El ornamento no es meramente
producción, escudo, sino exaltación.
Tu frente: friso
delicadamente noble que llama al beso confirmativo.
Cansancio del hermetismo
absoluto. He adquirido dos volúmenes de poesía, la poesía reunida de Wallace
Stevens, en Lumen y la obra completa de Paul Celan en Trotta. Después de tiempo
sin leerlo, Celan me exaspera: hay que descifrar continuamente lo que dice a cada verso. Y eso cansa. Y ese descifrar consiste en intentar averiguar
a lo que se refiere con la sola imaginación de la lectura, en primer lugar; luego en contar con
la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto como elementos contextualizadores de
lo leído, y después, si uno conoce alguna información añadida que tenga que ver
con las intenciones, motivos o con el poema en cuestión, sumarlo a lo demás.
Básicamente, y a grandes rasgos, para leer a Celan cuentas con esto y ya está.
Wallace Stevens es un poeta también difícil y sorpresivo pero más inteligiblemente ubicable. El
resultado en la lectura es que fluyes más y obtienes más placer de una lectura
del segundo tipo, aunque ambas obras sean materialmente primas hermanas en lo
que transmiten y dicen.
Si hubiera una frontera
unitiva la buscaría en el sueño donde convergen revelación e imagen, fuente y
destino sugerido de las energías.
La solicitud de la nieve es
que la transites como si lo hicieras a través de un fulgor: quedamente,
ingrávido.
Debes resucitar para luego
morir algo más confiadamente…
Sobre gatos y perros. El gato
es sensual y fiero, animal esotérico adorado por egipcios y poetas
decadentes. Pero en vano esperaríamos que un gato salve la vida de alguien,
como en numerosas ocasiones han hecho los perros y no perros, precisamente,
adiestrados. Lo que el gato tiene de misterioso y sensual, el perro lo tiene de
inmediato y noble.
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