Vivimos
en un mundo fundamentalmente, como dice Chantal Maillard,
representacional: lo espectacular copa cualquier ámbito, hasta incluso, el
informativo, el de los telediarios de cada día. Los personajes que tienen
asegurada la atención de personal son los políticos, los periodistas, los
deportistas y los actores.
También
resulta notable advertir que las novedades en el vocabulario provienen, cómo no,
del mundo de la tecnología, la informática y de la jerga deportista. Estamos en
una época que los comentadores de deportes se inventan más palabras o aportan
más términos al diccionario que los propios escritores. Claro está que esto es
así no porque los novelistas se hayan echado una insólita siesta sino porque el
discurso general no atiende sino a los sectores que he mencionado. El mundo de
la creación verbal se ha atrincherado en su suculenta especificidad sin hacer
concesiones al gran público o bien es obviado descaradamente por los poderes en
curso y por la actual ideología dominante, que la hay…
La
gente hoy quiere, mayoritariamente, ver reflejadas sus inquietudes en el mundo
del cine y muy por detrás, en todo caso, en la narrativa novelística.
En
este escenario, en el que el mundo de las Humanidades se ha casi volatilizado,
dejando el poder de la palabra en manos de los nuevos especialistas sin aura,
los psicólogos, ¿qué ocurre con, ni más ni menos, que los poetas?
Me
resulta necesario y casi se me impone efectuar esta contextualización cada vez
que aparece una nueva antología con la intención de reflejar el tono y los objetivos
que identifican la escritura poética última.
He
participado en varias de este tipo de ediciones, he sido antologado en varias
ocasiones y siempre he experimentado cierto pudor al ser seleccionado, miedo a
resultar pedante. Ahora bien, las antologías, teniendo en cuenta la tesitura
que he descrito brevemente, no habría que interpretarlas con tanta ceremonia,
sino de modo más ligero y eficaz, con la idea de comprobar y confirmar qué tipo
de mapa configuran las poéticas y los poetas danzantes en un territorio
concreto. Ya no es plan de, meramente, imponerse sino de mostrar ciertos balances
realizados con el suficiente rigor.
La
antología presente cumple con estos aspectos. Esther Abellán Rodes ha
sido la responsable de visibilizar a los poetas que en las últimas décadas llevan
entregados a la misión poética, ofreciéndonos un acertado y selecto abanico de
autores que van desde los nacidos en los años treinta hasta los noventa. Tal despliegue,
con los que respecta al tiempo transcurrido, no puede ser más exigente.
Esther
Abellán realiza una selección de nombres que incluye la publicación de textos
propios de cada poeta, junto a una introducción biográfica y bibliográfica, además
del comentario breve y preciso de la poética representativa del autor en
cuestión. Imposible ser más ordenado, acertado y sintéticamente eficaz ante lo que se pretende
comunicar en una publicación conjunta.
El
libro recoge firmas de toda la provincia de Alicante – Elche, Onil, San Juan,
Orihuela, Monóvar, Elda, el mismo Alicante, etc... – incluyendo la de personas
nacidas fuera de la provincia que han establecido desde hace tiempo su
residencia aquí. El libro viene además acompañado de dibujos que ilustran de
modo específico cada una de las muestras poéticas publicadas.
Cierto es que no es raro comprobar que casi cada comunidad autónoma tiene sus correspondientes antologías representativas, pero esto es síntoma de esa preocupación por el destino y la calidad de la palabra poética existente en cada punto geográfico y diría que merece una interpretación de índole literario-histórica, antes que el gesto desdeñoso.
En cuanto a temáticas, características estilísticas, desenvolvimientos cualitativos varios, el examen que lleva a cabo Esther es notable y significativo. Tenemos, no sé si grandes poetas que vayan a trascender fronteras pero sí excelentes lectores, amantes y defensores del verbo poético. Casi diría que con esto ya nos contentaríamos, pero esperaremos, por un lado la maduración que el tiempo histórico trae consigo, y por otro a que la obra de los poetas seleccionados continúe produciendo libros que atraigan nuestro interés. Si la referencia a la selección que hace por sí la historia nos parece algo que nos supera o abruma, ubiquemos el interés en la excitación del presente más inmediato: a fin de cuentas, la escritura poética se desarrolla fuera del tiempo aunque aluda en su esencia a sus más finos y complejos estratos.
Con
respecto a la marginación, consciente o no, que los poetas experimentan
actualmente, siempre me acuerdo de aquellas palabras de Octavio Paz advirtiendo
que la sociedad que olvida a sus poetas sufre de un daño inconmensurable. Toma.
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