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Y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz del Abismo |
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Heráclito se espetó, de pronto, a sí mismo: ¿cómo puede uno ponerse a salvo de aquello que jamás desaparece? |
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Y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz del Abismo |
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Heráclito se espetó, de pronto, a sí mismo: ¿cómo puede uno ponerse a salvo de aquello que jamás desaparece? |
Cuando los lunes, iniciando la jornada de “trabajo”, me coloco ante el ordenador y busco en mi imaginación, en el repertorio infinito de i...
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