Parece un escolio de índole
esotérico. Sorprende el orden formidable de los elementos que componen la
realidad.
La tierra, el aire, el agua, el fuego y la materia, y finalmente el éter, se relacionan en sucesión directa en lo que afecta a sus caracteres postulados de sustratos últimos de la naturaleza.... La tierra, el fuego y el agua de la filosofía jónica y los elementos dotados de forma del Timeo pueden compararse con la materia y el éter de la doctrina científica moderna.
La tierra, el aire, el agua, el fuego y la materia, y finalmente el éter, se relacionan en sucesión directa en lo que afecta a sus caracteres postulados de sustratos últimos de la naturaleza.... La tierra, el fuego y el agua de la filosofía jónica y los elementos dotados de forma del Timeo pueden compararse con la materia y el éter de la doctrina científica moderna.
Whitehead precisa de modo luminoso.
No es la sustancia la que está en el espacio, sino los atributos. Lo que encontramos en el espacio es el rojo de la rosa, el olor del jazmín y el ruido del cañón. Todos hemos dicho a nuestros dentistas dónde nos duelen los dientes. Así, el espacio no es una relación entre sustancias, sino entre atributos.
Concepto dinámico e integrador de la materia. Una materia que ya no es un fragmento inerte, aunque quizás sí un fragmento de inercias. La materia como todo vertiginoso.
Si la materia ocupa una duración de tiempo, la materia total ocupa cada una de las partes de esta duración. En un instante, distintos volúmenes de espacio están ocupados por distintos trozos de materia. Según esto, no hay aquí dificultad intrínseca en concebir el espacio como el resultado meramente de las relaciones entre trozos de materia. Pero en el tiempo uni-dimensional, el mismo trozo de materia ocupa distintas posiciones de tiempo.
Aclaración más que puntual.
A Whitehead le molesta que
la naturaleza sea objeto de bifurcaciones que den lugar a realidades distintas
de lo mismo, pero admite que una cosa son los electrones, objeto de la física
especulativa, y otra, los juegos de la mente como la conjetura y los sueños. Entonces,
precisa:
Aparece aquí un concepto
novedoso y muy suculento, que intelectuales posteriores han aprovechado bien,
dedicándose a una suerte de dinámica exégesis de su alcance y significado. Guilles
Deleuze no hace otra cosa en su obra “La lógica del sentido” que utilizar el
concepto de “acontecimiento” en sus más variadas posiciones y reflejos para
exponer su idea del funcionamiento de la realidad y del tiempo.
Mi propia opinión del tiempo y del espacio. Me esforzaré por mostrar que son abstracciones de elementos naturales más concretos, a saber, de acontecimientos.
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