Este sábado pasado, 1 de diciembre, se
presentaba el volumen Narraciones Inacabadas de Atanasio Díe Marín en La Lonja
de Orihuela.
Los libros conmemorativos o
póstumos parecen tener una doble justificación para su existencia impresa. Este
libro podría prescindir, incluso, de tales prebendas y exhibir un interés propio,
pues el puñado de cuentos que se nos ofrece representa, simbólicamente, algo
así como la esencia de un perfume, la síntesis de un estilo y una temática. Los
cuentos de Atanasio Díe son un reflejo narrativo de su obra teatral, por ello
es que la apretada iconografía de
personajes y ambientes fantástico-dramáticos que desfilan por ellos, puedan
también ser interpretada como colofón de cierre a su obra escénica. Los cuentos
serían así individuaciones de una creación bizarra y muy personal, figuraciones
concretas de un drama que ha hallado su perfil ambiental en lo grotesco y
sorprendente.
Mallarmé decía aquello, tan
recordado en más de una ocasión por Borges: El
mundo existe para convertirse en un libro. Y desde luego no ha habido otra
cuita en los últimos meses para la incombustible Manoli que convertir los
últimos cuentos de su marido en un contundente volumen, forrado en terciopelo
negro y con las contraportadas en vampírico rojo sangre. Felicidades por el
trabajo finalmente conseguido.
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