martes, 15 de diciembre de 2009


LOS MUSLOS DE LA DIOSA


Además del siglo XIX, del destino del pueblo gitano y de la música de Hindemith, estoy obsesionado con los muslos de Grace Jones. Echando un vistazo a sus últimas apariciones en público, a los conciertos que ha dado este año, podríamos decir que Grace es sus muslos (o sus piernas, vamos). De su estilizada y admirable anatomía, los muslos son la manifestación más evidente sobre su estado de salud y energía, sobre sus ganas de seguir actuando, sobre su plus de actividad. Me atrevo a colocar aquí una de las mejores imágenes entre las más recientes, original de Anfuny, de esta artista que está por cumplir los 62 años, si no me equivoco. Los 62 años de una diosa. Verla actuar es un baño de optimismo. Es toda cuerpo: plena y única. Ella es sólo ella, pletórica todavía, venciendo al tiempo.

Aquí nos muestra esa esplendidez a través de unos muslos soberbios y firmes, preparados para ser tasados con un par de voluptuosos azotes, muslos poderosos que requieren ser besados con erótica devoción. Parece ser que sus nalgas son menos hermosas que sus muslos, pero la esbeltez de Grace consigue que nalgas y piernas conformen un juego unitario en el que sobresale la actuación de estas últimas, larguísimas e infinitas.

A mí me gusta más como está ahora que el aspecto irritante que ofrecía a finales de los setenta y mediados de los ochenta: una larguirucha mujer-hombre de mirada salvaje. Ahora es una maciza diosa etíope que se pone colorete y que exhibe su cuerpo, palmeándose las caderas al bailar, tan sofisticada y espectacular como entonces, a pesar del transcurrir maldito de los años.

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