Sueño
la palabra “arconía”. Al parecer, pretendía ser la definición de un concepto
filosófico.
Imaginar
lo siguiente:
La
secreta ironía de aquella participación errónea.
La
primera versión deudora de la segunda.
El
sueño que recuerdo y que finalmente, averiguo que no he soñado.
No
hay un yo detrás de la percepciones, dicen los budistas, pero las percepciones
continúan articulando los episodios de la gran novela de la vida.
Sólo
cierta digresión permite la emergencia de las disyuntivas descongestionadoras. El tenor de un debate soberano incluye
derroteros varios como ejes posibles de la relación clarificadora.
Ramos de figuras con la raíz del lexema perdida en los vacíos
rotatorios.
La
dinámica del recuerdo de alguno de los momentos venturosos de
nuestras vidas, recuerda aquello que escribió Paul Celan: El poema no es actual, es
actualizable. Es decir, la interacción que supone la súbita conexión de determinadas
características del contexto con la animosidad específica del lector que
haría vivificar el poema, cualquier poema, trascendiendo modas y supuestos estilísticos
o ideológicos, es semejante a la maniobra de la memoria que identifica un
recuerdo antiguo a través de una impresión actual trayendo al ahora aquella
felicidad perdida (olvidada como lo estaba aquel poema hipotético hasta que dio
con el lector propicio).
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