La editorial Taurus sacó
hace unos pocos meses un volumen con una recopilación de artículos
periodísticos de escritores españoles bohemios
de principios de siglo XX. Nombres como Joaquín Dicenta, Antonio Palomero
o Luis Bonnafoux aparecen en este volumen, compilado por Miguel Ángel del Arco.
Como es ya explícito por su nombre, nada más empañado por el sabor de la época,
tan condicionado y vinculado al tiempo que una crónica. El material recogido en
este libro daría para un sabroso análisis fenomenológico y semiótico tanto de
cuestiones de estilo como de representación literaria y cuestiones comunicativas.
El tipo de humor, el ritmo de cada día o su ausencia, los aspectos que más
llaman la atención de los cronistas, el grado de crítica social establecido, el
peso de las convenciones sociales, etc... Todo se suma informativa y
humanamente en la constitución específica de la imagen de un momento de
la historia. Algunas de estas especificidades parecen ser competencia de un
autor en concreto. Llama la atención cómo Alejandro Sawa insiste en estos artículos,
tal y como lo hace en sus memorias, en el amargo contraste que ofrecen los
contundentes rayos de sol que caen en la Plaza del Sol y los harapos que
exhiben los mendigos que por allí pululaban o se recostaban sobre la pared en
un abandono lamentable.
Estoy leyendo la novela Alegato de un loco de Strindberg y
resulta interesante comprobar cómo, sin incidir ni abusar en las descripciones
sino sabiendo estratégicamente colocarlas en su sitio adecuado, el autor logra
preñar la narración de atmósferas densas y singularmente bellas. No alabo tanto
la maestría especial de Strindberg como la sabiduría de la narración
novelística que, dosificando detalles y observaciones, articula una ficción grávida
y muy atrayente, cómo la novela produce imágenes que compendian la
significación central de la obra, de modo semejante a como lo haría un poema.
El pasado supone un mundo o
unos mundos definidos, hechos, terminados, por eso pueden ser viajados por la
imaginación. Como mundos hechos y producidos, existen, y aunque fueron, en
tanto que se ejecutaron en toda su azarosa aventura, podemos decir que reviven,
que son o están siendo mientras que
hacemos eso, visitarlos.
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