Incursiones en lo indecible.
Thomas Merton.
El volumen reúne una serie
de ensayos breves que el monje norteamericano acabó de redactar hacia 1966.
Esta edición en español es de 1973. En estos textos Merton nos ofrece su
talante más comprometido y ecologista. Critica la enajenación y la insensibilidad
de la sociedad moderna ante las bellezas y misterios que la naturaleza ofrece
de modo gratuito a la contemplación. Merton reivindica el silencio sólo cuando
este se convierte en sello de una experiencia real y gratificante y cuenta, en
su visión crítica de la realidad, con la complicidad inteligente de los poetas,
entre cuyo casi clandestino gremio, se
cuenta. Resulta gratificante constatar con qué material argumenta Merton sus posiciones, teniendo en
cuenta su pertenecía a una orden de clausura: el teatro de Ionesco, Julien
Green, la obra del ermitaño Piloxenos, la obra del sufí Ibn Abbad, los beats,
Rimbaud, Baudelaire, el periódico Times, la bomba atómica, etc.. Es decir,
Merton no emite, meramente, un discurso místico desde la pureza de su
aislamiento sino que construye una crítica lúcida a través de artistas, escritores
y temas contemporáneos. En sus libros, Merton hace converger lo secular con lo
sacro en una misma, densa y sola realidad temática. Uno de los artículos del
libro habla de Eichman, el tétrico diseñador de la solución final de los
judíos, quien le sirve de pretexto para denunciar que a veces, el mal, se
encarna en individuos totalmente cuerdos.
Cuentos de un bebedor de éter.
Jean Lorrain
Jean Lorrain es un producto
típico de la Belle Epoque, personaje de saturación y de exceso, emergido de un
momento histórico en que el simbolismo y el decadentismo conviven, adensando
percepciones e imaginaciones. Lorrain viene a ser con su obra teatral, poética
y narrativa una suerte de informador del espíritu de tal momento, sin tratarse
de un escritor de primera línea. Precisamente por ello, Lorrain es más un
efecto sintomático que un signo del devenir que fue. Hijo de su época, pues, más
que profeta de la misma, y hasta la médula: de una época enferma de estética y
de vaticinios, de vislumbramientos suculentos y deleitosos hastíos.
Los cuentos, sin ser
genialidades en su género, tratan de lo extraño, de lo fantástico y terrorífico
y se leen con ligereza entretenida. Es el epígrafe bajo el que se reúnen estas
ficciones el que realiza la confesión que justifica su temática alucinada.
La obra gráfica de Félix Vallotton
Estupenda iniciativa de la
editorial valenciana El Nadir al crear una colección dedicada exclusivamente a
la obra gráfica de pintores, ilustradores y dibujantes pioneros en el género de
la estampa, la caricatura o el cómic.
En este caso se nos ofrece
el peculiar trazo de Valloton, uno de los fundadores del grupo de los Nabis. El
dibujo de Valloton es espeso, globoso, húmedo, pegajoso, de una densidad
ambigua, pues nos podemos refugiar gratamente entre sus sombras o interpretarla
como tímido signo de oclusivos devenires.
Franz Grillparzer
Autobiografía, diarios y otros escritos.
Recuerdo que conocí a este
autor austríaco en una mención que Kafka hacía de él en sus diarios. Famoso en
su tiempo por su obra poética y por sus dramas basados en piezas de Calderón y
de Lope, lo que se nos ofrece aquí es un material que, probablemente, pueda
interesar más al lector actual: su diario personal, la autobiografía, otros
diarios de viaje y relatos. Interesante resulta la relación del autor con el
emperador austríaco y los problemas que le surgieron con los poderes políticos a
raíz de la publicación de un poema sobre el país y la monarquía entonces
reinante. Los diarios nos ofrecen esas curiosidades que sólo la metamorfosis
del tiempo hace surgir en la sensibilidad del hombre. Por ejemplo, cómo
abandonó el teatro una noche de noviembre de 1810, en un ataque de irreprimible
repugnancia tras escuchar a un castrato, que visitó Viena y dio un concierto
allí; o la sensación espantosa que le produjo la actuación de unos derviches en
Estambul, que consistía, al parecer, una sucesión de gritos animalescos, bien
distinto, con toda seguridad, a lo que actualmente se ofrece como espectáculo
en dicha ciudad. También me han parecido curiosas las notas que en su diario
registra sobre la situación política en España y el inicio de las guerras
carlistas. Grillparzer celebra la libertad, mostrando sus simpatías isabelinas.
La afición de Grillparzer a la literatura del siglo de Oro española, me ha
hecho recordar aquellas palabras de Borges, un poco antipáticas, sobre “el autoengaño”
a que se sometieron con placer los autores germanos románticos ante las obras
teatrales hispanas. Si el ensalzamiento del teatro español clásico fue sólo una
singularidad romántica de alemanes y austríacos, ¿a quién culpamos de ello: al poder
de febril ensoñación de los germanos, o a la azarosa estrategia de las
coordenadas espaciotemporales que la creatividad hispana accionó, sin saber,
varios siglos antes? ¿Hasta qué punto la interpretación de Borges es exclusiva
o cabe, también, la posibilidad de esa curiosa y episódica sincronización
inspiratoria entre alemanes y españoles?
Hermes Trimegisto
Corpus Hermeticum
En español existen varias
ediciones recientes del Corpus Hermeticum. Mi única duda ante unos textos, en
principio, tan filosóficamente suculentos, es el tema de la traducción y la
confirmación de que los textos traducidos correspondan, efectivamente, al tan
famoso Corpus, teniendo en cuenta la cantidad de publicaciones sobre,
presuntamente, los mismos textos y la libre floración de apócrifos de la época
(cuando no, de la propia actualidad). En este caso, la confusión y el titubeo
acerca de la originariedad de los textos herméticos, está servida porque la
editorial Arca de la Sabiduría, ha tenido el detalle de confesar que su
edición es la traducción de una prestigiosa versión aparecida en Londres en
1924, es decir, es la traducción de una traducción. De todos modos, aunque
estos datos puedan descorazonarnos, si nos conformamos con el texto que tenemos
delante, apenas leídas unas pocas páginas, la satisfacción intelectual no parece que vaya
a ser insatisfecha, pues el surtido temático que surge resulta fascinante: “si
el alma del hombre no tiene ni hijos ni hijas, se ve obligada a entrar en un
cuerpo que no es ni femenino ni masculino; la función de la naturaleza es la
extinción y la renovación universales; el Bien es la Luz arquetípica; Dios es
el hacedor tanto de las cosas que son como de las que no son: las primeras la
ha hecho visibles y comunicables, mientras las otras las mantiene dentro de sí;
sólo el pensamiento puede ver aquello que está oculto”, etc…
Teniendo en cuenta que a
uno, le ilusionaría considerar este manojo de reflexiones como referentes del
pensar por gustarle el pensamiento hermético y considerarse poeta de raigambre
simbolista, me surge la duda hermenéutica de hasta qué punto los que escribieron estas líneas eran
pensadores libres de toda tendencia o pertenecían a escuelas neoplatónicas de
la época. También, tengo otra dudilla: que si alguna que otra audacia expresiva
pertenece a la invención del traductor anglosajón a través de la versión
española, o pertenece al lenguaje originario de los seguidores de Hermes.
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