martes, 27 de diciembre de 2016

NOTICIAS. NOTAS EPOCALES.







“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”, informativos de la televisión cubana tras dar la noticia de la muerte de Fidel Castro.

 

 

Dicho popular de los sábados en los años sesenta, según recuerda mi padre: los sábados, camisa limpia y polvete.

 


De pronto percibo un mal olor. Microsegundos después, identifico el olor y la sensación cambia: es olor a la naranja que, anteriormente, he tocado, y que me ha sorprendido. O sea, que incluso el olor precisa de un instante para ser reconocido, no resulta inmediatamente identificada su procedencia y, por consiguiente, la calidad de su percepción, si se trata de un buen o mal olor.

 





“No estoy autorizado a dar esa información”. Esta frase que yo creía de película americana y de factura relativamente cercana en el tiempo, cuando no de total actualidad, la escucho, pero matizada de humorística ironía por el personaje que la dice, en una película española de 1973, La madrina, protagonizada por Lina Morgan. Teniendo en cuenta de qué estamento proviene la frasecita, -  seguridad nacional y espionaje – la recepción y crítica a este tipo de lenguaje resultan contemporáneas.

 

 

Que Dios directamente intervenga en este mundo no sólo no es nada aconsejable sino que es imposible. Apócrifo de Soren Kierkegaard.

 


Examinando videos de Germán de Argumosa. En concreto, uno de 1978 en el que habla con Jiménez del Oso sobre las caras de Bélmez. Firmeza y rapidez en la exposición del juicio, diafanidad y lucidez de un discurso impecable, que contrasta o se intensifica curiosamente con el aspecto recio de su rostro y su mirada no altiva sino “dura”, exigente. Me llama la atención este manejo del discurso, “perfectamente actual”, es decir, no afectado por mitologías y estereotipos tales como “los años de dictadura” ni por determinaciones de ese tipo. Otra cosa es percibir en la puesta en escena de su entrevista, en los aspectos de sus vestimentas, la de Germán y la de del Oso, cierta aura de época, cierta lentitud voluptuosa que contemplada ahora me produce fascinación y melancolía: el humo del tabaco, la planta del decorado, el colgante hipi y esotérico de Jiménez del Oso, la abundancia de barbas setenteras. Es decir, la lógica del discurso entre el entrevistado y el entrevistador es contemporánea de mi pensamiento. Los atuendos y la atmósfera concreta en que tales locuciones se producen, ya no.  

 
 
 

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