PATERAS DE JUGUETE Y PIC-NIC SURREALISTAS
Dos noticias de esta semana pasada que, por venir de donde vienen, deberían hallar más eco en los medios de comunicación actuales. Primera: una periodista y activista marroquí, en frontal oposición al ayuno prescrito por el Ramadán, sale a calle a almorzar, junto con un número de personas que le acompañan y apoyan en su gesto de rebeldía. Segunda: una lancha hinchable, adquirida por cien euros en un bazar chino, es interceptada, próxima a las costas españolas, ocupada únicamente por niños. El líder del grupo es un muchacho de quince años. Cuando los medios de comunicación no sólo buscan ávidamente el acontecimiento sino que lo producen directamente, no comprendo cómo este tipo de noticias, y lo repito, viniendo de donde vienen, no sean comentada de un modo específico, yendo a engrosar, casi rutinariamente, con otro tipo de sucesos semejantes, en el catálogo de lo insólito al que nos estamos acostumbrando. La primera noticia parece un número montado por un grupo surrealista. La segunda, más surrealista y desconcertante que la primera, nos está mostrando el grado de fractura y dramatismo que está experimentando una sociedad. Ambas noticias nos indican que en el mundo presuntamente cerrado y monolítico del Islam están ocurriendo cosas, hechos que pueden ser la simiente de un cambio futuro en ese paisaje cuyo inmovilismo Occidente desprecia, pero que cuando estalla silenciosamente, tal y como lo ilustra el viaje suicida de los niños en su patera de juguete, debería provocar una respuesta urgente de solidaridad humana.
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