Esta edición de las
suculentas memorias de Stefan Zweig no es de los años setenta, precisamente, sino de
los sesenta: más exactamente, del año 1968. Recuerdo que encargué el libro en
Diego Marin hace unos cuantos años, mucho antes de que el editor de Acantilado
pusiera de moda, en España, a este
escritor austríaco. Zweig es un escritor profesional para todos los públicos,
que escribe novelas, libros de viaje, ensayos, etc.. Estas memorias son un
excelente cuadro de las primeras décadas
del siglo XX en Europa. Sus páginas terminan denunciando al III Reich,
sin sospechar lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración. Zweig
denuncia que a su pobre madre, ya anciana, no le dejaran sentarse en los bancos
de la calle, por ser judía. Como era fea costumbre hace años, no sabemos quién
tradujo esta estupenda versión de la Editorial Juventud.
Benjamin Peret es el
escritor surrealista más destenillante. Poeta muy comprometido políticamente
y relacionado con España, estuvo casado
con la extraordinaria pintora Remedios Varó. Esta selección de textos es una
delirante muestra de su estro poético, dirigido, presuntamente, contra los responsables de la I Guerra Mundial
y el lavado de cara universal posterior de semejante carnicería.
Revista alemana de
fotografía. Edición de 1970. Estupenda exposición. La moda de las décadas
cambia, pero lo que cambia es lo mismo: aspecto en el vestir, indumentarias,
apertura o contención de la sexualidad… La fotografía, en ese sentido, siempre
es actual, porque registra ese aspecto de las sociedades a lo largo del tiempo, desde
su invención. Las imágenes que aparecen en esta revista-libro, que tienen ya 50
años, apenas se distinguen, genéricamente, de las que podamos ver en un libro o en cualquier
exposición hoy.
Estupenda edición de 1972
sobre la vida y la obra del pintor Joan Ponc, repleta de ilustraciones. Uno de
los artistas más importantes de la posguerra, vinculado al grupo Dau al set, en el que también se encontraba
Tápies. Tengo la sensación de que tanto su figura como su obra están algo
olvidados actualmente, teniendo en cuenta la renovación estética que supuso en aquellos grises años finales de los cuarenta. Vecino de Dalí,
uno se pregunta si los surrealismos imaginales son tan fácilmente actualizables
como otras tendencias plásticas. Parte de la obra de Ponç, quizá no interese
mucho hoy, pero la obra más gráfica, la más próxima al dibujo, sí creo que
puede atraer miradas y resultar divertida hoy. En cierto sentido, el onirismo
es atemporal.
Ni para el propio Muñoz
Rojas estaba muy claro, años después de su redacción, si estos cuentos eran o
no, muy surrealistas. En la introducción da cuenta del tiempo pasado desde la
creación de estas prosas y la edición presente que es de 1979, justificando el
adjetivo vanguardista, ya que cuando se escribieron, en los años treinta, la
estética reinante era la surrealista. Los cuentecillos se leen con liviandad
divertida, apreciándose las posibilidades literarias que el surrealismo podría
haber dado con más brillantez, independientemente de sus notables poetas.
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