La distancia puede idealizar o enfriar los ánimos, pero
en algunos individuos que quizá no teman tanto al tiempo, también puede producir,
sorpresivamente, un efecto de signo esperanzador: el mantenimiento de la
fidelidad. Tal perseverancia no puede sino destacar bellamente a quien la
predica o mantiene, demostrando que tal virtud sí es capaz, si no de vencer al
tiempo, doblegarlo en más de un curso. Conocí al poeta Moisés Castillo Florián
hace casi una década. Visitó nuestras tierras mediterráneas - lo
dioses siguen vivos para quienes sepan percibir sus signos – y ahora, desde su
ciudad natal, Trujillo, me envía esta reseña personal de la lectura de algunos
poemas míos. Excúseme el exhibicionismo, pero prefiero el espacio virtual al claustrofóbico
del cajón. A veces, casi viene a ser lo mismo.
Moisés,
vislumbrador de dragones voladores con plumas sobre las cimas heladas de los
volcanes, yo, desde el seno del Mediterráneo, sembrado de cúpulas azules y recintos
barrocos, te saludo y te doy las gracias.
(DES)MITIFICANDO A UN DEMIURGO PROFANO
-I-
Tengo
la suerte de haber recibido, como regalo, el poemario Profano Demiurgo (Universidad de Alicante, 2013), de José María
Piñeiro (Orihuela, España), el cual he leído y releído, emocionadamente. Y,
esta reseña la hago en calidad de colega, voluntariamente, sin que él o
alguien, me lo haya pedido; quizás, porque soy su amigo y, hasta su “confidente”,
en este emocionante, pero difícil arte de hacer poemas, poemarios y, quién
sabe…“ser poesía”. Y porque, de seguro que, me siento parte de esta aventura
literaria (como cuando yo publiqué mi propio libro primogénito, en 1999, y que
él mismo Piñeiro reseñó, en su momento) y, un poco testigo de esta interesante
y atrevida “Profanidad demiúrgica” que, el autor, a base de poesía, nos quiere proponer,
con este, su “primer” libro, bastante serio y sincero.
Pero,
con el permiso de ustedes, antes de empezar a deshojar algunos pétalos, de las
rosas y espinas, de nuestro libro en cuestión, desearía mencionar al mini libro
Margen Harmónico, del 2010 (también,
una obra y un presente, del mismo Piñeiro): bello manojo de poemas, que serían una
suerte de “mensajeros y heraldos”, anunciando la ineludible aparición de aquel
libro, más elaborado y maduro del 2013. Interesante aventura poética y calentamiento
literario, donde, hay cinco importantes poemas, que estarían muy relacionados
con los poemas de Profano Demiurgo, a
saber: “El orden libre”, “Mística mente”, “La abominación de Borges”, “Vertiente”
y “Confesión”, donde el poeta-demiurgo, se estremece ante lo que siente, ve y
acontece; y, ante lo que, seguramente, él ya sabe o presiente, que estaría por
venir. Incluso, el “Apunte explicativo del autor”, enunciaba ya, la obra de
aquel entonces, y aquella venidera, del autor.
Retomando
nuestro comentario, y, antes de adentrarme, ligeramente siquiera, en el “ars poética” de don José María Piñeiro,
me atrevería a decir que: todo el libro nos deja entrever que, éste ha sido
escrito y reescrito, creado y co-creado, por un artista-poeta (o, viceversa),
ya maduro, y con una buena noción de saber esperar el tiempo necesario y el espacio
justo, para poetizar de verdad y publicar. Él, como buen artista plástico que,
también es, en su momento, nos lo confirmará. Asevero esto, porque me consta,
que su obra poética (aunque medio “escondida” y, hasta hoy, prácticamente,
inédita), ha ido siempre en paralelo, con su obra plástica, fotográfica y
crítico-periodística.
-II-
Celebro la aparición de este libro, así como felicito a su autor, por finalmente,
atreverse a ser parte del “vasto entramado poético” y, de la “otra historia y esa
otra voz” de la poesía (de aquella otredad
poética, tan bien definida, por Octavio Paz), así como celebro el excelente
Prólogo y comentario de nuestro común
colega José Luis Zerón. Por ello, hoy, me limitaré a comentar, desde mi
perspectiva de lector, y desde mi óptica de poeta y artista, como lo es nuestro
estimado poeta y autor.
Creo, como Zerón, que el libro Profano
Demiurgo, tiene un contexto de corte surrealista; sin embargo, la magia y
dramaturgia de la cotidianeidad, de varios poemas, también lo haría deudor de
lo “mágico realista”, de nuestros paisajes y emociones externos e internos. Y
noto, un paralelismo y dualismo de metáforas e imágenes, cual “collages” (lógicamente,
poéticos), bastante personales y conscientemente elaborados: El poeta, es el
poema creado, el verbo, a ser bien expresado y también defendido; el cosmos, es
la cosa, la obra y la tierra misma, con la belleza -o fealdad- de esos parajes urbanos
y rurales, que nos regala, la mística Orihuela, y el mítico Mediterráneo,
algunos de ellos, inolvidables, por cierto.
