La condimentación nativa de los signos interpuestos en el grosor del enunciado demuestra que la fuente del acontecimiento, es decir, el mundo natural, es garantía suficiente de ese mínimo básico de misterio que dota de la suficiente polisemia al mensaje en cuestión, para gratificación de los investigadores del texto y gozo de los lectores, amantes de la complejidad progresiva.
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Un cubo naranja gigante en medio del bosque, sin que nadie lo haya llevado allí, ni se sepa quién lo ha hecho, dónde ni cómo. Este hallazgo se convierte en la respuesta pitagórica al misterio de la creación de los números: es un monumento mítico a los estados cambiantes de la naturaleza.
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En el perímetro del verbo se esparcen las esquirlas de las significaciones desechadas en los decursos anteriores en los que se pretendió convencer a la concurrencia de que la habilidad para modificar el espacio puede ser involuntaria, aunque también asignable a programas de pulimento geométrico según las intenciones del arquitecto en cuestión sean las de pretender crear civilización.
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Ante las probables neutralizaciones del contorno social, derivar de la espontaneidad de los cuerpos una ley de compensaciones táctiles, convertir las evaluaciones del objeto filosófico o filológico en liza, en fuente de exteriorizaciones eróticas, en afirmación de unos símbolos comunes.
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La negatividad subexpuesta de una ilusión - de la expresión de una ilusión - puede trocarse en avanzadilla de un signo determinante desde el momento en que la sobriedad y la expectación del vecino, de quien lee nuestro leve delirio, sospecha de la maleabilidad o desvarío de lo que presentamos como una afirmación, ya que viene envuelta en el trémulo velo de la donación gratuita, es decir, cuando el hipotético descifrador advierta nuestra diluyente emotividad condicionando las gamas enunciativas de lo que exige, riesgosamente, una respuesta del otro igual de agitada.
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El envase sígnico podría disentir de lo envasado en cuanto una eclosión molecular, en el plano de la expresividad, liberara sentidos reprimidos, direcciones no inventariadas, copulaciones repentinas, originariedades extralingüísticas de una pulsión pura.
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El quebranto de la modificación singulariza una linealidad (singulariza en tanto que sabemos que la ruptura fue sorteada en aras de esa linealidad que ahora es una superlinealidad).
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Cita histórica:
"..... las Transiciones o Neutros (lo neutro es lo que se coloca entre la marca y la no marca, una especie de tampón o de amortiguador, cuyo papel es ahogar, suavizar, fluidificar el tic-tac semántico, ese ruido metronómico que rubrica obsesivamente la alternancia paradigmática: si/no, sí/no, sí/no, etc..."
Roland Barthes.
Sade, Fourier, Loyola.
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