jueves, 1 de enero de 2015

DESDE TRUJILLO DEL PERÚ


La distancia puede idealizar o enfriar los ánimos, pero en algunos individuos que quizá no teman tanto al tiempo, también puede producir, sorpresivamente, un efecto de signo esperanzador: el mantenimiento de la fidelidad. Tal perseverancia no puede sino destacar bellamente a quien la predica o mantiene, demostrando que tal virtud sí es capaz, si no de vencer al tiempo, doblegarlo en más de un curso. Conocí al poeta Moisés Castillo Florián hace casi una década. Visitó nuestras tierras mediterráneas - lo dioses siguen vivos para quienes sepan percibir sus signos – y ahora, desde su ciudad natal, Trujillo, me envía esta reseña personal de la lectura de algunos poemas míos. Excúseme el exhibicionismo, pero prefiero el espacio virtual al claustrofóbico del cajón. A veces, casi viene a ser lo mismo.

 Moisés, vislumbrador de dragones voladores con plumas sobre las cimas heladas de los volcanes, yo, desde el seno del Mediterráneo, sembrado de cúpulas azules y recintos barrocos, te saludo y te doy las gracias. 



 
 
(DES)MITIFICANDO A UN DEMIURGO PROFANO

-I-

Tengo la suerte de haber recibido, como regalo, el poemario Profano Demiurgo (Universidad de Alicante, 2013), de José María Piñeiro (Orihuela, España), el cual he leído y releído, emocionadamente. Y, esta reseña la hago en calidad de colega, voluntariamente, sin que él o alguien, me lo haya pedido; quizás, porque soy su amigo y, hasta su “confidente”, en este emocionante, pero difícil arte de hacer poemas, poemarios y, quién sabe…“ser poesía”. Y porque, de seguro que, me siento parte de esta aventura literaria (como cuando yo publiqué mi propio libro primogénito, en 1999, y que él mismo Piñeiro reseñó, en su momento) y, un poco testigo de esta interesante y atrevida “Profanidad demiúrgica” que, el autor, a base de poesía, nos quiere proponer, con este, su “primer” libro, bastante serio y sincero.

Pero, con el permiso de ustedes, antes de empezar a deshojar algunos pétalos, de las rosas y espinas, de nuestro libro en cuestión, desearía mencionar al mini libro Margen Harmónico, del 2010 (también, una obra y un presente, del mismo Piñeiro): bello manojo de poemas, que serían una suerte de “mensajeros y heraldos”, anunciando la ineludible aparición de aquel libro, más elaborado y maduro del 2013. Interesante aventura poética y calentamiento literario, donde, hay cinco importantes poemas, que estarían muy relacionados con los poemas de Profano Demiurgo, a saber: “El orden libre”, “Mística mente”, “La abominación de Borges”, “Vertiente” y “Confesión”, donde el poeta-demiurgo, se estremece ante lo que siente, ve y acontece; y, ante lo que, seguramente, él ya sabe o presiente, que estaría por venir. Incluso, el “Apunte explicativo del autor”, enunciaba ya, la obra de aquel entonces, y aquella venidera, del autor.

Retomando nuestro comentario, y, antes de adentrarme, ligeramente siquiera, en el “ars poética” de don José María Piñeiro, me atrevería a decir que: todo el libro nos deja entrever que, éste ha sido escrito y reescrito, creado y co-creado, por un artista-poeta (o, viceversa), ya maduro, y con una buena noción de saber esperar el tiempo necesario y el espacio justo, para poetizar de verdad y publicar. Él, como buen artista plástico que, también es, en su momento, nos lo confirmará. Asevero esto, porque me consta, que su obra poética (aunque medio “escondida” y, hasta hoy, prácticamente, inédita), ha ido siempre en paralelo, con su obra plástica, fotográfica y crítico-periodística.






-II-

Celebro la aparición de este libro, así como felicito a su autor, por finalmente, atreverse a ser parte del “vasto entramado poético” y, de la “otra historia y esa otra voz” de la poesía (de aquella otredad poética, tan bien definida, por Octavio Paz), así como celebro el excelente Prólogo y comentario de nuestro común colega José Luis Zerón. Por ello, hoy, me limitaré a comentar, desde mi perspectiva de lector, y desde mi óptica de poeta y artista, como lo es nuestro estimado poeta y autor.

Creo, como Zerón, que el libro Profano Demiurgo, tiene un contexto de corte surrealista; sin embargo, la magia y dramaturgia de la cotidianeidad, de varios poemas, también lo haría deudor de lo “mágico realista”, de nuestros paisajes y emociones externos e internos. Y noto, un paralelismo y dualismo de metáforas e imágenes, cual “collages” (lógicamente, poéticos), bastante personales y conscientemente elaborados: El poeta, es el poema creado, el verbo, a ser bien expresado y también defendido; el cosmos, es la cosa, la obra y la tierra misma, con la belleza -o fealdad- de esos parajes urbanos y rurales, que nos regala, la mística Orihuela, y el mítico Mediterráneo, algunos de ellos, inolvidables, por cierto.

