jueves, 20 de abril de 2017

INCIENSOS Y CRESATENES







Si como afirmara de modo capital Juan Ramón Jiménez, el pueblo es el origen de toda poesía, aunque para certificar determinados menesteres de ese pueblo se exija de la complicada localización sentimental del mismo, no hay duda de que la fiestas de Semana Santa en tanto que puesta en escena y representación, son florida y sensitiva expresión poética del pueblo.

Si no hubiera fiestas que secuenciaran el tiempo, la vivencia de este se haría insoportable. Toda fiesta es una alteración espacio-temporal del entorno social. Mientras que en las Navidades se festeja más la intimidad y el recogimiento y fluyen los regalos, durante la Semana Santa es el espacio exterior, la calle, lo que es tomado por la comunidad y el regalo general es ese ambiente de sosegado esparcimiento que bautiza la primavera. Y esta combinación es aprovechada doblemente. Los nardos y claveles que adornan algunos pasos de Semana Santa corroboran, más allá de la convergencia de la estación del año con la efeméride sagrada, el albor del mensaje: la vinculación de Cristo a la Primavera, es decir, a la emergencia de un Tiempo Nuevo. Qué grato resulta que todo este simbolismo disfrute de una puesta en escena tan  laboriosa como indefectible.

He visto estos días de fiesta a madres con sus hijos pequeños entusiasmarse ante el brillo sonoro de las bandas musicales, a un grupo de ecuatorianos santiguarse con estremecido decoro ante el paso de las imágenes, a la gente, en general, guardar silencio cuando se le pedía hacerlo.  No sé, pero que delicadas consideraciones de respeto y dignidad se den en plena calle, aunque se prevean dentro de unos ritos y sólo se produzcan periódicamente, creo que es algo que hay que valorar. Quiere esto decir que somos capaces de mejorar el ambiente convivencial y  provocar sutilezas comunicativas, que disponemos de la suficiente educación como para evaluar el discurrir público de los símbolos.

Y a propósito de símbolos: nada más alucinógeno y barroco que un paso de  Semana Santa.






























 

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