de los siniestramente llamados países del Este: Bulgaria, Hungría, Rumanía, Serbia, etc... Francamente, no comprendo esta obstinación o esta falta insólita de sensibilidad. Se trata de una música que a mí me atraviesa el alma: es divertida, endiabladamente rítmica y virtuosística, bromista y  surrealista. Revela pasión y arte, desenfado y maestría. Estos países se vengan de la historia con su música fulgurante. Creo que el poema de Eminescu La oración del dacio contiene la clave histórica y moral del asunto. Imagino un musical efectuado con estas músicas, un musical que no tendría otro objeto que llenarnos de alegría y de esperanza, pues algunas de estas músicas son llamadas rabiosas a las mismas.

 

Dos ejemplos de pareidolias tecnológicas ubicadas en el terreno artístico: el cuadro de Ventura Salimbeni, en el que algunos elementaloides han creído ver una premonición de los satélites y el cuento El Aleph de Borges, trasunto de la omnividencia de los medios tecnológicos, alusión al móvil, al ordenador, a cualquier objeto que tenga el poder de comunicar con la multiplicidad existente, cósmica e histórica. La rareza de la esfera en la pintura de Ventura se explicaría por el nutrido catálogo de motivos barrocos iconográficos del momento. La densidad prodigiosa de un objeto pequeño que contiene todo el universo nos hablaría del Aleph como la parte que contiene al todo.

 


Cualquier hecho o realidad me angustia sobremanera al percibirlo, en mi estado de soledad, revestido de fatalidad e ineludibilidad. Es decir, que capto la cosa como algo irremediablemente cumplido y realizado, sea bueno, malo o indiferente. Y esto se debe, elementalmente, a que no opongo a esas cosas captadas la presencia fluyente de otras realidades que contrastarían, matizarían o relativizarían el aspecto contundentemente uniforme con que caen sobre mí. Un ejemplo sutil. Estoy leyendo y disfrutando de un texto de Juan Benet. Al cabo de unos instantes, la articulación del texto, lo que va describiendo y revelando la escritura se me aparece tan fulminante e inteligentemente descrito que empiezo a notar angustia. No me molesta el estilo de Benet sino que me abruma la  compacidad y complejidad de lo real.

 


Cuando Mallarmé dice aquello de que el mundo existe para acabar siendo un libro, que su destino optimo es ese, no está meramente cumplimentando las cláusulas finales del simbolismo, sino que señala el objetivo último de la gnosis, convertir el conocimiento y la sensibilidad en caminos de búsqueda de la belleza. Que el mundo sea un texto parece indicarnos un cosmos determinado por la significación, por el predominio del signo en la interpretación de la civilización.  Creo que Mallarmé se refiere más bien a la mera, sucinta, contundente y definitiva transformación del caos del mundo en una conjunción harmónica, que lo que nos rodea posee no sólo sentido sino que tiende a la melodía de las formas. Pero este orden no es obvio, no es reconocible ni puramente externo. De ahí la capacidad de la lectura para descifrar las relaciones secretas. Hay que saber leer el libro del mundo, el libro que es el mundo.

 

Juan Benet y Miguel Espinosa, dos maestros del rigor en la prosa, dos escritores cuyos textos ofrecen una exposición de juicio admirable. La mente del ingeniero se refleja en la estructura, en el complejo despliegue omnisciente  de conexiones que conforman el texto de Benet; la maestría del abogado, del manejador de la palabra se perfila en los textos de Espinosa, que hace surgir súbitamente un monumento de la lengua en sus construcciones lingüísticas, sea una narración, una carta o un artículo.


Efectos de resurrección de una mera actualización. Hacía mucho que no frecuentaba la música de Scriabin. Debido a las características muy especiales de sus composiciones, casi lo había olvidado o desechado de mi interés estético. Resulta que en Radio Clásica están dando todas las tardes un programa dedicado a él. Ha bastado que otras personas me hablaran de las obras de alguien de quien había decidido prescindir para que se renueve mi interés y casi lo redescubra. Esto quiere decir que ninguna obra de arte, sea una pintura, una obra literaria o una composición musical se finiquitan o se olvidan en el interés de uno: se precisa de una información nueva sobre tales obras para que se las invoque como nuevas.

