Ráfagas. OBRA POÉTICA COMPLETA. Octavio Paz
La
figura y la obra de Octavio Paz hacen resurgir en mi memoria una época
deliciosa de descubrimientos y disfrutes plenos de literaturas, aquellos días
finales de los setenta y primeros años
de la década de los ochenta, cuando uno aún no había llegado a los veinte años
de edad, pero los ingredientes sustanciales de lo que sería el imaginario
estaban ya claramente citados y concitados. Volver a aquellos años me sume en
una dulce melancolía, ya que hago repaso ineludible de mi memoria y las
lecturas a veces marcan períodos en la existencia. Pero esa melancolía también
se mezcla con la fascinación que la obra de Paz produjo en mí, que era un
forofo de la musa surrealista tanto en pintura como en poesía.
De
este modo, lo primero que leí de Paz fueron poemas suyos en una edición, cómo
no, de Seix Barral e, inmediatamente
después, su singular El mono gramático, que me pareció
entonces el culmen de la operación conjunta de pasión intelectiva e imaginación
poética. De hecho, los libros que a mí me hubiera gustado escribir son el Asklepios
de Miguel Espinosa y esta elucubrativa
pieza en prosa de Paz.
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En
una ocasión, Blanca Andreu me
confesó que leyendo a Octavio Paz no había encontrado versos realmente
notables. Yo le contesté que quizá Paz no era tanto un poeta de versos
memorables como autor de una dinámica obra poética y especialmente, ensayística.
De todos modos, encuentro esto en un poema que esta estupenda edición de Galaxia
Gutenberg recoge: tus ojos,
topacios impíos como la verdad.
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La
raigambre surrealista de la escritura de Paz se percibe en su manejo brillante
de la imagen, en la imaginación que activa su percepción. Durante una larga
época de mi vida, este tipo de poesía cubría mis necesidades interiores ante
una definición viva del mundo; no precisaba de otros idearios o recursos. La realidad que la poesía de Paz defiende es
la que se encuentra en ese amplio margen de nuestro soñar el mundo y
rebautizarlo con una definición ágil y brillante. Este verso: los espacios fluyen y se despeñan bajo la mirada del tiempo
petrificado; es típico de la maniobrabilidad mágica de la poesía de Paz. El
tipo de hipóstasis que se encarna en la poesía del poeta mexicano produce estas
conversiones mágicas, describe evoluciones fantásticas, potencia la mirada
onírica del entorno vital y de la experiencia propia, convirtiendo tales tesituras en aventuras
literarias.
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Toda
poesía proyecta un mundo. Es quizá en los poemas en prosa de Paz donde tales
mundos reflejan con precoz nitidez sus referentes imaginativos y la índole de
sus temáticas. El vínculo con la poesía en prosa que los literatos franceses posibilitaron
a fines del XIX es claro en la producción de Paz. El poeta mexicano es
consecuente no sólo con su estética sino con la concienciación que el lenguaje
suponía tanto como problema filosófico como límite expresivo de mundos. Lo que
el simbolismo y el surrealismo junto con el modernismo en español supusieron como
aventura lingüística se refleja con brillantez en los poemas de Paz. La
consecuencia se revela en una potenciación de la visión del mundo de la vida a
través de una estética cuya adscripción se tradujo en compromisos lingüísticos
y políticos evidentes.
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La
poesía de Paz recoge todo aspecto de la realidad, humana, social, simbólica,
mitológica, desde la aguda perspectiva que articula una poética de la imaginación
y de la potenciación poética del lenguaje. No hay otro ideal o política que
determine la escritura de Paz. Aunque nos relate su biografía o las
circunstancias económicas de un país como México, la base de su verbo es el
enriquecimiento de toda visión a través de esa potencia única que alcanza la videncia
y que es el lenguaje de la poesía.
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Entre
los aspectos relevantes de la poesía de Paz hay una que se destaca casi como
leitmotiv en su obra: la intercambiabilidad de la apariencia de las cosas. Lo distinto es ya lo mismo. Aquí, Paz
coincide con alguno de los principios del budismo o los acoge como estímulo de sus motivaciones generales. Esto
se convierte en aquello, o bien es aquello lo que se transmuta en lo de más allá.
Y es sólo la poesía quien puede expresar con nitidez el ritmo y profundidad de
estas transformaciones de la realidad. Ya que la realidad es un trasunto del
lenguaje y gracias a este se puede obrar la videncia de manifestar las
metamorfosis que son el mundo.
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