martes, 8 de abril de 2014

PRETEXTO







La condimentación especulativa no supuso tanto el incremento banal de proposiciones o de líneas de fuga gratuitamente  añadidas a la inflamación retórica del discurso, como la demarcación precisa y sorpresiva, - he ahí la almendra contradictoria- , de una satisfacción conceptual oculta en las expectativas del  contertulio, quien, dispuesto a visionar una posibilidad práctica de esparcimiento en el marco de una permisividad que incluyera el ascenso arterial  de la competencia hermética, se solazaba simulando no entender el despliegue variopinto de las palabras y retrocedía hacia parterres imaginados que no formaban parte sino de esa misma disposición general al abandono maravillado de la palabra y la sugestión. Algo así como compensarse secretamente a sí mismo cuando los retozos verbales pueden sumarse sin reproche a los placeres más inmediatos, como por ejemplo, un paseo ocasional. 

 

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