 

Cioran emplea determinadas figuras o motivos retóricos para expresar con más viveza aspectos de su pensamiento: periferia del infinito, lágrimas, corazón del abismo, árbol del saber...  La cuestión es que al rato de leerlo, a mí se me empalagan un poco sus aforismos, aunque cierto es que corresponde más a la pereza lectora el que ello nuble el sentido estricto de sus siempre  incisivas observaciones. A fuerza de querer ser contundente, se evidencian los ensortijamientos del estilo. Esto es inevitable y más en Cioran, que prescindiendo de explicaciones teorizantes o jergas filosóficas, su posición irreductible en este sentido, lo convierte en un más que potencial poeta en prosa.  

 


Esta tarde, doce de enero, he tenido una reminiscencia, o más bien, una suerte de reminiscencia bastante extraña por su ubicación sensorial. Andaba por el andén que conduce a la estación cuando un niño, acompañado de su madre, se me cruzó a unos pocos metros delante de mí. El chiquito llevaba unas sandalias deportivas de esas con luces engastadas en la goma de los bordes, que se van encendiendo según se avanza. El niño, dando saltos, se adelantó un poco a su madre. Al verlo, pensé que el niño no disfrutaría mucho de esas luces, pues por su edad y jovialidad, mientras evolucione por la calle, se entretendrá más corriendo y saltando que mirándose las sandalias. En ese momento, algo me entró o se produjo en la boca, una especie de aire o de sabor que me llevó a degustar ambientes de los años setenta. Sentí algo entrañable y específico, como el gusto de un papel, o de un plástico o el olor de una habitación, ubicado todo ello en los setenta. Me resulta muy difícil analizarlo. Era como si en vez de degustar un sabor, lo hiciera con un olor que me remitiera a un lugar o a un conjunto  de cosas de aquellos años. Quizá la juventud del niño y el efecto de las luces funcionaron como la espita que evocó automáticamente épocas de mi adolescencia.

martes, 11 de enero de 2022

DESPUÉS DE LEER UN TEXTO DE MARCO ANTONIO MONTES DE OCA, ME INSPIRO Y …



¿Dónde se esconde la pasión cuando el amor por los textos desfallece porque el símbolo del mundo no es el que guía tus sueños?

 

Dónde buscar el ánima que te lance al misterio, dónde localizar su hálito si las cabelleras se agitan sin intención de seducir a nadie y el propio mar se hiela en la frontera de agua que articula entre sus océanos…

 

Qué magia clandestina describir como la certera, como el punto vibratorio que desplazar a la vigilia de la tierra, qué transposiciones sobre el umbral desechar antes de que todo umbral no conduzca sino a un moribundo patio de helechos.

 

Qué aventura más escueta le he dado a este cuerpo que ni siquiera clama venganza ante tan masiva y concreta inquisición, qué pobreza de itinerarios en los que descubrir su propia carne junto a otro cuerpo en el regazo de la lluvia.

 

Pero es que el encuentro menos imaginativo ya descoyunta mis resistencias, me atomiza en la promiscuidad, borra las credenciales del yo.

 

Espero que a la vuelta de la esquina otro lenguaje emprenda mi sensibilidad, ilumine y potencie mi capacidad, me encarne en un habla dinámica y que todo ello suponga mi paulatino devenir  bajo los gajos de tanto cielo inclinado.  


martes, 4 de enero de 2022

POETAS EN EL PUENTE DE LOS ESPEJOS Esther Abellán Rodes



Vivimos en un mundo fundamentalmente, como dice Chantal Maillard, representacional: lo espectacular copa cualquier ámbito, hasta incluso, el informativo, el de los telediarios de cada día. Los personajes que tienen asegurada la atención de personal son los políticos, los periodistas, los deportistas y los actores.

