MAMÁ
La muerte es grande,
dijo Rilke
En un arranque,
supongo, de efusividad irónica.
Pero antes de
elogiar misterios arcanos
O mostrarles un
lógico temor,
Yo quisiera
inquirir, preguntar,
Conjurar, si con la
palabra poética fuera posible,
Este repentino
desaparecer,
Este hurto súbito
que es la muerte.
¿Por qué confín
transita ahora el que acaba de irse,
O en qué insólita
inmediatez, viéndonos, emite su
asentimiento?
La muerte es como
noche cerrada, tiene esa opacidad,
Y la divinidad nos
exige una paciencia infinita,
Porque lo que desespera es que
Para que volvamos a
vernos en la eternidad
Tenga que pasar,
antes, toda una eternidad.
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