sábado, 14 de septiembre de 2019

DIARIO DE ACUOSIDADES.


Es la primera vez que el agua de la riada llega a la entrada y penetra dentro formando una pequeña piscina. Enseguida, este no poder salir de casa, esta dificultad para el libre movimiento, esta limitación se convierte en una erosión mental, en un empobrecimiento de la vida, en un regresar a lo salvaje. Y te das cuenta de la enormidad que avanza la vida, del grado de sofisticación y bienestar, cuando un adelanto técnico, un superar fronteras naturales, es alcanzado. Basta que se vaya la luz para que ingresemos de inmediato en la prehistoria. Si dominas en un solo aspecto a la naturaleza, ese bienestar influye en todo, en tu manera de entender lo real, en el orden de las prioridades. Si pierdes ese dominio, si una inundación te colapsa todo movimiento y destruye tu hogar, vuelves a un estado de la vida inferior y eso te humilla y te enrabieta. Pierdes sofisticación, grandeza.






Orihuela, Zona Cero de la riada, decían los informativos. ¿Será posible que al escuchar tal enunciado espectacular me sentía hasta incluso un tanto orgulloso….? Ya sea a causa de algún desastre o por todo lo contrario, es difícil no sentirte adulado por los medios cuando se fijan en ti. Cuando se acercan los micrófonos y las cámaras parece, de pronto, que todos trabajemos para ellos.  


Esta mañana he tenido que dejar a España luchando sola contra Australia en el campeonato de baloncesto para salir con la intención de comprar alguna vianda, pues había parado de llover. Sensación rara esta de tener que luchar contra un obstáculo natural al bajar y tener que ir andando a tientas a través del agua. Un espacio común se transforma con la presencia de agua, lo que hay debajo adquiere otra naturaleza, se vuelve extraño, onírico. La relación simbólica de las aguas con el sueño emerge aquí.


Marchaba pegado a la pared, sobre la acera que suponía sumergida allí abajo (lo que antes estaba pero que ahora está bajo el agua, no sabes muy bien si está o no), cuando vi un par de hermosas cucarachas en plena cópula. Estaba cerca el arbellón. Seguramente, escapando del agua, y por tanto de la muerte, intentaban, con desesperación y a plena luz del día, hacer lo único y máximo que podían hacer por la supervivencia. Naturalmente, las aplasté con mi paraguas y cayeron al agua. Encima de repulsivas, impúdicas. Enseguida sentí cierto remordimiento. Sus cuerpos flotaban en el agua, la misma agua que me estaba entrando por litros dentro de las botas.  



En el cruce de dos calles el agua casi me llega a la cintura. El agua que baja, en forma de cordones giratorios, tiene una fuerza insólita. Sentí que el musculo ingrávido del agua me empujaba y simulando un accidente, quería llevarse mi cuerpo por algún agujero abierto de las alcantarillas. Cuando alguno de los elementos naturales actúa con fuerza contra nosotros, imaginamos una intención oculta, un deseo perverso de hacernos daño. Entonces resulta difícil no personalizar.



Al cabo del día, a la tarde noche me dice mi hermano que está deseando acostarse y que venga el día siguiente. La jornada le ha parecido casi de pesadilla: inasistencia al trabajo, problemas en el aparcamiento con una fuga de agua, inundación de la entrada del piso, lleno total en el único Mercadona de la ciudad que ha escapado al esputo de agua y barro, todo el día pendiente de cómo franquear el obstáculo del agua…..Resulta bien explicable, claro. La  mayor parte del tiempo, las necesidades  primarias suelen estar satisfechas. Cuando esto no es así y por accidentes o fenómenos naturales, tal regularidad se fractura y lo elemental no es satisfecho o es impedido, nos sumimos en la indigencia, en el primitivismo. Perdemos excelencia. 


Agüica del Segura, que rápido involucionamos cuando perdemos el poder de asegurar lo elemental de la vida, aunque sigamos poseyendo el lenguaje, el instrumento más sofisticado.     



2 comentarios:

Blanca Andreu dijo...

Los poetas siempre buscando la belleza...

José María Piñeiro dijo...

Claro que sí.

  OBSERVATIONS   Estoy leyendo la obra poética de Dino Campana en la edición reciente de Visor . Recuerdo haber comprado sus famosos Ca...