También resulta notable advertir que las novedades en el vocabulario provienen, cómo no, del mundo de la tecnología, la informática y de la jerga deportista. Estamos en una época que los comentadores de deportes se inventan más palabras o aportan más términos al diccionario que los propios escritores. Claro está que esto es así no porque los novelistas se hayan echado una insólita siesta sino porque el discurso general no atiende sino a los sectores que he mencionado. El mundo de la creación verbal se ha atrincherado en su suculenta especificidad sin hacer concesiones al gran público o bien es obviado descaradamente por los poderes en curso y por la actual ideología dominante, que la hay…

La gente hoy quiere, mayoritariamente, ver reflejadas sus inquietudes en el mundo del cine y muy por detrás, en todo caso, en la narrativa novelística.

En este escenario, en el que el mundo de las Humanidades se ha casi volatilizado, dejando el poder de la palabra en manos de los nuevos especialistas sin aura, los psicólogos, ¿qué ocurre con, ni más ni menos, que los poetas?

Me resulta necesario y casi se me impone efectuar esta contextualización cada vez que aparece una nueva antología con la intención de reflejar el tono y los objetivos que identifican la escritura poética última.

He participado en varias de este tipo de ediciones, he sido antologado en varias ocasiones y siempre he experimentado cierto pudor al ser seleccionado, miedo a resultar pedante. Ahora bien, las antologías, teniendo en cuenta la tesitura que he descrito brevemente, no habría que interpretarlas con tanta ceremonia, sino de modo más ligero y eficaz, con la idea de comprobar y confirmar qué tipo de mapa configuran las poéticas y los poetas danzantes en un territorio concreto. Ya no es plan de, meramente, imponerse sino de mostrar ciertos balances realizados con el suficiente rigor.

La antología presente cumple con estos aspectos. Esther Abellán Rodes ha sido la responsable de visibilizar a los poetas que en las últimas décadas llevan entregados a la misión poética, ofreciéndonos un acertado y selecto abanico de autores que van desde los nacidos en los años treinta hasta los noventa. Tal despliegue, con los que respecta al tiempo transcurrido, no puede ser más exigente.

Esther Abellán realiza una selección de nombres que incluye la publicación de textos propios de cada poeta, junto a una introducción biográfica y bibliográfica, además del comentario breve y preciso de la poética representativa del autor en cuestión. Imposible ser más ordenado, acertado  y sintéticamente eficaz ante lo que se pretende comunicar en una publicación conjunta.

El libro recoge firmas de toda la provincia de Alicante – Elche, Onil, San Juan, Orihuela, Monóvar, Elda, el mismo Alicante, etc... – incluyendo la de personas nacidas fuera de la provincia que han establecido desde hace tiempo su residencia aquí. El libro viene además acompañado de dibujos que ilustran de modo específico cada una de las muestras poéticas publicadas.  

Cierto es que no es raro comprobar que casi cada comunidad autónoma tiene sus correspondientes antologías representativas, pero esto es síntoma de esa preocupación por el destino y la calidad de la palabra poética existente en cada punto geográfico y diría que merece una interpretación de índole literario-histórica, antes que el gesto desdeñoso.

En cuanto a temáticas, características estilísticas, desenvolvimientos cualitativos varios, el examen que lleva a cabo Esther es notable y significativo. Tenemos, no sé si grandes poetas que vayan a trascender fronteras pero sí excelentes lectores, amantes y defensores del verbo poético. Casi diría que con esto ya nos contentaríamos, pero esperaremos, por un lado la maduración que el tiempo histórico trae consigo, y por otro a que la obra de los poetas seleccionados continúe produciendo libros que atraigan nuestro interés. Si la referencia a la selección que hace por sí la historia nos parece algo que nos supera o abruma, ubiquemos el interés en la excitación del presente más inmediato: a fin de cuentas, la escritura poética se desarrolla fuera del tiempo aunque aluda en su esencia a sus más finos y complejos estratos.

Con respecto a la marginación, consciente o no, que los poetas experimentan actualmente, siempre me acuerdo de aquellas palabras de Octavio Paz advirtiendo que la sociedad que olvida a sus poetas sufre de un daño inconmensurable. Toma.  

  LOS ARCHIVOS DE MARÍA MANZANERA LOS MUNDOS FOTOGRÁFICOS CON LOS QUE UNO HA SOÑADO Y  OTROS HAN REALIZADO .   Sábado, 23 de marzo. ...