Pero, no hablaré de “estilos o influencias” marcadas o definidas del autor, pese a reconocer que todo poeta serio, no es sólo un terco escribidor, sino, indudablemente, un asiduo lector y aprendiz. Diré, eso sí, que todo poeta tiene su propio “duende” y su propio “numen” (para no mencionar a la “musa”). Y que, en este caso, a Piñeiro, lo inspiraría más, o también, la plasticidad, evanescencia y a-temporalidad de la pintura, el dibujo, la fotografía y el cine…¿El todo y la nada, ontológicos y urbanos, de una realidad (mágica y surreal) que nos anida y envuelve, como una matriz estética y nutricia?... Algunos de sus versos cortos y muchas metáforas, semejan “haikus” budistas, orientales, instantáneos y “fotográficos”. Intuyo que, él, admira tanto a Velázquez como a Miró y a Goya, como a El Greco. Y, entreveo, además, una suerte de esoterismo numerológico, en la estructura del libro: los 3, los 4, la Rosa, y los 42 poemas y ladrillos filosofales, de su propia “Torre de Babel”, lúdica y existencial. Desde el nombre del libro, pasando por los epígrafes y títulos de los poemas, bien escogidos, vemos el interés “alquímico y meta-literario”, si se puede decir, de nuestro autor. Y, creo que el  poeta, tampoco nos esconde una soterrada admiración, por uno de los grandes de la ficción: Borges, con sus espejos, laberintos y “Alephs”…

Sin concesiones, como una “licencia poética”, y, un poco, para salirme de lo tradicional, sólo trataré de enumerar (cual matemático concreto y lúdico), una posible secuencia cualitativa, de los poemas más importantes del libro en mención: me encantan más de la mitad de ellos; de estos, hay trece o catorce, que salvan el esfuerzo del poeta y la aventura editorial. El “ars poética” del libro, serían los cuatro poemas de “Explicatio”; el alter ego y mea culpa del poema “De mí a mí”, de “Tesituras”; y los cuatro poemas de los “Grabados”, de “Itinerarios”. Y, de estos, me quedaría a degustar la belleza ético-estética, del poema III (de “Explicatio”), del “Grabado superrealista” (de “Itinerarios”), y de los tres poemas cortos, “Significante, significado, referente”, “Fanal” y “Grabado romántico”... ¿Qué más puedo decir, yo, poeta, lector y amante de la buena y atrevida poesía, sin caer en la verborragia o el poco decir?

Tal vez, que: el símbolo y espíritu, de casi todos los poemas, sean los sueños y deseos, por esa misteriosa e inquietante “Rosa”… mística y/o real (¿acaso, una musa etérea, una dulcinea mediterránea o, la misma visitadora y huidiza, Poesía?), de la que tanto canta y cuenta, José María; y que, me recuerda a aquellas rosas de los poetas místicos y románticos; y, más recientemente, a las “rosas y espinelas”, del gran poeta peruano Martin Adán. Siento y huelo que: aquella flor, aquella “mónada” poética, está trinitariamente imbricada, entre las tres partes del libro: raíz, pétalo y vuelo, detrás de un Itinerario, de una “peregrinación poemática”, quién sabe, medio profana y utópica, pero visionaria, y, por esto, lírica y literaria…






-III-

En síntesis, pienso que la esencia de Profano Demiurgo, y la propuesta de nuestro autor, sería la de “buscar la eternidad de la existencia y la vida, por medio de la instantaneidad del sueño y la cotidianeidad de la poesía”. El mundo es y será un “sagrado, profano y absurdo teatro”: un vivo y vivificante vacío, a ser llenado y admirado, y, una inmensa página-lienzo en blanco, donde pintar y poetizar (¿picto-poetizar?), todos los sueños y pesadillas que nos corroen y nos alientan, honesta y pacientemente.

Por todo esto y, en nombre de la poética brevedad, no me queda sino, agradecer a José María Piñeiro, por su libro y por su terca amistad, pese a la distancia y el último largo silencio, en estos tiempos de compleja virtualidad y, acaso, poca amistad. Y, además, por ser valiente y consecuente, tanto en la creatividad, como en la defensa de la poesía y el arte en general (varios de sus poemas son una apología directa e incondicional, al “sagrado oficio” de escribir, y al “noble sacerdocio de la poesía”, a decir de César Vallejo).Y, también, por “desnudar” su pluma, su cámara y su pincel (su alma, en verdad), para mostrarnos que: pese a su declarada y poética profanidad, en el fondo de su ser, Piñeiro, sería un artista místico, una suerte de nostálgico demiurgo (por instantes niño, y algo “loco”), que no cesa de mirar y de sentir, para recrear lo ya creado, por la Natura y por la Lengua; eventos y fenómenos que, siempre nos afectarán, seamos poetas, artistas o no.

Finalmente, desearle suerte con éste, y con los libros y las obras, que vendrán a futuro. Creo y siento que, cada buen poema escrito, cada arte creado desde el “alma y el verbo de las cosas y del cosmos”, será siempre bienvenido, para bien de la otredad y de la totalidad del gran corpus poético y estético, al que, todo poeta visionario y artista honesto, tiene que allegarse y contribuir, definitivamente.

Trujillo del Perú, diciembre, 2014. 

Moisés Castillo Florián

(Escritor, artista y traductor, peruano)

 

 

1 comentario:

Unknown dijo...

Sería bueno revisarlo y enviarlo a otras revistas online, como la Bolivariana, Poesía.ac.edu.ve. En españa debe haber varias. Gracias

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