Pero, no hablaré de “estilos o influencias” marcadas o definidas del autor,
pese a reconocer que todo poeta serio, no es sólo un terco escribidor, sino,
indudablemente, un asiduo lector y aprendiz. Diré, eso sí, que todo poeta tiene
su propio “duende” y su propio “numen” (para no mencionar a la “musa”). Y que,
en este caso, a Piñeiro, lo inspiraría más, o también, la plasticidad,
evanescencia y a-temporalidad de la pintura, el dibujo, la fotografía y el cine…¿El
todo y la nada, ontológicos y urbanos, de una realidad (mágica y surreal) que
nos anida y envuelve, como una matriz estética y nutricia?... Algunos de sus
versos cortos y muchas metáforas, semejan “haikus” budistas, orientales,
instantáneos y “fotográficos”. Intuyo que, él, admira tanto a Velázquez como a
Miró y a Goya, como a El Greco. Y, entreveo, además, una suerte de esoterismo
numerológico, en la estructura del libro: los 3, los 4, la Rosa, y los 42
poemas y ladrillos filosofales, de su propia “Torre de Babel”, lúdica y
existencial. Desde el nombre del libro, pasando por los epígrafes y títulos de
los poemas, bien escogidos, vemos el interés “alquímico y meta-literario”, si
se puede decir, de nuestro autor. Y, creo que el poeta, tampoco nos esconde una soterrada
admiración, por uno de los grandes de la ficción: Borges, con sus espejos,
laberintos y “Alephs”…
Sin concesiones, como una “licencia poética”, y, un poco, para salirme de
lo tradicional, sólo trataré de enumerar (cual matemático concreto y lúdico),
una posible secuencia cualitativa, de los poemas más importantes del libro en
mención: me encantan más de la mitad de ellos; de estos, hay trece o catorce,
que salvan el esfuerzo del poeta y la aventura editorial. El “ars poética” del libro, serían los
cuatro poemas de “Explicatio”; el alter
ego y mea culpa del poema “De mí
a mí”, de “Tesituras”; y los cuatro poemas de los “Grabados”, de “Itinerarios”.
Y, de estos, me quedaría a degustar la belleza ético-estética, del poema III (de
“Explicatio”), del “Grabado superrealista” (de “Itinerarios”), y de los tres
poemas cortos, “Significante, significado, referente”, “Fanal” y “Grabado
romántico”... ¿Qué más puedo decir, yo, poeta, lector y amante de la buena y
atrevida poesía, sin caer en la verborragia o el poco decir?
Tal vez, que: el símbolo y espíritu, de casi todos los poemas, sean los
sueños y deseos, por esa misteriosa e inquietante “Rosa”… mística y/o real (¿acaso,
una musa etérea, una dulcinea mediterránea o, la misma visitadora y huidiza,
Poesía?), de la que tanto canta y cuenta, José María; y que, me recuerda a
aquellas rosas de los poetas místicos y románticos; y, más recientemente, a las
“rosas y espinelas”, del gran poeta peruano Martin Adán. Siento y huelo que: aquella
flor, aquella “mónada” poética, está trinitariamente imbricada, entre las tres
partes del libro: raíz, pétalo y vuelo, detrás de un Itinerario, de una “peregrinación
poemática”, quién sabe, medio profana y utópica, pero visionaria, y, por esto, lírica
y literaria…
-III-
En síntesis, pienso que la esencia de Profano
Demiurgo, y la propuesta de nuestro autor, sería la de “buscar la eternidad
de la existencia y la vida, por medio de la instantaneidad del sueño y la cotidianeidad
de la poesía”. El mundo es y será un “sagrado, profano y absurdo teatro”: un
vivo y vivificante vacío, a ser llenado y admirado, y, una inmensa página-lienzo
en blanco, donde pintar y poetizar (¿picto-poetizar?),
todos los sueños y pesadillas que nos corroen y nos alientan, honesta y pacientemente.
Por todo esto y, en nombre de la poética brevedad, no me queda sino, agradecer
a José María Piñeiro, por su libro y por su terca amistad, pese a la distancia
y el último largo silencio, en estos tiempos de compleja virtualidad y, acaso, poca
amistad. Y, además, por ser valiente y consecuente, tanto en la creatividad,
como en la defensa de la poesía y el arte en general (varios de sus poemas son
una apología directa e incondicional, al “sagrado oficio” de escribir, y al
“noble sacerdocio de la poesía”, a decir de César Vallejo).Y, también, por “desnudar”
su pluma, su cámara y su pincel (su alma, en verdad), para mostrarnos que: pese
a su declarada y poética profanidad, en el fondo de su ser, Piñeiro, sería un
artista místico, una suerte de nostálgico demiurgo (por instantes niño, y algo
“loco”), que no cesa de mirar y de sentir, para recrear lo ya creado, por la
Natura y por la Lengua; eventos y fenómenos que, siempre nos afectarán, seamos
poetas, artistas o no.
Finalmente, desearle suerte con éste, y con los libros y las obras, que
vendrán a futuro. Creo y siento que, cada buen poema escrito, cada arte creado desde
el “alma y el verbo de las cosas y del cosmos”, será siempre bienvenido, para
bien de la otredad y de la totalidad
del gran corpus poético y estético, al que, todo poeta visionario y artista honesto,
tiene que allegarse y contribuir, definitivamente.
Trujillo del Perú,
diciembre, 2014.
Moisés Castillo Florián
(Escritor, artista y traductor, peruano)
1 comentario:
Sería bueno revisarlo y enviarlo a otras revistas online, como la Bolivariana, Poesía.ac.edu.ve. En españa debe haber varias. Gracias
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