LLORAR
BAJO LA DUCHA
Hoy he llorado bajo la ducha.
Además de la aguda tristeza,
sentía vergüenza,
la de dejar que un elemento externo
me rodease por todas partes, acariciando,
al mismo tiempo que protegiendo
mi fragilidad.
Llorar bajo la ducha es una curiosa tautología:
ambos flujos, el de las lágrimas
y el del agua,
se limitan a eso, a fluir,
y acaban siendo uno solo
porque dicen lo mismo de modo distinto.
Las lágrimas brotan de una herida secreta,
pero el origen del agua es todavía más arcano,
siendo el objetivo de ambas el mismo: salir, fluir.
Ambas, agua y lágrimas, se mezclan y,
al fin y al cabo, son agua.
Quizás sean las lágrimas las que llaman al agua
originaria
para atenuar la vergüenza de su brotar
rodeándome con un velo líquido,
Y que algo más que mi cuerpo
me acompañe en la desnudez de mi malestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario