De la deliciosa jornada del sábado, no me queda apenas sino un recuerdo remoto, en este triste lunes sin acontecimiento ninguno. Estas fotos, hechas el sábado, no sé si refuerzan la idea de que toda evocación del pasado se tiñe inevitablemente de literatura, que cada día daría para unas obras completas de Proust distintas y similares a la vez. Pero dar cuenta de la realidad es hacerlo de la superrealidad, de lo mítico, en definitiva. Recordemos lo que para los surrealistas y un Walter Benjamin era la ciudad: el espacio de lo fantástico. En ese sentido, las fotos, la multiplicidad de sensaciones y pensamientos de un día configuran otro laberinto, tan espeso e intrincado como el urbano, y además, son "verdad", y más si logro expresar conjunta y harmónicamente en un poema, en una imagen lo que percibí en décimas de segundo.
martes, 4 de octubre de 2011
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