LÍNEAS DE FLOTAMIENTO
Me lo repito para mis
adentros. Leyendo a Lezama Lima constato de nuevo la orfandad poética de estos
días y de estos tiempos, la inexistencia de un sacerdote del lenguaje. ¿Dónde
está la poesía en el debate diario, se ha autoexcluido del interés social o la
prohíben, tácitamente, los medios por el condicionamiento ideológico de los
mismos?
Que la poesía sea un
discurso más sobre las cosas nos lo decimos cuando observamos la inflación
poética, la fragmentación de la genialidad en escritores locales. En realidad,
la poesía no es meramente un discurso más entre otros porque sólo a través de
la poesía se pueden decir determinadas cosas. Esta especificidad, para algunos,
este lujo, rescata la poesía y produce cierto sentido de la justicia y de la
harmonía.
Leí lo último que ha escrito
Bonnefoy. Me ha gustado pero sin sorpresas. De algún modo se corresponde con lo
que imaginaba que iba a decir. Más sorpresiva si cabe ha sido la lectura de lo
último de Chantal Maillard, que lo ha logrado: renovar el interés por el mundo
palpitante de lo subjetivo. El don en la palabra de Bonnefoy mantiene una
regularidad, no pierde propiedades y responde a los nuevos tiempos con su
mesurada observación. Un dato a tener en cuenta tras la lectura de sus poemas
en prosa: la intimidad de cada uno para sacar adelante sus propios mundos
imaginarios.
Quién se atreve hoy a hablar
en poesía de la resurrección. Lezama lo hizo, aunque sin profundizar en
teologías probables sino como una facultad extraordinaria del ser vivo, de la
naturaleza.
La comprensión profunda de
la poesía produce una harmonía objetiva y no solo secreta.
Si la poesía se vive como
hay que vivirla, y escribo mi poema y lo recito a quien desea escucharme, no
habría por qué preocuparse de trascendencias o de inmortalidades. El rato que
he empleado en explicarles o leerles el poema a los demás justifica esfuerzos y
es suficiente en cuanto a difundir el testimonio de una sensibilidad singular.
Tu momento de gloria debiera investirse del mayor simbolismo.
El verso más ridículo, el único
ridículo, escrito por Borges: la hermosa
guerra. La verdad, y con todos mis respetos
¿en qué campo de batalla específico se encontraba cuando escribió semejante
cosa, en el de su despacho, en el de alguna excavación arqueológica?
George Steiner acusa a
Mallarmé y a Rimbaud de finiquitar, de cargarse la poesía. Después de la ebria
aventura de uno y de la numinosa intelectualización del otro, ¿qué horizonte le
queda a la invención poética? Octavio Paz es algo más benigno con la obra de
Mallarmé. Este, no nos lega una imagen del mundo sino que nos insinúa una
posibilidad de trayectorias. ¿Cuáles? La posibilidad misma. Hay que repetirlo.
La gran obra final de Mallarmé, Una
jugada de dados no abolirá el azar no dibuja un lugar poblado de seres y
cosas relacionados entre sí de uno u otro modo, no nos dona una imagen ultimada
, sino que viene a decirnos que la poesía se revertirá sobre sí misma, que la
poesía se hará superpoesía al tiempo que podrá quedar reducida a esa potencia, a
esa conciencia. La poesía se hará metapoesía, que en los tramos del intelecto
en expansión, y la conciencia de la palabra poética sobre su propias
potencialidades implicará abrir las posibilidades poéticas al infinito al
tiempo que tal poder deberá esperar o buscar el momento propicio para
encarnarse en historias y periplos singulares: la búsqueda de significado que
Paz cita como ese anhelo del lenguaje en el límite de sí mismo.
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