jueves, 18 de mayo de 2017

ESCOLIO I






RIMBAUD Y LAS APARICIONES DE GARABANDAL

La peregrinación al absoluto lleva a Rimbaud a traficar con armas en lugares remotos e ingratos de África tras abandonar la escritura. Las niñas que ven a la Virgen en Garabandal, llevan después, de adultas, una vida normal y corriente, ortodoxamente cristiana pero insustancial si la comparamos con lo que experimentaron tiempo atrás. Después de la explosión de su obra poética, Rimbaud se sume en el silencio. O ya no es posible para él volver a escribir poesía o simplemente no le interesa. Se traicionaría a sí mismo si intentara escribir después de lo que ha confesado o visto (“Quiero ser poeta y trabajo para hacerme vidente"). Las niñas de Garabandal, tras las visiones y los éxtasis, se integran en “la normalidad”, la mayoría se va al extranjero y se casan. Lo más importante y extraordinario de sus vidas será aquello que les sucedió y que no volverá a repetirse. Muchos años después de “aquello” a una de las protagonistas de las apariciones, se le pregunta en una entrevista si le gustaría volver a ver a la Virgen. La entrevistada sonríe y responde con melancólica incredulidad: ¿ahora? Aunque no llegue a enunciarlo, el adjetivo "imposible" es obvio. De Rimbaud a las niñas de Garabandal hay unas cuantas diferencias pero el efecto es semejante. Después del contacto con lo insólito o desmesurado, no es posible ni superarlo ni repetirlo. La niñez y la juventud como esos espacios vírgenes en donde es posible el acontecimiento, el misterio.





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